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José Victorino Lastarria


Este mes de Marzo se conmemoran doscientos años del nacimiento de uno de los más grandes intelectuales de la República de Chile, José Victorino Lastarria Santander (1817-1888), injustamente olvidado por las actuales generaciones de intelectuales, políticos y personajes públicos de Chile, generalmente proclives a citar pensadores europeos pero que desconocen la originalidad de los nuestros.  Lastarria fue el primero que genialmente comprendió la misión de la generación pos independencia, esto es, comenzar a construir después 300 años de oscurantismo colonial nada menos que una República, reemplazar el origen divino del poder e instaurar el principio de la soberanía popular y la democracia donde nunca la hubo. ¿Cómo conseguirlo? se preguntaba, “Ilustrándonos para difundir en el pueblo las luces” afirmaba. Surge entonces la necesidad de construir una herramienta necesaria para ilustrar e implementar tamaño desafío. Lastarria comprendía perfectamente que la libertad y la democracia se legitiman solo cuando el pueblo ha llegado a su edad madura mediante la ilustración después de estar sometidos durante tres siglos “a satisfacer la codicia de una metrópoli atrasada”, por lo que había que llenar el vacío que dejaron “nuestros padres”. Durante la colonia “no rayó jamás la luz de la civilización en nuestro suelo” y no podía ser de otra manera ya que “la misma nación que nos encadenaba permanecía dominada por la ignorancia y sufriendo el ponderoso yugo de lo absoluto en política y religión”, a los americanos también les ha llegado “la ocasión de ocupar nuestro lugar en las filas de la civilización”.

Surge así la necesidad de crear una herramienta que asimile y difunda las ideas que surgían con el impulso de libertad y progreso en la naciente intelectualidad de la joven República. El 5 de marzo de 1842 se constituye, por destacados representantes del mundo político, social y literario santiaguino de la época, lo que podríamos  llamar con toda justicia “la Ilustración Chilena” con el nombre de Sociedad Literaria, encabezada por Lastarria y cuyo  secretario fue Francisco Bilbao, entre otros de sus miembros se encuentran Juan Nepomuceno Espejo, Aníbal Pinto, Manuel Antonio Matta, Salvador Sanfuentes, Pedro Palazuelos, Andrés Chacón.

La Sociedad Literaria se inspiraba en las ideas de Lastarria en el sentido de que el país necesitaba una literatura auténticamente nacional rompiendo con el pasado colonial creando un nuevo paradigma cultural americano ya que la literatura es la expresión de la sociedad.

[cita tipo=»destaque»]Lastarria comprendía perfectamente que la libertad y la democracia se legitiman solo cuando el pueblo ha llegado a su edad madura mediante la ilustración después de estar sometidos durante tres siglos “a satisfacer la codicia de una metrópoli atrasada”, por lo que había que llenar el vacío que dejaron “nuestros padres».[/cita]

Lastarria planteaba que había que emanciparse de los dogmas de la vieja civilización colonial, por lo tanto tomando en cuenta que durante 300 años en el país no hubo imprentas ni, por lo tanto, publicaciones de ningún tipo salvo las que venían de España que habían superado la censura inquisitorial, era necesario crear órganos de difusión de las nuevas ideas, así surgen a su iniciativa El Semanario de Santiago, El Progreso y El Crepúsculo entre otros. A poco de inaugurar sus actividades la Universidad de Chile, el 17 de Septiembre de 1843, presenta su célebre Memoria en la que plantea que “a nosotros como revolucionarios nos corresponde dar el impulso” a las nuevas ideas en oposición a las concepciones teológicas de la historia que impiden la libertad del hombre y su progreso derivadas de su investigación sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial de los españoles en Chile.

La aparición de la revista El Crepúsculo editado por Juan Nepomuceno Espejo, discípulo de Lastarria, revista mensual de ciencias y letras, le daría un nuevo y revitalizador impulso a quienes formaron la Sociedad Literaria. En El Crepúsculo escribe Bilbao su polémico, celebre y trascendente ensayo Sociabilidad Chilena, en el cual plantea que la libertad e igualdad social es igual a la soberanía del pueblo, la creación de la libertad es la prueba de la libertad divina. Critica la esclavitud de la mujer en el matrimonio y en materia política la abolición del senado ya que representa los intereses conservadores y la aristocracia de la propiedad, se manifiesta por una revolución democrática, en oposición a la civilización española y todo el pasado colonial a objeto de generar nuevas ideas para el porvenir. A raíz de Sociabilidad Chilena la revista fue clausurada, Bilbao acusado de blasfemo, inmoral y sedicioso, expulsado del Instituto Nacional con el voto en contra de Lastarria. Los ejemplares de El Crepúsculo fueron “quemados por la mano del verdugo”. Lastarria comenta de esta manera lo sucedido “los iracundos estados de odio de los servidores del antiguo régimen han labrado siempre la gloria futura de sus víctimas”.

La altura intelectual de Lastarria estaba por sobre las vicisitudes de la política, fue miembro de la comisión encargada de  redactar el proyecto de Código Civil, elaboró un bosquejo histórico de la constitución de Chile, Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile por dos periodos, Subsecretario del Ministerio del Interior pero, también fue miembro del Club de la Reforma y de la Sociedad de la Igualdad, Embajador en Perù y Argentina. Con motivo de la Guerra del Pacifico fue enviado a Brasil para tratar de evitar que ese país apoyara a los enemigos de Chile, misión que terminó exitosamente. Fue Diputado por tres periodos y Ministro de la Corte Suprema. Creó las bases de la Academia Chilena de la Lengua entre otras de sus múltiples actividades. Falleció en junio de 1888 a los 71 años y pasó la historia como uno de los inmortales de la Repùblica, a pesar del silencio de muchos, sus ideas sobre la originalidad del aporte cultural de las repúblicas de esta parte de América a la civilización mundial siguen vigentes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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