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Desafíos de descentralización en el Gobierno de Piñera: implementación de gobiernos Metropolitanos

Ignacio Cienfuegos Spikin
Por : Ignacio Cienfuegos Spikin Académico del Departamento Política y Gobierno, Universidad Alberto Hurtado. PhD en Gestión y Gobierno de la Universiteit Twente, Holanda
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A fines del año recién pasado, nuestro Parlamento  aprobó una ley que tiene por objeto fortalecer la regionalización a través de la elección de gobernadores regionales (ex intendentes).

No hubo una ley especial durante el Gobierno saliente de la Presidenta Bachelet, sino que se mejoró una proyecto de fortalecimiento de los gobierno regionales iniciado en el primer Gobierno del Presidente Piñera, al cual se le introdujeron indicaciones que constituyeron un gran avance al optarse por un modelo de elección de estos nuevos “gobernadores regionales”, con tres potestades e instrumentos nuevos: sistema de traspaso de competencias; nuevas divisiones en los gobiernos regionales, y  entrega a los GOREs “la gobernanza metropolitana”.

De esta manera quedó establecido en la reforma, que cada región donde exista una zona de continuo urbano de más de 250.000 personas formadas por dos o más municipios, se pueda constituir un área metropolitana con el objetivo de hacer la gobernanza de la infraestructura urbana, servicios y planificación más eficiente, eficaz, así como equitativa. La ley posibilita además, una transferencia de competencias a los gobiernos regionales y un sistema mixto en el cual se gestiona de manera directa pocas competencias, pero se convierte en el decisor clave de los planes urbanos, plan de transporte y del pacto para la infraestructura con los municipios y de cogestión eventual de residuos con los gobiernos locales.

Al analizar la reforma aprobada, claramente se aprecian tres tipos de metrópolis donde se podrán constituir potenciales áreas metropolitanas: áreas metropolitanas concentradas donde existirán solo dos municipios (por ejemplo, Coquimbo-La Serena y Puerto Montt-Puerto Varas); áreas metropolitanas compuestas por más de tres municipios (como el Gran Valparaíso,  Gran Concepción y Gran Rancagua) y áreas metropolitanas de mayor escala (el caso del Gran Santiago con 34 municipios). Es lógico entonces pensar, que estos diversos tamaños de áreas metropolitanas tendrán complejidades distintas, requiriendo entonces de distintas respuestas en cuanto a su funcionamiento y financiamiento, articulación con el nivel central y local, así como en su relación con los servicios respectivos.

Durante el Gobierno saliente, se realizaron experiencias pilotos en algunas regiones que debiesen constituirse durante este gobierno en áreas metropolitanas. Este fue el caso de  las áreas metropolitanas en Coquimbo-La Serena; Puerto Montt-Puerto Varas, Concepción y Metropolitana. Este período preparatorio impulsado por la Subsecretaria de Desarrollo Regional en aquellas regiones, puede entregar importantes luces al Gobierno entrante, sobre la definición de estructura organizacional necesaria dentro del Gobierno Regional para echar andar este proceso, financiamiento de las iniciativas metropolitanas, sistematización de ejemplos de colaboración que funcionaron entre el nivel central, regional y local, así como espacios de coordinación entre los servicios que han sido exitosos.

[cita tipo=»destaque»]A nuestro juicio entonces, uno de los principales desafíos en el ámbito de la Descentralización para el Gobierno del Presidente Piñera, es implementar esta reforma, proceso que no estará exento de dificultades. Por lo pronto, se vislumbra una resistencia evidente por parte de las agencias centrales, que muchas veces gestionan sin involucrar a los actores territoriales, así como una posible oposición de ciertos municipios, generando vetos y competencia por recursos, entre otros problemas.[/cita]

A nuestro juicio entonces, uno de los principales desafíos en el ámbito de la Descentralización para el Gobierno del Presidente Piñera, es implementar esta reforma, proceso  que no estará exento de dificultades. Por lo pronto, se vislumbra una resistencia evidente por parte de las agencias centrales, que muchas veces gestionan sin involucrar a los actores territoriales, así como una posible oposición de ciertos municipios, generando vetos y competencia por recursos, entre otros problemas.

En este sentido, el reto primordial es el de generar una visión metropolitana compartida y de largo plazo, la que incorpore los intereses  del nivel local, integrada por los principales actores técnicos y políticos del área metropolitana, utilizando a su vez, los instrumentos disponibles de planificación y espacios de coordinación intersectorial ya existentes. De esta manera, se debe promover la amplia participación en la construcción de un plan metropolitano consensuado y viable política y técnicamente.

El caso de la Estrategia de Resiliencia de Santiago es un buen ejemplo, donde se logró establecer una mesa de articulación con diversos actores públicos y privados, representantes de ministerios sectoriales, empresas de servicios urbanos, fundaciones, organizaciones de la sociedad civil, universidades, todos liderados por la autoridad regional.

Muchos señalan que en la falta de un gobierno metropolitano que mire de manera integrada y coordinada el territorio, está la causa de gran parte de los males que explican la crisis de nuestras ciudades. La discusión sobre la conveniencia de tener un gobierno metropolitano es de larga data en nuestro país, debate que luego de décadas fue zanjado en la reforma que ahora entre en vigencia. Con todo, el establecimiento de una gobernanza metropolitana es un proceso políticamente complejo y probablemente muy largo, proceso que recién comienza en chile y que requerirá de mucho esfuerzo y voluntad del gobierno entrante para su implementación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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