El caso plantea el fin en San Antonio – cierre definitivo – , de una planta de capitales daneses, ha provocado un serio análisis sobre lo que significa para el país intentar incursionar en las grandes ligas industriales.
Se ha hecho, con razón, caudal por el drama social que lleva aparejada la situación, pero si nos atenemos a los antecedentes disponibles, la cuestión tiene otros aspectos que tienen gran relevancia y son estructurales.
Resulta extraño que, en tan poco tiempo se haya producido un cambio en el mercado de contenedores que nadie previó. Si hay algo en lo que Chile pretende destacarse, es saber mucho de los mercados, y parece que no existe tal experiencia a la luz de lo ocurrido.
Es curioso que, Corfo hubiera aportando recursos para este tipo de inversiones, no solo muy grandes, sino que también muy riesgosas y tan fuera de la realidad del país, como suele desprenderse de lo ocurrido. Resulta extraña la participación de Corfo en este negocio, cuando la principal tarea debiera ser el apoyo a otro tipo de emprendimientos y no precisamente poner recursos a disposición de gigantescas multinacionales que compiten impúdicamente con operaciones propias en distintos países sin importarles nuestra realidad socio económica.
Llama la atención, aunque cada vez menos, encontrar vinculaciones entre personeros relevantes de la concertación que luego aparecen en los directorios de empresas privadas a las que el Estado ha beneficiado.
[cita tipo=»destaque»]Dejando de lado toda consideración relacionada con las llamativas declaraciones sobre la actuación de los trabajadores y sindicatos, o errores en el diseño del negocio y fallas en los mercados que no se previeron, nos resulta particularmente interesante recalcar, que por sobre todo lo ocurrido, es una demostración de la insuperable dificultad que tiene Chile para transformarse en un país del primer mundo. Este intento por crear una industria a nivel mundial, que no era extractivista, es una demostración que a nadie ha dejado indiferente. La explicación de que las plantas Chinas son más baratas, y están en centros operacionales más directos, no creemos que haya sido un misterio. Hemos fracasado en este intento y fracasaremos en todos aquellos que se pretendan realizar sobre la base de una política de mercados abiertos y sin un diseño institucional y nacional sobre la materia.[/cita]
Dejando de lado toda consideración relacionada con las llamativas declaraciones sobre la actuación de los trabajadores y sindicatos, o errores en el diseño del negocio y fallas en los mercados que no se previeron, nos resulta particularmente interesante recalcar, que por sobre todo lo ocurrido, es una demostración de la insuperable dificultad que tiene Chile para transformarse en un país del primer mundo. Este intento por crear una industria a nivel mundial, que no era extractivista, es una demostración que a nadie ha dejado indiferente. La explicación de que las plantas Chinas son más baratas, y están en centros operacionales más directos, no creemos que haya sido un misterio. Hemos fracasado en este intento y fracasaremos en todos aquellos que se pretendan realizar sobre la base de una política de mercados abiertos y sin un diseño institucional y nacional sobre la materia.
Mientras aquello no ocurra, será mejor conformarse con ser un país del tercer mundo vendiendo productos agroindustriales, mineros y por supuesto, servicios. Seguiremos vendiendo el sector servicio interno a capitales privados que generan ingresos cuasi monopólicos y seguiremos transfiriendo nuestras riquezas naturales a los mismos señores chinos que no dejan que exista una planta en Chile, por motivos de mercado. Les permitiremos genuflectamente quedarse con nuestro Litio, en un proceso oligopólico de clase mundial. Así Chile será adicionalmente un país sin ninguna diversidad productiva, que le permita competir en los mercados mundiales.
Si deseamos avanzar a otro estadio, hay que tomar cartas en estos asuntos, y dejar de creernos tigres financieros y empezar a razonar una política estratégica como aquella que otros países ya barruntan.
La falta de política del Litio, de hoy, es la falta de una verdadera vocación chilena, nacional y racional. Las bruscas oscilaciones de los mercados globales podrían causar gravísimos daños a una economía como la chilena, completamente desprotegida.