Votar sin que la apariencia nos engañe
“La pinta es lo de menos” era la frase inicial de la estrofa de una canción muy pegajosa que popularizó hace muchos años el cantante argentino Palito Ortega. Con el tiempo, esta afirmación demostró ser completamente falsa, al menos en política, de acuerdo a los resultados de los estudios del psicólogo de Princeton, Alexander Todorov. Los políticos de “mejor apariencia física” han demostrado tener mejores resultados, sino pregúntenle al Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, que llena páginas completas por su atractivo físico.
Alexander Todorov, es quien más ha investigado la psicología detrás del voto, y vendrá a conversar a Chile sobre este y otros temas a Puerto de Ideas, Festival de Ciencia de Antofagasta 2017, que se realizará entre los días 7 y 9 de abril próximos.
La historia da cuenta que fue en el año 2003, cuando Todorov comenzó a sospechar que, a excepción de aquellas personas que se involucran activamente en política y ejercen el llamado “voto duro”, las razones por las que el grueso de las personas opta por un determinado candidato tenía más que ver con la percepción, que con la política misma. Fue así que tras mostrarle a un grupo de voluntarios muchas fotos de rostros a los que debían calificar por la confiabilidad que se reflejaba en ellos, – sin sospechar que efectivamente se trataba de candidatos reales a la Cámara y al Senado estadounidense- los participantes coincidieron en un 70% con los resultados que efectivamente se dieron en el posterior proceso eleccionario.
Quedó demostrado así que es posible hacer una evaluación perceptiva de los candidatos con apenas una mirada, y que aunque nos gustaría creer que estamos haciendo juicios políticos racionales, estamos en realidad juzgando a alguien – al menos en parte, basándonos en una impresión fugaz de su rostro y de su apariencia. Es por ello que los candidatos que se perciben más confiables y competentes son los que generalmente terminan ganando las elecciones.
Visto desde este punto de vista en las pasadas elecciones estadounidenses , el comentario de Marco Rubio acerca de lo pequeñas que eran las manos de Trump fue algo más que un simple comentario, se trató, a juicio de los expertos, de un intento indirecto de socavar la capacidad de Trump como líder.
De la misma manera el que Donald Trump pusiera durante la campaña un gran énfasis en el estado de salud de Hilary Clinton, lo que estaba haciendo era cuestionar si estaba apta para el cargo. Si bien estas tácticas pueden parecer insignificantes, en muchos casos son suficientes para influir en el voto de los electores indecisos.
[cita tipo=»destaque»]Es posible hacer una evaluación perceptiva de los candidatos con apenas una mirada, y que aunque nos gustaría creer que estamos haciendo juicios políticos racionales, estamos en realidad juzgando a alguien – al menos en parte, basándonos en una impresión fugaz de su rostro y de su apariencia. Es por ello que los candidatos que se perciben más confiables y competentes son los que generalmente terminan ganando las elecciones.[/cita]
Complementando estas conclusiones, en un nuevo y reciente estudio Todorov y un grupo de investigadores descubrió que las inferencias que la gente hacía basada solamente en la apariencia eran muy imprecisas y que dependiendo de las culturas esas tendencias eran incoherentes. Nuevamente el equipo investigador mostró a un grupo de voluntarios cientos de caras y pidió que las juzgaran según la confianza, el atractivo y la competencia que les generaban. Los científicos descubrieron que el factor determinante era la experiencia propia de lo que es la “normalidad” para cada persona y que mientras más se diferenciaba de la “cara típica” más negativa era la percepción. En resumen esto es como un sesgo tribal: a todos nos gusta la gente que se parece a la gente que nos rodea.
La exposición a diferentes tipos de caras no sólo cambia lo que las personas perciben como típico, sino también se eleva el número de aquellas a las que evalúan más positivamente. Por otra parte, cuanto más segregados vivimos, es más probable que nuestra visión de la “apariencia normal” sea más reducida y más negativamente evaluemos a los que nos parecen distintos.
Esto a juicio de Todorov queda claro si observamos el reciente mapa electoral de Estados Unidos y observamos los lugares en la que la gente votó a favor de Trump o de Clinton. En las áreas urbanas, tales como Nueva York, en que la gente vive en un ambiente multicultural, el voto de manera abrumadora fue para la candidata demócrata, en tanto el apoyo para Trump vino de las áreas rurales y monolíticas.
Este 2017 en que Chile está entrando en una nueva campaña presidencial, es una excelente oportunidad para que a la luz de las lecciones de Todorov los candidatos muestren en su apariencia y demuestren en los hechos que son confiables y que merecen el voto de los electores.
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