Señor Director:
Como católico, y por cierto no me declaro «fiel» porque acarreo conmigo una mochila de pecados, me pregunto hasta dónde puede la autoridad eclesiástica o bien personeros de la Iglesia Católica dilatar, sea en sede civil, o bien criminal, su verdad, y no resguardarse en principios o recursos procesales al amparo de figuras como la prescripción, el derecho de guardar silencio o bien requiriendo a sedes extranjeras cuanto antecedente es dable con el fin, reitero, de entorpecer. No sé, francamente, en qué parte del mensaje de Cristo se fundamento ello, cuando justamente, El nos enseñó hablar siempre con la verdad.
Lastimosamente, en lo inmediato, la Iglesia Católica ya perdió la pelea mediática. Y en el fondo, que es donde debe afrontar como confrontar su actuar ahora, ciertos personeros dan muestras de cuán terrenales son al preferir postergar los hechos por sobre enfrentarlos, lo que por cierto, duele y mucho en una feligresía que privilegia la verdad por sobre el olvido, desconociendo con ello los principios básicos del evangelio.
Gonzalo Cruzat Valdés
Abogado