Lamentablemente Alemania no es la única nación que muestra estos signos de intolerancia. El Frente Nacional de Francia, el Partido Popular Danés y el UKIP inglés son también malos ejemplos. En Chile vivimos igualmente un periodo de elecciones y es imperativo no importar a nuestro país este tipo de ideologías. Sería lamentable que se levantaran propuestas o candidatos afines a doctrinas que tanto dolor han provocado a la humanidad. Quienes aspiran a ser líderes políticos tienen la responsabilidad de construir una mejor sociedad, no de instalar ideas totalitarias que atentan contra la democracia.
La extrema derecha ha sido elegida para el Parlamento Alemán, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, con un 12.6% de apoyo popular.
El ingreso a la Cámara Baja (Bundestag) del partido Alternativa para Alemania (AfD), populista, nacionalista, xenófobo y revisionista del Holocausto, ha conmocionado al mundo.
Crítico de los refugiados que ha recibido el gobierno alemán, Alexander Gauland, uno de sus líderes, ha dicho: “Que (Angela) Merkel se prepare, porque vamos a recuperar a nuestro país y a nuestro pueblo”.
Se trata de un antes y un después en la política alemana de posguerra, que hace que inevitablemente retrocedamos en el tiempo y rememoremos la preguerra, cuando el ánimo expansionista nazi hizo estallar un conflicto de carácter mundial, a la vez que millones de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales y discapacitados, entre otros, eran asesinados en nombre de “la patria” y la superioridad racial.
[cita tipo=»destaque»]Para la AfD es una “vergüenza” la cultura de la memoria de Alemania, representada por el monumento a las víctimas del Holocausto emplazado en Berlín. Por el contrario, se sienten orgullosos de los soldados que arrasaron Europa durante la Segunda Guerra. Este neonacionalismo hace peligrar a un país con un triste pasado.[/cita]
Para la AfD es una “vergüenza” la cultura de la memoria de Alemania, representada por el monumento a las víctimas del Holocausto emplazado en Berlín. Por el contrario, se sienten orgullosos de los soldados que arrasaron Europa durante la Segunda Guerra.
Este neonacionalismo hace peligrar a un país con un triste pasado.
Lamentablemente no es la única nación que muestra estos signos de intolerancia. El Frente Nacional de Francia, el Partido Popular Danés y el UKIP inglés son también malos ejemplos.
En Chile vivimos igualmente un periodo de elecciones y es imperativo no importar a nuestro país este tipo de ideologías.
Sería lamentable que se levantaran propuestas o candidatos afines a doctrinas que tanto dolor han provocado a la humanidad. Quienes aspiran a ser líderes políticos tienen la responsabilidad de construir una mejor sociedad, no de instalar ideas totalitarias que atentan contra la democracia.
Las ideas nacionalistas y totalitarias –que desprecian la diversidad, la libertad y la igualdad– no pueden valerse de un sistema democrático para lograr un espacio de divulgación y promoción de sus retorcidas teorías.
Nuestra democracia es un logro colectivo que debemos cuidar, no dando espacio a expresiones de odio. Mantengamos la distancia con fenómenos como el nacionalismo europeo, que nos retrotraen a un pasado oscuro de discriminación, intolerancia y persecución.