Ya estamos a aun paso de las elecciones y el panorama es desolador. Una derecha a punto de recuperar lo que cree le pertenece (el poder absoluto); una centro-izquierda cuya única fuerza ideológica es la inercia; y un Frente que aún no logra encender los corazones de suficientes indecisos. La economía, por su parte, continúa a paso de tortuga, salvo burbujas financieras insubstanciales impulsadas por la ‘confianza’ que genera entre especuladores y rentistas el posible retorno del Jedi.
Mientras tanto, ninguna idea sustantiva proveniente del duopolio que ha manejado la política del país desde el retorno a la democracia; se promete más de lo mismo, ojala mejor. Y si a alguien, sin querer, se le “cuela” alguna idea interesante, como aquella del programa económico de Guillier relacionada con la necesidad de un tipo de cambio relativamente estable y competitivo para poder diversificar la economía − dado nuestro ingreso por habitante, una de las menos diversificadas del mundo − se tiene que pedir disculpas a las deidades de la inercia por tamaña temeridad. El programa económico del Frente, en cambio, abre horizontes.
Y mientras más desgano e insustancialidad estructural, más trabajo tiene la ideología hegemónica chatarra que guía nuestro país para racionalizar todo − seamos diplomáticos, llamémosla la McIdiología reinante. Por ejemplo, ¿cómo seguir justificando la creciente mediocridad del duopolio y lo que representa? ¿Cómo seguir convenciendo que nuestros problemas económicos se deben en lo fundamental a las reformas que intentó este gobierno? Reformas que supuestamente pecaban más por cantidad (demasiadas) que por calidad (mal diseñadas). Aquí el mensaje implícito de la derecha (y de muchos dentro del gobierno) es muy claro: ojalá el segundo gobierno de Bachelet hubiese sido como el primero; donde no se hizo nada, pero se hizo tan bien.
Esta vez, al menos, sí se hizo mucho en otras áreas, como en las relacionadas con los derechos reproductivos y la diversidad sexual. Parece que la inquisición criolla es más efectiva en su oposición a cosas que le tocan el bolsillo que a las que les afectan su conciencia. También se avanzó con lo del medioambiente y la gratuidad educacional, y se profesionalizó la administración de algunas empresas públicas, como CODELCO. Difícil entender porqué hubo energía para estas materias, pero no para las que podía modificar lo añejo y distorsionador del ‘modelo’.
Y así, a mayor somnolencia estructural, más tarea tiene la McIdeología para justifica la ineficiencia y la iniquidad. Por ejemplo: ¿Fuga masiva de capitales desde nuestro país? McIdeología: signo de dinamismo económico, pues a los grupos económicos ya les quedó chico nuestro país. Más probable: una McOligarquía que vota con el bolsillo lo que no se atreve a reconocer en las urnas − que el ‘modelo’ topó fondo, pues su base de acumulación en lo puramente extractivo, lo depredador, el rentismo, la especulación, y la actividad de traders explotando fallas de mercado ya no se puede estirar más. En algunos países vecinos, en cambio, todavía queda algo de cuerda.
¿Neo-liberalismo en lo económico? McIdeología: economía de libre mercado, donde triunfa el mejor. Más probable: economía de grupos de mercado − o más bien, como diría hasta Adam Smith, de pseudo-mercado pues en lugar de facilitar el accesos competitivo a las rentas, se transforma en un obstáculo a dicho acceso − para que así las rentas se sigan distribuyendo sólo entre dichos grupos (la ley de pesca es sólo un ejemplo transparente). En otras palabras, el neo-liberalismo es una forma muy efectiva de construir lo que Douglass North llamó un “Limited Access Order”.
Este modelo no sólo es tramposo, sino que inevitablemente termina siendo muy ineficiente, pues se transforma en una máquina aspiradora de rentas hacia aquellos que se siente con un derecho divino a la opulencia. Un conocido comentarista deportivo inglés dijo una vez que el fútbol era un deporte en el cual 22 jugadores perseguían una pelota, y al final siempre ganaba Alemania; igual, el pseudo-mercado neo-liberal chileno es una institución en la cual interactúan millones de personas, pero al final siempre gana la McOligarquía.
En este respecto, como decía en otra publicación, nuestra McOligarquía malentendió a Darwin, y cree que lo que él decía era que el que sobresalía lo hacía por ser ‘el mejor’ en un sentido valórico. Para él, en cambio, sobresalir nunca tuvo esa connotación; esa calificación se la dan siempre quienes, por cualquier razón, están arriba (y su inevitable enjambre de aduladores). Para Darwin, dado un medio ambiente específico, sobresalen aquellos que (muchas veces por razones puramente fortuitas) tienen las habilidades y energías relevantes. Cambie el medioambiente y el cuento es otro. Por eso, uno de mis intentos por descifrar lo que realmente es el neo-liberalismo, lo analiza desde esta perspectiva: es una ideología y una tecnología de poder que ambiciona imponer una praxis político-económica e institucional que genere, en forma totalmente artificial, un medioambiente hecho a la medida de las habilidades, singularidades e intereses − e insuficiencias − de un tipo específico de gran capital. Un medioambiente que le pueda dar todas las ventajas imaginables al capital rentista, al depredador, al financiero especulador, al extorsionador, al trader, y al de aquellos que se esconden de la competencia internacional operando en el sector no-transable de bajo desafío tecnológico. En la selva neo-liberal, ese tipo de capital es rey. En otros medioambientes más competitivos e ilustrados, a muchos no les daría ni para respirar.
[cita tipo=»destaque»]Como decía Einstein, tenemos que ser capaces de “… superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano [el capitalismo] …”; y para eso, “… la ciencia económica, en su actual estado, no nos puede dar mucha luz respecto de la sociedad … del futuro». ¿Pero será mucho pedir que mientras tanto seamos al menos capaces de transformar este engendro de ineficiencia e inequidad (que se disfraza de capitalismo) en algo que tenga al menos la energía del Asia emergente? Es una preciosa ironía de la historia que el líder de la inercia sea un trader billonario, maestro para explotar fallas de mercado (en especial las artificialmente creadas para eso), quien difícilmente ha ganado en su vida un peso haciendo algo socialmente útil. Al menos, hay que reconocer, su meteórico ascenso − a diferencia de tanto otro nuevo rico − no partió gracias a las prebendas y privilegios que daba el besarle la mano al Dictador − algo que daba acceso, por ejemplo, a la piñata de los recursos naturales.[/cita]
Sí, sin duda, como se repite ad nausea, en otros países de la región las cosas estén peor, y a veces mucho peor (como en Brasil y Venezuela) − y eso también pasa en otras partes, como en Sudáfrica; pero eso sólo es el consuelo del mal de muchos. La comparación hay que hacerla con el Asia emergente; por ejemplo, hasta hace no mucho, Chile y Corea tenían niveles promedios de productividad (PIB por trabajador) similares: en 1980 los dos llegaban a un quinto del de Estados Unidos: Chile 21% y Corea, 19% (medido en dólares normales, a precios del 2005). Desde entonces, Chile sólo pudo cerrar su brecha productiva con los Estados Unidos sólo en algo minúsculo (2 puntos porcentuales, llegando al 23%); mientras tanto, Corea fue capaz de avanzar como 15 veces más. De continuar estas velocidades, Corea no se demorará mucho en cerrar totalmente su brecha productiva, mientras que nosotros, a este ritmo, vamos a necesitar (literalmente) más de un milenio para hacerlo. Es el contraste entre ser corredores de maratón (Corea), y de media distancia (Chile entre 1986 y 1997 − ahí se nos acabó el oxígeno…).
¿Royalty a la renta de los recursos naturales (del cobre al litio, la pesca y el agua)? McIdeología: afrenta a los derechos de propiedad. Otra alternativa: los dueños reales de dichos recursos − todos los chilenos (¡como está claramente establecido hasta en la actual Constitución!) − tienen derecho a cobrar por la explotación de lo que les pertenece (como se hace en la mayoría de los países del mundo, de todos colores políticos). Es algo así como la mediería en la agricultura. Y quienes más se rasgan vestiduras por dichos derechos de propiedad, son los mismos que se apropiaron en forma indebida de estos recursos (y sus rentas) − y ahora le niegan a sus verdaderos dueños su derecho de propiedad.
¿Masas humanas comprando en Malls? McIdeología: el mayor signo de modernidad, pues no hay nada más liberalizador que el consumo. Más probable: abundancia de crédito usurero que, para una parte importante de la población, transforma el consumo de algo liberalizador en algo esclavizante. Y el tener a las mayorías siempre al borde del abismo financiero es una de las formas más efectivas de dominación − es difícil imaginarse el nivel de angustia de los 4.4 millones de chilenas y chilenos atrasados en el pago de sus deudas, lo cual representa un record de morosidad tanto en el número de morosos (un 37% de aumento en tres años), como en el total de la deuda impaga (6,8 millones de millones de pesos;).
No cabe mucha duda de que para que pueda existir una democracia verdadera se necesita un estado del bienestar y una fuerte regulación financiera, cosa que los grupos dominantes no puedan instrumentalizar a su favor la inseguridad de la mayoría (como ha pasado en forma tan efectiva en esta elección).
¿Exuberancia financiera? McIdeología: Precios de activos financieros que reflejan perfectamente toda la información disponible, incluido la confianza de que vienen tiempos mejores. Más probable: Desacoplamiento total de las finanzas respecto de la economía real, que lleva a burbujas insustanciales y distorsionadoras, reflojo tanto del exceso de liquidez como la del de especuladores que en su vida han ganado un peso haciendo algo socialmente útil. (El año pasado, la capitalización de la bolsa en Chile, como porcentaje del PIB, 86%, era un cuarto más alta que la de la Europa del Euro − y el 2014, al fin del boom de los commodities, era el doble que la de Alemania. En algunas cosas somos tan desarrollados…). A su vez, la deuda pública crece rápidamente, la corporativa no bancaria hace rato que ya paso al PIB (116% de éste a marzo de este año − y en gran parte en dólares, para financiar la fuga de capitales, por lo que los pasivos se quedan en casa, mientras los activos emergen en otros lados), y la de los hogares no deja de crecer, llegando ya a dos tercios del ingreso disponible (y si a eso se le suman las tasas de interés criollas, su servicio es el más alto de la OECD, con 4 de cada 10 pesos que ingresan mensualmente a los hogares teniendo que ser destinados en promedio al pago de la deuda (en el país que le sigue en dicha lista, esta proporción baja a la mitad); eso debe ser lo que llaman ‘consumo liberalizador’, en especial para los 4.4 millones de compatriotas en situación persecutoria de morosidad. Mientras tanto, aunque en parte por efecto precio de commodities, desde la elección de Ricardo Lagos la manufactura ha caído a la mitad como porcentaje del PIB). Lindo modelito, es especial por su supuesta sustentabilidad…
¿Banco Central independiente? McIdeología: innovación Siglo 21; sinfonía en movimiento. Más probable: Tribunal Constitucional en materias económicas, componente fundamental de las políticas de amarre de la Dictadura después de perder el plebiscito, cuyo fin es asegurar que la política económica sea “independiente” de la (nunca muy confiable) voluntad popular.
¿Caída de los índices de desigualdad? McIdeología: gran avance en la distribución del ingreso del país. Más probable: si bien la distribución del ingreso que logra captar las encuestas de presupuesto familiar ha mejorado significativamente (ver, por ejemplo, el ‘Gini’ y el ‘Coeficiente Palma’ para Chile en las estadísticas de le OECD; http://stats.oecd.org/#) − y éste es un avance que sin duda hay que celebrar −, lo que ha sucedido con la parte alta de la distribución (aquella que no captan dichas encuestas), es otra materia. Mi hipótesis es que obviamente mientras mayor sea la proporción de los ingresos del 1% que viene de fuentes puramente financieras (y quizás hasta del 5%, y si no del 10% más alto), más fácil es esconderlos hasta de los tributos − ¡y para qué decir de encuestas cuyas respuestas son voluntarias! Y estos ingresos, como nos indican otras fuentes de información − incluido Forbes, los Panamá Papers, los nuevos ‘Paradise Papers’, y las cálculos a base de información tributaria − sube en forma exponencial. Un estudio indica que lo que se esconde en paraísos fiscales equivale al menos al 10% del PIB mundial (unos US$ 8 millones de millones, un monto mayor al PIB del Japón,); y un 80% de eso es propiedad del 0.1% más rico del mundo.
Y hay otros estudios que llegan incluso a colocar esa cifra en US$ 36 billones, el doble que la economía de Estados Unidos, con una cantidad grande de Latinoamericanos en la mesa de honor. De hecho, de acuerdo a Forbes, y en términos relativos, ninguna otra región del mundo ha creado tanto millonario (individuos con más de US$30 millones en activos netos, sin contar su residencia principal), centa-millonario y billonario como América Latina.
Y arriba de la tabla están los países gobernados por la ‘vieja’ y la ‘nueva’ izquierda − Venezuela, Brasil, Chile y Argentina − los cuales se ordenan de manera diferente según la categoría de millonario que se analice. En el caso de Brasil durante el período del Partido de los ‘Trabajadores’, por ejemplo, mientras las encuestas de presupuesto familiar, como las chilenas, indicaban que mejoraba la distribución del ingreso y que caía la proporción que iba a los más ricos, se triplicó tanto el número de millonarios, como el de centa-millonarios y billonarios. Incluso cuando su economía ya estaba en plena crisis, surgía un nuevo millonario tipo-Forbes cada 27 minutos. Por tanto, a nadie le debería sorprender, entonces, que haya ahora más billonarios en Brasil que en Corea; y más jeques de este tipo en Chile que en Arabia Saudita.
Además, todo indica que el retorno de esos activos crece a tasas similares a las burbujas financieras. Y (por definición) no pagan impuestos… Cálculos recientes indican que lo que se ahorran en impuesto aquellos que tienen sus platas en paraísos fiscales puede llegar hasta US$ 600 mil millones al año. Mientras tanto, el resto de la humanidad tiene que pagar impuestos más altos para compensar, al menos en parte, dicha elusión/evasión. La otra parte se transforma en un componente fundamental de las crecientes deudas públicas, las que en parte se financian con bonos que compran precisamente los mismos que tiene sus platas en paraísos fiscales, y para ello usan la misma plata que deberían haber destinado a pagar impuestos… ¡Lindo negocio!
Por tanto, si bien ha habido avances significativos en Chile en algunas áreas importantes de la distribución (y en combatir la pobreza, mejorar índices de salud, etc.), lo que pasa en el extremo de arriba de la distribución es bien distinto y obscuro. En resumen: hay que tener mucho más cuidado del que se tiene cuando se afirma que la distribución total del ingreso en Chile ha mejorado tanto − incluso que ha mejorado − si se la mira en su totalidad.
¿Inmigración? McIdeología: componente inevitable de una modernidad globalizadora. En realidad, cuando los mercados laborales ‘flexibles’ amenazaron con una subida de salarios por escasez de mano de obra barata (en parte por la desaceleración del crecimiento de la población), hubo que abrir la llave para volver a llenar la tina (y así poder enfriar dichos mercados). En el minuto que la recuperación de la crisis del 1998 tomó fuerza por la subida de los precios de los commodities, el gobierno de Ricardo Lagos abrió las compuertas a la inmigración, especialmente la de empleadas domésticas y obreros de la construcción. Así se perdió una oportunidad única para subir salarios en forma ordenada y por fuerza de mercado, lo cual − como indica la experiencia de los países industrializados cuando estaban a nuestro nivel de desarrollo − es un gran estímulo al crecimiento de la inversión, al de la absorción tecnológica, y al crecimiento de la productividad (¿alguien le contó esto a la Comisión respectiva?). De hecho, las dos piedras angulares sobre las que se construyeron las distribuciones de ingreso que tienen hoy esos países, mucho más equitativas, fueron ese tipo de subida de salarios, y la transformación de su estructura de impuestos y gastos en algo progresivo. En nuestro país, en cambio, ese camino al desarrollo se bloquea (entre otras cosas) con la inmigración indiscriminada y la tributación baja y regresiva. Y al que levanta un dedo se le acusa (muchas veces en forma hipócrita) de xenofóbico. Y no es que no haya una cantidad vergonzosa de xenofobia en nuestro país, o que la inmigración no haga otros aportes importantísimos a nuestra sociedad, y que a los inmigrantes ya radicados en nuestra Patria no haya que integrarlos rápidamente como ciudadanos plenos; peor tampoco hay que perder de vista la lógica originaria que llevó a esta política, o su efecto en los salarios, en el crecimiento de la inversión y en el de la productividad.
La McOligarquía, con su ley del menor esfuerzo diversificador, siempre va a preferir una tajada grande de una torta chica − y la inmigración de mano de obra barata es muy funcional a eso, pues le alarga la vida a nuestro neo-liberalismo parasitario.
¿Clientes? McIdeología: el consumidor siempre tiene la razón (como sucede normalmente en el capitalismo competitivo). En el modelo de grupos de pseudo-mercado, en cambio (como los clientes − por la falta de competencia − son prácticamente cautivos de las grandes empresas), se los trata como si fuesen ‘niños malcriados’ .
Para el caso de un típico ‘malcriado’ que no tiene nada mejor que hacer en su vida que reclamar (en lugar de estar agradecido).
¿AFP? McIdeología: Nuestra mayor contribución a la civilización cristiana occidental. Más probable: Gerundio del verbo trasquilar.
¿Nueva izquierda? McIdeología: modernidad progresista. En realidad: después de partir con las mejores intenciones, la aspiración máxima de muchas de sus mejores mentes es llegar a ser consiglieri de la McOligarquía. (Y Aysén se merece algo mejor que un nuevo senador designado…).
¿Nuestra Constitución? McIdeología: reglas democráticas que nos hemos dado todos los chilenos (:; algo así como una persona que ha estado con camisa de fuerza por décadas, y un día se mira al espejo y dice: “después de todo, no me queda tan mal”). La realidad de la Constitución, en cambio: resabio ilegítimo y tramposo de la Dictadura, fruto del mayor fraude electoral de la historia del país, que por su misma naturaleza tramposa hace prácticamente imposible su transformación a algo que refleje la voluntad mayoritaria/democrática del país.
¿Apatía política? McIdeología: una juventud moderna que anda ‘en otra’. Más probable: parte de la efectividad de la ideología neo-liberal como tecnología de poder − en cuento a su capacidad para cooptar a sus opositores (neo-camaradas), o a paralizarlos (abstención electoral). ¡El que no vota es momio! Y el que no lo hace, por favor, no venga después a reclamar que le sigan metiendo el dedo en la boca − pues en esta elección sí que hay alternativas. (Hay que estar muy perdido para creer que esta ves abstenerse es ser “cool”).
¿Éxito del Asia emergente? McIdeología: la gran ventaja de tener salarios bajos, y poca regulación de todo tipo − incluida la ambiental. En realidad: estados que tienen una ideología lo suficientemente sólida como para ser capaces de disciplinar al gran capital, algo especialmente necesario en medio de una gran revolución tecnológica. Básicamente, ser capaz de decirle a la elite capitalista que si quieren ganar plata, ningún problema, pero para eso tienen que hacer algo socialmente útil − ¡y en su país! Al mismo tiempo, estados que invierte en desarrollar todo el capital complementario necesario para dicho fin. En lo fundamental, el Asia emergente son los únicos que en la manufactura ha logrado compatibilizar el crecimiento del empleo con el de la productividad; en cambio, en la OECD se hace lo último a costa de lo primero, y en América Latina se hace lo primero a costa de lo segundo. (En el Asia emergente, 9 países, en el período 1980-2015 el promedio para dichas variables son 3% y 6.1% por año, respectivamente; en la OECD -1.3% y 3.3%; y en nuestra América 2% y 0%). A nivel genérico, es tan simple como eso. Pero claro, para hacer eso hay que tener un estado que entiende la diferencia entre el interés nacional y el corporativo, invertir al menos un 30% del ingreso, colocar las finanzas al servicio de la economía real, tener una elite realmente capitalista (en lugar de una McOligarquía), y tener una macro keynesiana pro-crecimiento. Ayudaría si nuestros estados y McOligarquías pudiesen entender que el capitalismo nunca en la historia ha funcionado por privilegios, ni tampoco por ‘incentivos’; sólo por compulsiones. La mayor de todas, por supuesto, son las compulsiones que vienen de la competencia, donde sólo para poder permanecer en el mercado hay que invertir, innovar tecnológicamente, mejorar productos, cobrar lo que se puede en un mercado competitivo, atender bien al cliente, etc.
Parafraseando a Alicia en el País de las Maravillas, la competencia aporta aquellas compulsiones “que fuerzan a tener que correr para poder al menos estar parado”. Si saca esas compulsiones, no reclame si su capitalismo se le transforma en algo parasitario. Por eso, sólo la McOligarquía cree que en el capitalismo (el de verdad) se puede tener pan y pedazo… En el competitivo, con los apremios que sólo da la competencia, hay que trabajar mucho para ganar al menos un poco; en el de mentira (el parasitario), en cambio, se puede trabajar poco y ganar mucho.
Esto es, crear un modelo (como en Chile) en el que el 1% se pueda llevar hasta casi un tercio del ingreso − ¡y por hacer las cosas que hace! Como se sabe, eso sólo es posible si ese 1% se puede apropiar en forma gratuita (e indebida) de la renta de los recursos naturales; si puede crear todo tipo de rentas artificiales y distorsionadoras (como las que se generan por la falta de competencia, donde se puede cobrar más caro por productos más malos); si se puede tener a tanto político en el bolsillo − unos en el constante y sonante, otros en el ideológico (muchos de los neo-camaradas que votaron por la ley de pesca lo hicieron honestamente, por convicción y doctrina); y si se puede transformar al estado en algo emasculado.
Alejandro Guillier, ha dicho varias veces en su campaña que “los grandes grupos económicos están ganando como nunca y no quieren invertir”. ¡Mensa novedad! Lo que el candidato parece no entender es que no invierten porque no necesitan invertir para ganar tanto; esa es la magia del neo-liberalismo parasitario: las grandes corporaciones (tanto en Chile, como en Estados Unidos y la mayor parte de Europa) crearon en forma totalmente artificial un medioambiente en el cual se puede ganar tanto invirtiendo tan poco. El Transpacífico (TPP) no era más que una nueva ‘ley de amarre’ (quizás la peor de todas, por estar disfrazado hipócritamente como un tratado de libre comercio − cuando esto es algo marginal en la totalidad del tratado), para asegurar que ese capitalismo parasitario nunca pueda cambiar.
Algo así como un nuevo Tribunal Constitucional, pero ahora con base en el extranjero, con derecho a veto a cualquier cambio de política económica que le moleste a la McOligarquía criolla o internacional. Y capaz que este gobierno insista con el “TPP-11” (los originales menos a Estados Unidos) en su insaciable obsesión por auto-dispararse en el pie.
Por supuesto que en las últimas décadas ha habido avances notables en muchas áreas. ¿Pero, es lo más que se pudo hacer? Y, más importante aún, ¿da para más? ¿No será que hace rato ‘el modelo’ ya topó fondo? Sin duda en muchas materias (aunque ciertamente no en todas) el Chile de hoy es casi irreconocible respecto del que había en 1970; pero igual cosa (y mucho más) se puede decir del Chile del 70 respecto del de los 1920s; y ese respecto del de la Guerra del Pacífico; y ese del de la Independencia. En eso, nada muy original; y ya hace rato llegó la hora de la reingeniería, pues el neo-liberalismo ya se transformó en un simple neo-parasitismo.
Pero, como diría un físico, el problema de fondo es que no hay muchas formas de remodelar la estructura de un ‘modelo’ con tan poca entropía. ¿De cuántas formas se puede rediseñar las cosas para que el 1% se pueda seguir llevando casi un tercio del ingreso nacional? ¿Y por hacer el mismo tipo de cosas que le gusta hacer? ¿Y para que el capital extranjero pueda seguir repatriando cada 12 años utilidades equivale a todo un PIB (como sucedió del 2002 al 2014)? ¿Y para que las multinacionales del cobre se puedan seguir llevando cada 9 años, sin justificación económica alguna, rentas equivalentes a US$ 120 mil millones (dólares de 2016; periodo 2005-2014) − rentas que en economía se llaman “Rentas Graciosas”.
Esa cantidad es equivalente a la mitad del PIB total del año pasado, y en términos anuales es equivalente a casi un cuarto del total del gasto público del país. Y todo eso, en gran parte, por molestarse en hacer cosas tan simples como el cobre concentrado (algo así como una viña que sólo es capaz de hacer pipeño…). En otras palabras, como decía Gore Vidal, ¿de cuántas formas se puede remodelar un modelo para que pueda continuar ofreciéndoles ‘socialismo’ a los ricos, y castigando con (pseudo)capitalismo a los demás?
Por supuesto, como decía Einstein, tenemos que ser capaces de “… superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano [el capitalismo] …”; y para eso, “… la ciencia económica, en su actual estado, no nos puede dar mucha luz respecto de la sociedad … del futuro». ¿Pero será mucho pedir que mientras tanto seamos al menos capaces de transformar este engendro de ineficiencia e inequidad (que se disfraza de capitalismo) en algo que tenga al menos la energía del Asia emergente? Es una preciosa ironía de la historia que el líder de la inercia sea un trader billonario, maestro para explotar fallas de mercado (en especial las artificialmente creadas para eso), quien difícilmente ha ganado en su vida un peso haciendo algo socialmente útil. Al menos, hay que reconocer, su meteórico asenso − a diferencia de tanto otro nuevo rico − no partió gracias a las prebendas y privilegios que daba el besarle la mano al Dictador − algo que daba acceso, por ejemplo, a la piñata de los recursos naturales, y a la liquidación de empresas públicas en los CyberDays de los Chicago-boys (¡Aquí no paga Ud., paga Moya!).
Pero llega a dar risa (si es que ésa es la palabra) escuchar el mensaje fundamental de su campaña: si quieres salir del atolladero, vota por Piñera. Recuerda la jerarquía de la Iglesia vendiendo indulgencias plenarias al final del medioevo − con su famoso slogan: «Tan pronto se escuche que la moneda cayó en el cofre, una alma del purgatorio se irá al cielo». En su versión criolla: “tan pronto se escuche que un voto por Piñera cayó en la urna, una chilena o chileno saldrá de este purgatorio neo-liberal, y verá la abundancia”.
Ya vendrá un Lutero que desenmascare este abuso y mentira; uno que vuelva a clavar 95 tesis en la puerta de la catedral neo-liberal (esta vez tesis del tipo keynesiano), junto a otra invitación abierta a debatirlas. Ojala que en su próxima visita a Chile Jorge Bergoglio nos recuerde, como ha dicho a menudo, que la corrupción de todo tipo − incluida la ideológica − es una droga que produce dependencia. Y que nos diga algo similar a su famoso discurso a nuevos embajadores del Vaticano (mayo de 2013) − donde dijo que las democracias actuales son más bien al gobierno del 1%, por el 1%, y para el 1%: «Mientras el ingreso de una minoría aumenta exponencialmente, el de la mayoría se desmorona. Este desequilibrio resulta de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y así niegan el derecho de control a los Estados, quienes son los encargados de velar por el bien común. Así se establece una nueva forma de tiranía, invisible y en ocasiones virtual, una que impone unilateralmente e irremediablemente sus propias leyes y reglas. … [Y una en la que] la egoísta evasión tributaria ya toma dimensiones mundiales”;).
Para terminar, y volviendo al cliché más repetido en el país (hasta la Presidenta cayó en el) − aquél que dice que el fracaso de este gobierno en materias económicas y políticas se debe a que fue demasiado ‘ambicioso’ en sus reformas − por mi trabajo me toca ir seguido al Asia emergente, y allá no pueden creer cuando les cuento que un gobierno liderado por una Presidenta elegida con casi dos tercios de los votos, y con mayoría en ambas cámaras, fue incapaz de llevar adelante en forma efectiva, y en cuatro años, tres reformas mínimas (tributaria, educación y laboral). Para colmo, abandonó de partida su intento de democratizar nuestra constitución bananera. Para ellos llamar un programa así ‘ambicioso’ es (literalmente) realista-mágico. Allá, un gobierno de cuatro años, con esas mayorías, un programa con esas tres reformas sería apenas el aperitivo. En nuestro país, en cambio, a la primera escaramuza se tiró la toalla (una tibia reforma tributaria en un país que, dado su ingreso por habitante, recauda muy poco, y que además lo hace en forma muy regresiva). Parece claro, la falta de energía e imaginación en la clase política refleja lo que pasa en nuestra economía, y su McOligarquía incapaz de llevar a cabo una mínima diversificación productiva − donde lo único dinámico son burbujas financieras y un dudoso endeudamiento corporativo en dólares.
No deja de sorprender que tantos se rebelen contra todo esto pidiendo más de lo mismo; pero es difícil juzgar desde mis privilegios a aquellos que tienen que vivir constantemente al borde del abismo, y que ya se cansaron de la insubstancialidad de la nueva izquierda. En Europa muchos hacen lo mismo; otros incluso aceleran el galope al despeñadero optando por alternativas tipo Brexit, por algunos separatismos insustentables (otros hacen más sentido), e incluso caen en los cantos de sirena de la derecha neo-fascista. ¡Y para que decir lo que pasa en Estados Unidos!
El haber tanto perdido en términos ideológicos, recuerda aquél famoso diálogo (también) en Alice en el País de las Maravillas:
Parece que para muchos hoy día lo más importante es llegar a algún lado − casi no importa dónde. Quizás por eso populismos como los de Piñera son tan efectivos, pues (como decía) instrumentalizan a su favor la inseguridad de la mayoría. Pero, en fin, nunca hay que olvidar que, a diferencias de lo que piensa la ultra-derecha, incluida la chilena, cuando Abraham Lincoln decía que la democracia era “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, no se refería a que eso es así siempre que la mayoría opte por lo que a mí me gusta…
Usando las palabras de Freud (dichas en otro contexto), dudo que haya algún evento − como el neo-liberalismo parasitario − “que haya destruido tanto de lo que es más valioso para la humanidad, haya confundido tanto a tantas de las inteligencias más claras, o haya corrompido tan profundamente lo más elevado.”