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Por qué se rechazó Dominga

Claudio Macías P.
Por : Claudio Macías P. Socio - Director de la consultora “Comunica con Sentido”
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Ambientalismo o crecimiento económico. La cuerda parece estar siendo tirada por esos dos extremos de quienes aprueban y rechazan este proyecto minero portuario de la chilena Andes Iron, ubicado en la comuna de La Higuera. Sin embargo, ¿por qué una u otra? ¿Por qué no buscar un acercamiento de voluntades? Desconfianza es la respuesta.

La Higuera es una comuna de 4 mil 200 habitantes, ubicada al norte de la Región de Coquimbo. Su centro administrativo y donde se concentra la mayor cantidad de población está hacia el interior del valle, a unos diez minutos al oriente desde la Ruta 5. La localidad costera Punta de Choros también forma parte de esta comuna, conocida por su rica diversidad ecológica y porque alberga la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt.

En Punta de Choros viven de la pesca artesanal, la extracción de mariscos y una tranquila actividad turística, que se mueve por los atractivos de Isla Damas y la presencia de especies marinas protegidas, como los pingüinos de Humboldt y los delfines “nariz de botella”.

Punta de Choros también se hizo conocida porque había sido el lugar donde la francobelga GDF Suez (hoy Engie) iba a construir una termoeléctrica basada en carbón. Ya con sus permisos ambientales aprobados, y justo antes de su construcción, recibió el rechazo de un gran movimiento ciudadano, el célebre “Chao Pescao”, uno de los primeros que utilizó las redes sociales para generar adhesión. Tal fue su crecimiento, que tras una masiva marcha en Santiago, provocó el ya también famoso “telefonazo” del ex Presidente Piñera para detener su avance. Y Punta de Choros continúo siendo el tranquilo lugar costero. Hasta que hace unos años volvió al ruedo por Dominga.

[cita tipo=»destaque»]Estoy convencido que es posible aunar voluntades, mientras exista confianza. Conocer y validar los intereses de las partes, buscando puntos de encuentro que permitan un desarrollo socio económico, más oportunidades y la protección del medio ambiente. Eso es Economía Sustentable.[/cita]

Dudo que alguien desconozca la belleza natural de este lugar. El avistamiento de delfines es sencillamente conmovedor. Las aguas cristalinas de Isla Damas y su rica diversidad marina son un tesoro, que por supuesto debemos proteger. No solo para hoy, sino para las generaciones futuras. Por tanto, suena bastante lógico las pretensiones de los grupos que desean conservar esta riqueza a través de una inversión turística sustentable.

Ahora bien, no menos cierto es la realidad social y económica que viven los 4 mil habitantes de la comuna, asentados mayoritariamente hacia el interior, en el centro comunal. Ahí donde comienza el desierto de Atacama, donde también pareciera que dejaron de crecer las oportunidades. De tradición minera, el auge que vivió a finales del siglo XIX ya es parte de la historia. Hoy la pequeña minería apenas sobrevive. Según el último Pladeco, la comuna registra un 21 por ciento de analfabetismo, solo un 2,23% de sus jóvenes accede a la educación superior y hay un 7% de pobreza indigente.

La construcción de este proyecto minero era una oportunidad de empleo. Según cálculos de la misma empresa, la construcción crearía 9 mil 800 puestos de trabajo, mientras que en la operación se proyectaban cerca de 1.500 empleos directos y más de 3 mil contratistas. Además de inyectar un dinamismo económico prácticamente a todo el resto de actividades. Esto sin contar con los aportes sociales de la compañía, donde el más importante era un fondo comunitario que podía alcanzar los 2 mil 600 millones de pesos al año, producto de un acuerdo marco aprobado por alrededor del 80 por ciento de la población.

¿Podemos quitarle esa oportunidad de progreso a los habitantes de La Higuera? Por supuesto que no. Por tanto, con la excusa del crecimiento, ¿podemos sacrificar la rica ecología del sector costero? Absolutamente tampoco. Entonces, ¿podemos pretender que el Estado solucione la vida de sus habitantes? Difícil (independiente de la administración de turno).

¿Nos quedamos en un punto muerto? Nadie se lo merece, ni los habitantes de La Higuera ni menos la naturaleza.

Entonces, ¿por qué no buscar soluciones en donde confluyan las distintas voluntades y visiones de desarrollo, progreso y protección del medio ambiente?

Por ejemplo, por qué no utilizar parte de los recursos que la empresa pretendía inyectar para crear un eje estratégico de desarrollo en base a actividades turísticas, que le permitiera a la comuna pensar en el futuro de los próximos cien años, y no sólo en los 25 de la vida útil de la mina.

Impulsar cooperativas de trabajo para que fuera la misma gente que desarrollara los diferentes servicios asociados al turismo. Crear redes basadas en el fomento de productos certificados en comercio justo para permitir su comercialización incluso fuera de las fronteras del país. En cuanto a protección, la empresa ha comprometido tomar medidas para proteger la diversidad ecológica del mar y borde costero. Y así, por citar algunos ejemplos. Ideas hay muchas.

Estoy convencido que es posible aunar voluntades, mientras exista confianza. Conocer y validar los intereses de las partes, buscando puntos de encuentro que permitan un desarrollo socio económico, más oportunidades y la protección del medio ambiente. Eso es Economía Sustentable.

Hoy la pelota está siendo enviada al poder político central, que deberá decidir por el futuro del proyecto. Esperemos que prime ahí el bien común de todas las partes, incluyendo la naturaleza.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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