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La influencia política en Fondecyt. ¿Una hipótesis absurda?

Pablo Razeto
Por : Pablo Razeto Doctor en Ciencias con mención en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Chile, Magister en Estudios Filosóficos de la Universidad Alberto Hurtado, Licenciado en Filosofía de la misma Universidad, igualmente Licenciado en Biología y Licenciado en Física de la Universidad de Chile. Es Cofundador y Director del Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad-IFICC.
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Maillet critica que la hipótesis de Mayol y Araya es absurda, y que por tanto su estudio no tiene valor. Mayol en su respuesta acepta estar defendiendo una hipótesis absurda, pero defiende las virtudes de proponer, dar a la luz y estudiar la hipótesis con más datos, por absurda que sea. Sin embargo, a mi parecer ambos se equivocan. La hipótesis en cuestión no tiene nada de absurda, y por otro lado en ciencia no se deben proponer hipótesis absurdas, ni menos fomentar públicamente su estudio.

En su estudio, Alberto Mayol y Javiera Araya evidencian la existencia de trasfondos políticos en la asignación de recursos de Fondecyt a las universidades. Debido a esto, los autores recibieron fuertes críticas por la insuficiencia de los datos y análisis realizados. La más fuerte fue la de Antonie Maillet, quien afirma que la hipótesis estudiada es absurda y que su análisis es poco científico, llegando incluso a sugerirle a Mayol que se dedique a otra cosa. En respuesta, Mayol acepta que su hipótesis es absurda, pero que desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia (cita a Hume, Popper, Kuhn y Lakatos) eso no es mayormente problemático, y que no abandonará su investigación.

Creo que tanto Maillet como Mayol se equivocan en cosas importantes. Aquí defenderé que la hipótesis en cuestión no tiene nada de absurda, que la postura filosófica de Mayol es errónea y que el problema del estudio de Mayol no es científico, sino literario (aunque lo literario en el fondo también es parte de la ciencia, en un sentido más amplio).

Comencemos. ¿Cuál es la hipótesis del estudio? A saber: la tendencia política de que el gobierno de turno influencia la asignación de recursos de los proyectos Fondecyt dependiendo de la tendencia política de la universidad que patrocina el proyecto. Maillet descarta la hipótesis por considerarla absurda, ya que no habría mecanismo causal plausible de una hipótesis tal, pues: “¿Cómo sería [el mecanismo] en este caso? ¿El gobierno les daría instrucciones a los integrantes de los comités de Conicyt para que favorezcan a ciertas universidades? Esto sería una hipótesis sin ningún asidero, y casi insultante para los académicos que participan en distintos niveles de este proceso”.

Ante este argumento, Mayol responde: “Se nos acusa de proveer una hipótesis absurda, esto es, la posible influencia de los ciclos políticos en la adjudicación de concursos tomando como unidad de análisis las instituciones universitarias: ¿nuestra respuesta? Es cierto”. Y más adelante, Mayol reafirma: “¿La hipótesis es absurda? Lo es”. Pero lo interesante es que a Mayol esto no le molesta: “¿Deriva de lo anterior algo importante? ¿Es posible sostener la ausencia de una conducta científica sobre el objeto? Ciertamente no”. En efecto, citando a algunos filósofos de la ciencia, Mayol defiende que la conducta científica incluye la defensa de hipótesis absurdas, en la medida que estas se estudien empíricamente (es decir, con datos). Esto es un error filosófico que quiero aclarar. No obstante defenderé la hipótesis de Mayol y Araya.

En la primera fase de la filosofía de la ciencia contemporánea, cuando Popper discutía con el positivismo lógico, las hipótesis científicas se entendían de forma aislada y se pensó que lo único relevante para aceptar o rechazarlas era la evidencia empírica que las apoyara.

Sin embargo, prontamente filósofos como Duhem y Quine (y siguiéndolos Kuhn y Lakatos) se percataron de que las hipótesis no estaban aisladas, sino que se encontraban en un entramado de relaciones con otras hipótesis, teorías y supuestos de las que dependía su plausibilidad. Así, el principal problema de la astrología y el tarot no está en que no haya evidencia empírica a su favor, sino en que se basan en hipótesis absurdas, a la luz del conocimiento de la época.

Es decir, tienen fuerte evidencia teórica en contra, como diría posteriormente Mario Bunge. Actualmente la filosofía bayesiana de la ciencia muestra claramente que la plausibilidad de una hipótesis previamente a ser puesta a prueba por los datos, puede pesar tanto o incluso más que lo ganado por la evidencia. Dicho en otras palabras, contrario a lo que defiende Mayol, la buena ciencia no propone hipótesis absurdas, ni fomenta públicamente su estudio.

[cita tipo=»destaque»]¿Por qué tanta crítica al estudio entonces? El estudio era evidentemente preliminar y exploratorio, y la ciencia tiene el derecho (y a veces el deber) de publicar estudios exploratorios, sobre todo cuando las condiciones sociales lo ameritan. De hecho, esto es lo que defiende Mayol: su estudio fue publicado, pese a la limitación de los datos, dada la urgencia del tema debido al actual debate por el financiamiento de la investigación en Chile.[/cita]

Sin embargo, para considerar absurda una hipótesis antes de ponerla a prueba se necesitan buenos argumentos, y hasta ahora no los he escuchado. Que la tendencia política de la universidad a la que se pertenece afecte la probabilidad de ganar un proyecto dependiendo del gobierno de turno es una idea perfectamente plausible en principio. ¿Mecanismos causales posibles? Propongo aquí dos como ejemplos (pero de seguro puede haber más).

Ejemplo 1: El gobierno de turno puede influir en Fondecyt para indicar qué porcentaje de proyectos se asignan por área, privilegiando ciertas áreas por considerarlas prioritarias bajo su perspectiva política. Por ejemplo, podría privilegiar las áreas aplicadas (administración de empresas) por sobre las disciplinas puras (matemáticas). Entonces, durante ese gobierno, las universidades que tienen mayor desarrollo en dichas áreas (posiblemente en parte debido a su tendencia política) podrían ganar proporcionalmente más proyectos durante ese gobierno.

Ejemplo 2: Los académicos de universidades con cierto sesgo político podrían creer que por pertenecer a esas universidades tienen más probabilidades de ganar proyectos debido a que el gobierno de turno es de la misma tendencia que la universidad (de hecho, Mayol declara que efectivamente esto creen muchos académicos, hablando en privado). Así, al haber mayores expectativas de ganar, el número de postulaciones de dichas universidades será mayor, y como consecuencia estadística, el número de proyectos ganadores también lo será durante ese gobierno. Esto corresponde al fenómeno descrito como “profecía autocumplida”, estudiada por el sociólogo de la ciencia Robert Merton.

De seguro se pueden plantear otros mecanismos que hagan plausible la hipótesis, los cuales debieran ponerse a prueba. Por lo tanto, la hipótesis no es absurda, ni tomando como unidad la universidad, ni tomando como unidad los proyectos o los investigadores. ¿Por qué tanta crítica al estudio entonces?

El estudio era evidentemente preliminar y exploratorio, y la ciencia tiene el derecho (y a veces el deber) de publicar estudios exploratorios, sobre todo cuando las condiciones sociales lo ameritan. De hecho, esto es lo que defiende Mayol: su estudio fue publicado, pese a la limitación de los datos, dada la urgencia del tema debido al actual debate por el financiamiento de la investigación en Chile.

Los estudios preliminares cumplen un rol muy importante en la ciencia (mientras las hipótesis que planteen no sean absurdas). El problema del estudio fue su estilo literario, la fuerza de las palabras de sus conclusiones. En la presentación de la investigación, la página web afirma que en esta “se demuestra que los resultados del concurso Fondecyt no son neutros respecto a las condiciones políticas del país…”, y en el estudio mismo se dicen cosas como: “La hipótesis… queda falsada”.

Por otro parte, no se hacen mayores autocríticas respecto a los datos ni la limitación de su análisis, y no declara expresamente ser un estudio exploratorio o preliminar. La retórica adecuada en estos debiera ser: “Estos resultados preliminares sugieren la existencia de una posible influencia…”, “aunque faltan datos adicionales para reforzar la conclusión, la existencia de un aparente patrón en los datos apunta a la existencia de un fenómeno que debe ser estudiado en mayor profundidad”.

La filosofía de la ciencia ha aclarado que parte fundamental de la publicación de resultados científicos es la correcta estimación de la confiabilidad de las conclusiones de la investigación. La buena ciencia puede llegar a conclusiones no muy confiables, pero debe dar cuenta explícita de que no lo son. La buena ciencia se caracteriza por tener un espíritu crítico respecto a su propio quehacer. No debe defender hipótesis absurdas (como propone Mayol), pero tampoco debe considerar absurdas las hipótesis sin mayor análisis (como hace Maillet). El caso es que la hipótesis de Mayol y Araya no es absurda, y esperamos que se siga profundizando su investigación, pues Chile necesita de estudios serios que estén en la base de la toma de decisiones en políticas públicas.

Dicen que Mark Twain proclamó: “No es lo que no sabes lo que te mete en problemas, sino lo que estabas seguro de saber sin que fuera así”. Si lo hizo, probablemente se inspiró en Sócrates, a quien no le conflictuaba la ignorancia, sino la petulancia respecto a lo que se cree saber, la que los filósofos llaman “arrogancia epistémica”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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