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Estamos cerca de llegar a casa

Fernando Toro, Hernan Orozco y Javiera Martinez
Por : Fernando Toro, Hernan Orozco y Javiera Martinez Estudiante de Magister en Desarrollo y Planificación Urbana University College London; Magister en Urbanismo Universidad de Chile; Constructora Civil Pontificia Universidad Católica de Chile
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El día 30 de enero La Municipalidad de Recoleta liderada por Daniel Jadue anunció la creación de la “Inmobiliaria popular”. Si bien, esta iniciativa ha requerido de múltiples y complejas innovaciones y voluntades para que sea exitoso, tanto del Municipio como del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, quisiéramos a través de esta columna aplaudir y destacar las diferentes transformaciones que se materializan a través del primer proyecto anunciado: La construcción de un conjunto de viviendas destinadas al arriendo de interés social.

Gestión municipal de vivienda: Una larga discusión que ha tenido el Congreso y el ejecutivo -a pesar del amplio consenso político y académico desde hace años- es el fortalecimiento de los “Gobiernos de Ciudad” a través de la ampliación de capacidades y recursos de los Gobiernos Regionales. La idea es que estos estamentos del Estado de escala intermedia lideren el diseño, gestión y evaluación de las políticas, programas y proyectos y permita una descentralización efectiva. En este sentido, esta iniciativa de nivel municipal en Recoleta da “dos pasos” adelante, ya que se trata de una demostración de las capacidades que tienen y deben seguir desarrollándose en la escala local del Estado; se debe avanzar en ambos sentidos, regionalización y desarrollo local..

Localización de la vivienda pública: Diversos estudios concuerdan en que la irrupción del neoliberalismo urbano, la liberalización del mercado del suelo, políticas públicas proempresariales han permitido la expulsión de la población de las áreas centrales de las ciudades chilenas durante los último 40 años, provocando que las familias con menos recursos no tengan otra opción que “elegir” una vivienda donde el costo del suelo sea menor, es decir, en la periferia. Este proyecto, junto con otras incipientes iniciativas como el programa de Cités implementado por la Municipalidad de Santiago, la recuperación de Inmuebles patrimoniales en Valparaíso o el proyecto de la Maestranza San Eugenio en Estación Central del movimiento de pobladores Ukamau, son pequeños grandes pasos hacia una política urbano habitacional que considere la ubicación de la vivienda de interes social.

Diversidad de tenencia: “La casa propia” o la necesidad de la vivienda en propiedad es un concepto arraigado en nuestra sociedad, idea impuesta hace décadas que ha generado que olvidemos las politicas públicas asociadas a otros modos de tenencia como el sistema cooperativo, el comodato y el arriendo, entre otros. El arriendo es especialmente pertinente para aquellos núcleos familiares jóvenes, inmigrantes, allegados del pericentro o adultos en constante movimiento entre regiones. En este sentido, la oferta de vivienda social acorde a las necesidades de estos grupos sociales cada vez más numerosos y que hoy no están siendo considerados como sujetos de derecho a la vivienda, es otro paso adelante, sobre todo si consideramos que el mercado del arriendo está alcanzando niveles considerables de vulnerabilidad y precios descontrolados.

[cita tipo=»destaque»]Este tipo de proyectos no sólo son loables por la innovación en las formas de gestión y administración de proyectos de vivienda social con estructuras locales, sino también porque nos invita a ilusionarnos en escalar y replicar esta iniciativa pública que avanza en asegurar a todos y todas el derecho a la vivienda, pensando por ejemplo en que los futuros Gobiernos Metropolitanos hagan ciudad, hagan Barrios.[/cita]

Precio accesible y justo: Tal como lo anunciara el Alcalde Daniel Jadue, el precio de arriendo no debería superar el 25% del ingreso mensual de los hogare. Esta medida, que esperemos considere también los gastos comunes mensuales y decante en menores precios que los del mercado, creemos que debe ser la manera en que se debe enfrentar este tipo de proyectos. Todo lo anterior, no tendría sentido para que después de unos años el proyecto administrado por la Municipalidad cambie de “público objetivo” por posibles necesidades económicas. Acá hay un desafío que esperamos pueda llegar a buen puerto.

Mantención del tejido social: El anuncio de acoger a las familias vulnerables del sector soluciona algo que hace bastante tiempo se viene criticando. El alto porcentaje de familias que obtiene un subsidio pero que no lo “cobra” fue especialmente alto en la última década, esto se explica debido a que la oferta de viviendas ofrecidas por un mercado que sólo busca rentabilidad, se encuentran en la periferia, es decir, destruyen el tejido social y las redes barriales, exigiendo un esfuerzo adicional a aquellos núcleos que quieran acceder al beneficio. Bajo esta nueva modalidad se está disminuyendo el allegamiento y además, se genera permanencia de la población que sistemáticamente ha sido expulsada debido a no tener otra opción durante los últimos años.

Escala de Barrio: Todos los atributos mencionados anteriormente, como un precio cercano a 25% de los ingresos, buena ubicación, modalidad de arriendo, también los comparten los mal llamados “Guetos verticales” ubicado en otras áreas centrales de la ciudad. Sin embargo, dicha ecuación de oferta y demanda sólo ha funcionado generando productos insostenibles desde el punto de vista de la habitabilidad interior (tamaños de vivienda cada vez más pequeños) y del impacto sobre los barrios adyacentes (externalidades económicas y ambientales) que caracteriza la hiperdensificación cuya rentabilidad inmobiliaria parece ser su única justificación. Hoy este proyecto invita volver a soñar con una administración y gestión de conjuntos habitacionales que se plantee la producción del espacio desde la convivencia social y la escala barrial, como lo hicieron los conjuntos modernistas llevados a cabo por la Corporación de Mejoramiento Urbano durante los ‘60 y ‘70.

El desafío: Este tipo de proyectos no sólo son loables por la innovación en las formas de gestión y administración de proyectos de vivienda social con estructuras locales, sino también porque nos invita a ilusionarnos en escalar y replicar esta iniciativa pública que avanza en asegurar a todos y todas el derecho a la vivienda, pensando por ejemplo en que los futuros Gobiernos Metropolitanos hagan ciudad, hagan Barrios. No obstante, también tiene importantes desafíos. Como por ejemplo, avanzar hacia la complementariedad de usos (comercial y habitacional), también considerar integrar grupos sociales diversos (etarias, socioeconómicas, étnicas, género, etc.) y modos de tenencia (arriendo y venta), complejizando una ecuación necesaria de cuestionarse el día de hoy y que bajo ciertos cambios fundamentales en nuestra política urbano habitacional, podremos alcanzar en el mediano largo plazo.

Hoy por hoy y con este impulso, más que nunca estamos cerca de llegar a casa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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