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Insinceridad de la elite, inhibición de la Fiscalía

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Muestro las cartas de inmediato: luché en los 80 desde la convergencia socialista con el casi guillotinado Giorgio Martelli, impulsamos la Asociación Chilena de Municipios en los 90, colaboramos con los diálogos regionales de Bachelet el 2005, nos distanciamos cuando rompí con la Concertación, nunca he recibido contrato ni boleta alguna de él… Soy amigo de Martelli y desprecio que el administrador meticuloso de la campaña de muchos, al igual que Peñailillo, de pronto se convirtieran en los todopoderosos de una fábrica de billetes autopoyéticos, como si hubiesen inventado un partido propio y un banco en las sombras: insinceridad de las elites y autoinhibición de la Fiscalía.

Frei –que le pidió ayuda el 2009– calla; Bachelet, niega. Los jefes de partidos que no querían aparecer juntos (DC con comunistas) se instalaron con sus representantes programáticos en el comando de Av. Italia (la moderna escenografía de la vieja casa de ladrillo de la sombrerería Girardi), los PPD y socialistas que omiten y no defienden estuvieron mucho antes en Tegualda y le rogaban a Peñailillo que volviera a Nueva York con «good news». Ya no había sede de la Concertación para funcionar y la Nueva Mayoría era «otra cosa», muchos que ya no estaban en el Gobierno ni en cargos públicos pidieron «sustento parcial» para dedicarse a la campaña. Las empresas llegaron casi solas a ofrecer aportes a la favorita.

Leí la biografía del fiscal Gajardo, rigor, sudor, búsqueda de sentido, hijo de profesionales sociales de la provincia y de colegio marista de provincia, el San Martín de Curicó, como el O’Higgins de Rancagua, donde se nos repetía como mantra: «Buenos cristianos y honrados ciudadanos», y donde el siete era una nota rara, porque nada se regalaba, y no se podía hablar de lo que no se comprendía, eso era para los charlatanes. Lo clave era perseguir la verdad y no temer a los poderosos.

Pero se me cae Guajardo y no entiendo a Chahuán. Es tan evidente que se debió crear un equipo para investigar el financiamiento ilegal pero extendido de los partidos, precampañas y primarias, en un contexto de no financiamiento público ni legal de las mismas. Todas las precampañas y todas las primarias del 2009 y 2013, porque hay hilos que no dependen de que el SII se querelle.

Yo no tenía idea que el yernísimo de Pinochet era el mecenas de muchos izquierdistas así como derechistas. Asombroso y vomitivo. Sí sabía del pragmatismo de Luksic con todos, de Angelini con la DC y la derecha, de las enormes sumas de casi todos los otros con la UDI y sus campañas clientelares multimillonarias, y las migajas a RN dependiente de Larraín y Piñera. Había que investigar en su mérito todas esas boletas, los ida y vuelta de dineros de Piñera con RN, lo mecenas tras Longueira en su batalla con Allamand, los regateadores con Matthei, la verdad de MEO y Velasco, el silencio de Orrego y Gómez.

Con Martelli supimos por Rodrigo Alvayay –un intelectual agudo de la renovación socialista– del libro Sinceridad, Chile Íntimo 1910, que escribió con seudónimo el intelectual popular y progresista que fue Alejandro Venegas. Desnuda el cinismo, las desigualdades, el oprobio. Su apelación del Centenario pervive y nos golpea en la cara.

[cita] Frei –que le pidió ayuda el 2009– calla; Bachelet, niega. Los jefes de partidos que no querían aparecer juntos (DC con comunistas) se instalaron con sus representantes programáticos en el comando de Av. Italia (la moderna escenografía de la vieja casa de ladrillo de la sombrerería Girardi), los PPD y socialistas que omiten y no defienden estuvieron mucho antes en Tegualda y le rogaban a Peñailillo que volviera a Nueva York con «good news». [/cita]

Los partidos se inquietaron y sacaron al inicio del full disclosure (el destape del financiamiento) una declaración pro verdad y colaboración con la justicia y posibles «soluciones». Estaban asustados como corderos ante el matadero: de la UDI al PC, la DC y el PPD de la mano, los PS sin pontificadores. Yo juzgué mal eso, fui ingenuo: «Hedor a impunidad», pensé, como la mayoría. Pero lo que ha ocurrido ha sido peor: el arreglo oligárquico, ni siquiera un cuestionario a los «poderosos», caerán algunos contadores y unos chivos expiatorios, muchachos fieles.

Era posible el camino del reconocimiento, respetar de verdad las instituciones, colaborar, pagar, resarcir, separar, desmitificar, ver lo que fue aporte a la política irregular de lo que fue evasión grotesca o asociación de enriquecimiento. De esa forma la Fiscalía sentenciaría y castigaría ciega ante los poderosos, aquilatando los contextos e impartiendo justicia con toda la fuerza, «sin medir lo posible».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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