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El justo precio por el agua

Por: Julio Macari H


Señor Director:

Por segunda vez quisiera plantear la problemática del abastecimiento de agua en la ciudad de Santiago ya comentado meses atrás por Fernando Balcells y tratado en Punto Rojo de este diario. En realidad, puede ser que el abastecimiento de agua potable de Santiago (o de cualquier ciudad de Chile o del mundo) “a todo evento“, sea una utopía o algo muy difícil de conseguir, especialmente en condiciones ambientales de cambio climático.

Sin embargo, este argumento no puede estar sirviendo como disculpa para que se vaya al otro extremo y en cada lluvia se suspenda la continuidad del servicio y se opere el sistema en forma insuficiente, a bajo costo, maximizando utilidades y beneficios y desviando esfuerzos para conseguir la mayor seguridad posible en el abastecimiento de agua , de acuerdo a lo inspirado por la “empresa modelo” que determina la regulación de las tarifas ante la SISS y que recaen finalmente en los consumidores.

Más aún cuando por ley se tienen obras comprometidas en el Plan de Desarrollo de las sanitarias que requieren inversiones anticipadas al cobro del servicio y que no se ejecutan en los plazos previstos.

Ante este evidente alejamiento de lo que sería una “empresa modelo”, lo que sí sería pertinente es un precio más justo por el agua, es decir que, si tenemos un sistema que da garantía por sólo 9 horas de suspensión de suministro y no 30 horas, paguemos en la tarifa lo que corresponde a un servicio con esa autonomía.

Si el sistema de tratamiento sólo consigue operar con baja turbidez en el agua bruta, debiendo desviar del sistema cualquier exceso de turbidez porque sobrepasa el límite de carga hidráulica, o la capacidad de decantadores y filtros, paguemos lo que corresponde a un sistema con solo esa capacidad de tratamiento y que no permite un tratamiento más continuo.

Si tenemos redes de distribución con cañerías de más de 50 años de edad (vida útil de las cañerías), como la que se rompió en Providencia el año pasado (de fierro fundido con más de 50 años de edad) y que motivó los cortes ya conocidos, paguemos lo que corresponde a un servicio con redes de esa antigüedad, ya que los cortes de agua se tornarán frecuentes, con los consecuentes daños a terceros.

Si, de acuerdo con lo anterior, no hay una inversión anual en reposición de las redes del orden del 2 %, paguemos en la tarifa de acuerdo a ese nivel de reposición, sin esperar una renovación total a los 50 años.

Si se trata o no el agua potable del Sistema Laguna Negra, o los lodos de aguas servidas de La Farfana, paguemos el servicio de acuerdo con lo que esté ocurriendo realmente.

Si el sistema de tarifas no se ajusta a la realidad y se aleja cada vez más de una “ empresa modelo” y la SISS sólo controla la continuidad del servicio , actuando solamente en los casos de emergencia de corte del suministro, esto continuará siendo solamente un excelente negocio y estaremos solamente esperando el momento en que el sistema colapse, hasta que otra empresa  o el Estado, como en otros tiempos, venga a hacer las inversiones correspondientes.

Julio Macari H, Ingeniero Civil, Universidad de Chile

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