Publicidad

A propósito de la negativa de leer a Pedro Lemebel

Por: Marcelo Arturo Varela Zuñiga



Señor Director:

Me entero —con una mezcla de estupor y cansancio— que en un colegio de la comuna de Independencia un grupo de alumnos expresó su rechazo a leer un texto de Pedro Lemebel por considerarlo “asqueroso”, es decir, por ser el autor homosexual.

Tendencialmente uno podría pensar que los muchachos no son los responsables directos de esa actitud, que básicamente son víctimas de sus padres, de un ambiente familiar. De hecho, me entero que los estudiantes refractarios estaban entusiastamente apoyados por sus padres, que manifestaban su viva preocupación porque sus hijos estaban siendo “homosexualizados” vía malla curricular.

Culturalmente es aceptable que los seres humanos nos expresemos y podamos sostener, sin temor a ser castigados, las opiniones que deseemos. En ese sentido, el humor opera como epítome de ese derecho a la libre expresión: no hay grupos humanos o situaciones liberadas de la mirada crítica del humor (otra discusión es sobre la calidad de esa mirada).

Los estudiantes de Independencia están ejerciendo un derecho, qué duda cabe; sin embargo, la pregunta es si ellos rechazan una obra o rechazan al autor de la obra por su ubicación sexual.

Si rechazaran la obra —en este caso un libro— resulta evidente que lo han leído y lo escrito les provoca malestar, distancia, repugnancia, contradicciones u otra manifestación intelectual o emocional. La aceptación o rechazo de una pieza cultural exige, sine qua non, su experiencia vivencial.

Por otra parte, si lo que los educandos plantean es que no leerán a Lemebel porque es homosexual, lo que señalan, expresamente, es que la obra —el trabajo— de un autor homosexual no debe ser leído, precisamente, porque es homosexual. La historia del arte, la historia de la producción cultural —la historia— quedaría reducida a menos de la mitad si anteponemos a nuestra aprobación o rechazo la condición sexual, religiosa o “moral” del o los creadores.
Esto último, como es evidente, no admite análisis alguno, quizá solo tomarse la cabeza a dos manos, respirar hondo y tratar de seguir adelante.

 

Marcelo Arturo Varela Zuñiga

Publicidad

Tendencias