Publicidad

¿Qué estamos haciendo para enfrentar el cambio climático?

Por: Ricardo Andrés Moreno Pelizari


Señor Director:

«El cambio climático es real y hay que actuar ahora». Ese es el slogan de la popular campaña recientemente impulsada por los jóvenes que se preocupan por el medio ambiente. Al parecer, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, también lo entiende así, según lo que ha expresado en una entrevista reciente. Pero ¿qué entendemos por cambio climático? ¿Qué características de este fenómeno se están ya manifestando? ¿Qué escenarios se pronostican para nuestro país? ¿Qué respuestas nos permite nuestro nivel de desarrollo? ¿Podremos sobrevivir? Aunque hay algunas cosas que sabemos al respecto, las respuestas a estas simples preguntas no son discutidas en forma completa y prioritaria en el debate social, a nivel político o mediático.
Es bueno partir por aceptar que el cambio climático es una realidad que empezó a manifestarse hace un par de décadas, y que es posible observarlo desde distintas disciplinas. La principal causa de esto, según muchos científicos, es el aumento de las emisiones de CO2. La mayoría de los científicos pronostica que el cambio climático seguirá teniendo efectos devastadores en todo el mundo.

Actualmente no existen soluciones tecnológicas que permitan dejar de emitir CO2 a corto plazo, y tampoco hay buenas medidas políticas y económicas para disminuir significativamente las emisiones globales. A pesar de las negociaciones y de la condena pública de organizaciones internacionales, los países que más emiten C02 no están dispuestos a comprometerse a disminuir sus emisiones.

Aunque la discusión sobre el cambio climático lleva ya bastantes años, hay aspectos muy importantes que no están presentes en el debate popular. Por ejemplo, desde hace años se sabe que los océanos tienen una gran “inercia térmica”, esto significa que, por la acción de los océanos, la tendencia de calentamiento es difícil de romper, pues el agua tarda mucho más que el aire en enfriarse. Los océanos guardan calor.

Según los modelos más optimistas, si las emisiones de CO2 cesaran en su totalidad y abruptamente el día de mañana, la temperatura seguiría aumentando por varias décadas, al menos por 40 años. Pero hay científicos que dicen que este efecto podría durar más de 100 años.

¿Qué significa aceptar que exista la inercia térmica de los océanos? Significa aceptar que los eventos meteorológicos extremos que estamos presenciando seguirán aumentando en intensidad y frecuencia durante el resto de nuestras vidas, a pesar de todos los esfuerzos que se hagan para disminuir las emisiones de CO2.

Las conclusiones de los debates acerca del cambio climático han subrayado que la urgencia de disminuir las emisiones de CO2 (descarbonización) y la priorización de la asignación de recursos para adoptar los planes de descarbonización se justifican porque esa es la única forma de asegurar la vida de las futuras generaciones. Al parecer, el ministro Larraín piensa lo mismo, y explica que, si le seguimos haciendo daño al planeta, el crecimiento económico se va a detener.

Pero esto no se trata del crecimiento económico. No se puede pensar en diseñar un buen futuro para las próximas generaciones si la población actual no está preparada para sobrevivir estas décadas que, según los modelos científicos, vienen cargadas de catástrofes.

Si nosotros no nos preparamos adecuadamente, no existirán futuras generaciones.

El momento que vivimos ya es difícil para la producción de alimentos. Los eventos meteorológicos extremos ya han causado suficientes pérdidas para la agricultura, ganadería, piscicultura y pesca como para preocuparse. En todo el mundo se están perdiendo plantaciones y cosechas a un ritmo tal que pronto se verá amenazada la producción de alimentos básicos. No solamente se han perdido producciones completas de ciertos cultivos, sino que el daño en los suelos producto de las inundaciones (o la sequía en otros casos) podría tardar años en repararse, disminuyendo la superficie cultivable, provocando la quiebra de muchos agricultores y dejando las despensas vacías. Analizando mínimamente la situación, y tomando en cuenta que esto va a ir empeorando, se hace evidente que la tarea de establecer cadenas alternativas de producción de alimentos debería tener más protagonismo que la tarea de reducir las emisiones de CO2, pero, por alguna razón, esto no ha sido así.

Si seguimos centrando nuestros esfuerzos en disminuir las emisiones de CO2 y no trabajamos ahora por generar las condiciones de nuestra supervivencia, los humanos seremos una más de las tantas especies que se extinguirán, y eso probablemente será mucho antes de que nuestros intentos por modificar el curso del cambio climático tengan algún efecto.
Es imposible tener todas las variables de este fenómeno bajo control, y no podemos llevar a cabo todas las medidas que podamos concebir, porque los recursos que tenemos son limitados. Es imprescindible aceptar esta realidad. Por eso es crucial priorizar y elegir muy cuidadosamente en qué se invierten los recursos, a todo nivel, especialmente en países pobres como el nuestro.

Al hacernos conscientes de lo que significa el cambio climático, cabe preguntarnos: ¿Es el crecimiento económico un buen indicador para medir nuestra capacidad de respuesta ante los escenarios futuros más probables? En mi opinión, es mejor fijarse en los indicadores de desarrollo social y de desigualdad. La desigualdad es una fuente de conflicto social en tiempos de paz, pues está relacionada con la delincuencia. En los años próximos, cuando los alimentos comiencen a escasear, la desigualdad ciertamente será más dolorosa y peligrosa.

El cambio climático es real. Actuemos ahora, pero preocupémonos de hacer lo correcto por las razones correctas, considerando nuestra realidad y los escenarios futuros más probables.

 

Ricardo Andrés Moreno Pelizari
Antropólogo médico
Máster en antropología médica y salud internacional

Publicidad

Tendencias