Vivimos en un país en el que adquirir una vivienda no es un derecho, un país donde conseguir una vivienda es un acto de supervivencia. Las viviendas están ubicadas en donde la gente pudo invadir un lugar o donde el lote era mucho más barato. La población más afectada en estas ciudades son personas pobres, no es que eligieran ese lugar porque les pareció bonito; escogieron ese lugar porque no les quedó de otra, no hubo otra opción. El problema de las ciudades en el Perú se centra en la total desregulación del mercado inmobiliario, en la ausencia del Estado en el ordenamiento territorial y la acción de zonificación. Se puede revisar la propuesta teórica de la segregación del profesor Sabatini, aplica para muchos casos de la América Latina.
En estos días Perú pasa por una emergencia muy dura. Ciudades intermedias y pequeñas han prácticamente desaparecido, ciudades grandes del norte del país ha sufrido daños millonario, incluso la única mega ciudad del país ha sufrido los estragos del fenómeno del Niño Costero. Es triste ver como la fuerza de la naturaleza se lleva a las ciudades, como embate personas y se lleva el esfuerzo y el capital de tantos años. Es más desgarrador darnos cuenta que esto es culpa de nosotros mismos, el fenómeno del Niño Costero es una constante en nuestra realidad geográfica y todos, ciudadanos, organizaciones y Estado hemos hecho de 1983, de 1998 malos recuerdos y no materia de acción planificadora.
La emergencia en el Perú es causa de nuestra falta de planificación, de la falta de visión conjunta de Estado y país. La planificación en el país es una buena práctica que nunca supimos bien cómo emplear, algunos esfuerzos durante el siglo XX fueron destruidos por la dictadura de Alberto Fujimori. Desde los 90 se ha exacerbado el populismo, la corrupción, la política reaccionaria y la acción de acción-reacción de urgencia. Ahí existe oportunidad de corrupción, de robo, de maldad. La planificación dejo de ser una virtud técnica para convertirse en un obstáculo en la ideología del corto plazo. Las principales instituciones planificadoras del país fueron reactivadas recién desde el segundo quinquenio del siglo XXI. La planificación de las regiones también llevan un proceso lento (y en algunos casos inexistentes como, sorprendentemente, Lima Metropolitana).
La Ciudad Ilegal de Julio Calderón, el Desborde Popular de José Matos Mar o él Se Busca Terreno para Próxima Barriada de Gustavo Riofrio deberían ser hoy libros obligatorios para los alcaldes de las ciudades grandes del Perú; en especial, para Luis Castañeda, alcalde de una urbe de casi 12 millones de habitantes, cuyo crecimiento mayoritario se da por invasiones y tráfico de terrenos. La planificación de las ciudades es un problema no abordado históricamente en el Perú, los libros mencionados plantean un largo estudio (Entre 1900 a 2005) del crecimiento desordenado y caótico de la ciudad de Lima.
Vivimos en un país en el que adquirir una vivienda no es un derecho, un país donde conseguir una vivienda es un acto de supervivencia. Las viviendas están ubicadas en donde la gente pudo invadir un lugar o donde el lote era mucho más barato. La población más afectada en estas ciudades son personas pobres, no es que eligieran ese lugar porque les pareció bonito; escogieron ese lugar porque no les quedó de otra, no hubo otra opción. El problema de las ciudades en el Perú se centra en la total desregulación del mercado inmobiliario, en la ausencia del Estado en el ordenamiento territorial y la acción de zonificación. Se puede revisar la propuesta teórica de la segregación del profesor Sabatini, aplica para muchos casos de la América Latina.
Otra razón de esta emergencia es la falta de experiencia en la gestión de servicios públicos y la poca capacidad de gasto de nuestros gobiernos regionales, provinciales y locales: la falta de experiencia de nuestro proceso de descentralización. Durante estos días se ha escuchado mucho que el Perú tiene plata y eso es muy cierto. Nuestros gobernadores regionales, alcaldes provinciales y locales no saben 1) como presupuestar y 2) como ejecutar el gasto; nunca se ejecuta el 100% del presupuesto destinado para administración y termina re-centrado al gobierno nacional. Son las autoridades locales las que mejor conocen la problemática de sus lugares, es evidente que saben más sobre su realidad que el Ministerio de Economía y Finanzas. El proceso de descentralización necesita una inyección urgente de capacitación técnica hacia sus funcionarios públicos. La descentralización debe pasar por instituciones como la Autoridad del Servicio Civil del Perú, para asignar a los mejores profesionales del país en todas las regiones del territorio y no solo en Lima. Nuestra gestión pública se ha acomodado en la solución de problema públicos desde el escritorio y las placenteras “islas de eficiencia”.
Finalmente, la emergencia nacional es una muestra clara de nuestra Política y la precariedad del significado de Gobierno en el Perú. Creo que en general el gobierno actual está asumiendo con responsabilidad y eficiencia la emergencia actual. El problema está en nuestra política, tenemos un proceso político complejo, en el que los referentes nacionales y locales se caracterizan en máximas como “Roba pero hace obra” (Frase célebre atribuida Luis Castañeda, alcalde de Lima).
Nuestra política se ha enfrascado en una lucha de egos personales y no de debate ideológico si quiera en todos los niveles nacional, regional, provincial y local. Tenemos un hambre insaciable por la política del morbo, del espectáculo, de la falsa fiscalización. Perseguimos y destruimos en vez de gobernar y representar. Debemos investigar y, de ser el caso, procesar a nuestros antiguos representantes y gobernantes en delitos que hayan cometido; no debemos hacer de eso el eje central de nuestra manera de gobernar y hacer política. El poder político ha trasmutado de su origen del bien común a ser una herramienta vil y personal.
Bonus: Aquí me permito opinar claramente sobre lo que sucede en mi ciudad, en Lima: nuestro alcalde prefiere construir “casas de la solidaridad” que construir elementos de prevención de riesgos. Así es, el alcalde prefiere hacer campaña electoral con nuestros recursos antes que prevenir los desastres. El partido de Castañeda es Solidaridad Nacional, cuyo símbolo es un radiante sol amarillo, el casual color de estas casas solidarias.
La emergencia en el Perú no surgió en Enero de 2017. La emergencia en el Perú lleva años y ni el modelo económico y las posturas conservadoras ha podido revertir. Nuestro emergencia solo se va atender cuando comprendamos nuestros roles en el escenario país; académicos, trabajadores, empresarios activistas o gobernantes en constante interacción, debate y actitud de proactividad. Es momento de asumir nuestros roles, compartir y trabajar juntos en la reconstrucción.