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España y Cataluña en la encrucijada

Francisco Letelier Troncoso
Por : Francisco Letelier Troncoso Sociólogo. Académico Universidad Católica del Maule.
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No es sencillo analizar la cuestión catalana. Por un lado su complejidad histórica, política y cultural excede largamente la capacidad de entendimiento de quién mira desde fuera y por otro, es de tal importancia el momento que se vive (no sólo para Cataluña y España sino que para toda Europa) que es imprescindible partir declarando que estas opiniones pueden fácilmente caer en la simplificación u omitir aspectos que para otros pueden ser centrales. Estamos ante un asunto de calado mayor. Hecha la advertencia quisiera intentar una reflexión sobre la situación actual, sus causas recientes y sus posibles salidas.

¿Dónde estamos hoy?

Luego que en el referéndum del pasado 1 de octubre el “si” obtuviera cerca del 90% de las preferencias (dos millones de votos sin contar los 700 mil que según el gobierno catalán fueron requisados por la policía), las fuerzas sociales y los partidos políticos que han venido empujando el proceso independentista están convencidos de que en los próximos días se declarará unilateralmente la independencia.

Por otro lado, el gobierno español que se ha mantenido firme en su concepción de que el proceso catalán es ilegal y ha justificado completamente la actuación de la policía, ha advertido que usará todos los medios disponibles para impedir la separación de Cataluña. Esto implica con seguridad la aplicación del artículo 155 de la Constitución a través del cual el gobierno central tomaría el control de la autonomía. Los partidos que apoyan al gobierno de Rajoy han cerrado filas en esta línea y lo mismo ha hecho el rey en su reciente mensaje a la nación.

[cita tipo=»destaque»]Al interior de la sociedad catalana no existe hoy una voz política articulada que demande una salida pactada con el gobierno español, los ecos de las corrientes autonomistas y federalistas se han extinguido. Esto se ha vuelto aún más evidente  luego de la violencia vista el 1 de octubre.[/cita]

Los dos partidos más importantes de la oposición están divididos. El PSOE, con un secretario general que aspira a ser el futuro presidente del gobierno, ha apoyado al gobierno en la línea de la ilegalidad del proceso catalán, pero ha criticado la incapacidad de diálogo del ejecutivo. El Podemos ha sido más radical y junto con solicitar la dimisión de Rajoy, respalda el derecho de que los catalanes puedan votar su independencia en un referéndum pactado. Finalmente la Unión Europea, pese a censurar el uso de la violencia el día 1 de octubre, ha respaldado el liderazgo de Rajoy y ha dicho que el problema debe resolverse dentro del estado español, cerrando la puerta de este modo a la solicitud del presidente del gobierno catalán de una mediación.

Así la cosa, de continuar los actores en las posiciones actuales el escenario que se avizora podría llevar a episodios de violencia aún más graves que los del 1 de octubre.

 ¿Cómo se llegó aquí?

Como he dicho antes, el origen del conflicto entre Cataluña y el Estado español son complejas y de larga data, sin embargo, hay cuatro causas recientes que explican buena parte de la situación actual. La primera es el creciente apoyo al independentismo, que tiene como hito la diada del 2012 que para muchos marca un antes y un después en el apoyo popular al desafío soberanista. La segunda es la decisión del gobierno de Rajoy de ampararse exclusivamente en el ámbito de la legalidad para abordar la demanda catalana. Entendido así, el problema tiene una solo salida: que el gobierno Catalán y los catalanes renuncien por completo a sus demandas de independencia.

La posición legalista del ejecutivo español, de los partidos que lo sustentan y la de la casa real ha sido una provocación sistemática a los catalanes y ha provocado además una exacerbación de los sentimientos nacionalistas españoles. La tercera causa es la actuación de los partidos independentistas y del propio gobierno catalán al aprobar las leyes del Referéndum y de Transitoriedad saltándose los mecanismos que dan legitimidad a la labor del parlamento. Lo ha dicho el propio Concejo de Observadores Internacionales que ha acompañado el desarrollo de la consulta. La gravedad de esta actuación radica en que fue ejercida por una parte de los catalanes contra otra, lo que ha provocado tensiones entre partidarios y opositores a la independencia, pero además sembró una semilla de ilegitimidad en todo el proceso posterior. La cuarta causa ha sido la violencia policial del día 1 de octubre. Este ha sido quizá el error más grave que ha cometido el ejecutivo español. La violencia ejercida por la policía española contra ciudadanos que solo intentaban votar produjo no sólo la condena internacional, sino también la profundización de la desafección de muchos catalanes y catalanas que se sentían también españoles, y la atenuación de las diferencias entre los propios catalanes respecto a la legitimidad del proceso independentista.

Las posibles salidas

Los partidos que se oponen al camino que han tomado los independistas no han logrado movilizar a aquellos ciudadanos que en silencio aspiran a una salida distinta al rompimiento con España. Al interior de la sociedad catalana no existe hoy una voz política articulada que demande una salida pactada con el gobierno español, los ecos de las corrientes autonomistas y federalistas se han extinguido. Esto se ha vuelto aún más evidente  luego de la violencia vista el 1 de octubre. Es casi imposible que desde la propia Cataluña se modifique el itinerario establecido por la Ley de Transitoriedad. Se requeriría entonces de un cambio en las condiciones del contexto. Nadie espera que esto venga desde el gobierno español, que obtiene dividendos manteniendo una posición firme contra la “deslealtad” catalana.

Quedan dos opciones. Una es que la Unión Europea revise la posibilidad de una mediación, cosa difícil no solo porque ya se ha tomado una posición, sino porque seguramente podría sentar un precedente que muchos gobiernos europeos no verían con buenos ojos. Queda entonces la opción de modificar el contexto político español, en concreto, proponer una moción de censura contra el ejecutivo actual. Esto ya tiene el respaldo de Podemos y posiblemente lo tendría de buena parte de los partidos independistas y regionales, sin embargo, el PSOE, que tiene la llave para la censura, está atrapado entre el riesgo de ver afectada su imagen de partido capaz de dar gobernabilidad al país y la responsabilidad de evitar la debacle.

Queda por ver si alguno de los actores será capaz de cambiar el contexto de la crisis abriendo una puerta a la negociación. Las posibilidades y los tiempos son escasos y Cataluña cada vez está más lejos de España.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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