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El proceso de consulta indígena

Marcos Valdés
Por : Marcos Valdés Sociólogo, Director Área de Derechos Indígenas, Fundación Chile21.
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Este mes de agosto se dio inicio al proceso de consulta sobre la constituyente indígena, convocada por el gobierno de la presidenta Bachelet haciendo uso del deber de consultar todas las medidas que atañen a los pueblos indígenas en Chile, deber de consulta que nace del cumplimiento del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que Chile ratificó el año 2008.

El gobierno, generó un conjunto de propuestas que a su juicio son necesarias y suficientes para el reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas en una nueva constitución política.

Los funcionarios que hicieron la presentación de la metodología de ejecución del itinerario de consulta así como del contenido de la misma, hicieron énfasis en que la propuesta debe se presentada cuanto antes al congreso, por lo tanto los tiempos de reflexión y (re)elaboración por parte de los/as interesados/as no debe exceder a 4 meses.

[cita tipo=»destaque»]La propuesta de la medida a consultar es sin duda perfectible, pero ese no es el punto. El punto es otro. El punto es estratégico. La estrategia del gobierno es inversa a “tirar el tejo pasao”. La estrategia del gobierno es tirar el “tejo” lo más cercano posible a los pies del lanzador para que en la negociación el “tejo” no sea llevado lejos del lanzador.[/cita]

Pero más allá de los aspectos formales sobre los cuales también es posible pronunciarse, interesa mostrar que el fondo de la medida es claramente insuficiente para los intereses de los pueblos indígenas. En efecto, la ausencia de conceptos clave como plurinacionalidad, interculturalidad, territorialidad, autonomía, autodeterminación y otros, están sospechosamente ausentes de la propuesta de la medida a consultar.

Esto quiere decir que el Estado Chileno no ha aprendido nada respecto de las reales demandas históricas de los pueblos indígenas. No aprendió nada con el vilipendiado programa Orígenes que entre otras cosas implementó procesos de reconstrucción territorial y que dejó valiosas lecciones sobre territorialidad y participación. El estado chileno no aprendió nada después de haber sido castigado por la Corte Interamericana de Justicia que revocó la sentencia de la Corte suprema de Chile cuando condenó a los lonkos pascual Pichún y Aniceto Norín por la ley antiterrorista.

Es sorprendente la propuesta del gobierno, por cuanto deja de lado concientemente el estandar internacional, lo ignora absolutamente a tal punto que resulta inexcusable. En efecto, no solo ignora el espíritu de la Resolución 61/295 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, esto es: La Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, suscrita por Chile el 2007, sino también toda la experiencia acumulada en 10 años de trayectoria de dicha declaración en el mundo entero. Pero además, también hay experiencia internacional respecto de la incorporación de los derechos indígenas en distintas constituciones en América Latina, cuestión que también ha sido ignorada.

La propuesta de la medida a consultar es sin duda perfectible, pero ese no es el punto. El punto es otro. El punto es estratégico. La estrategia del gobierno es inversa a “tirar el tejo pasao”. La estrategia del gobierno es tirar el “tejo” lo más cercano posible a los pies del lanzador para que en la negociación el “tejo” no sea llevado lejos del lanzador. Estrategia inversa. Estrategia en todo caso que ya es costumbre que el Estado Chileno aplique a los pueblos indígenas.

El consejo de la CONADI y diversos actores relevantes ya se han pronunciado frente a la propuesta del gobierno respecto del proceso de consulta de la constituyente indígena, y en ningún caso se verifica respaldo a la medida, más aún, es considerada muy poco feliz y desatinada. Desafortunadamente no se puede concurrir a dar beneplácito a la medida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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