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Jurel y COP25 Opinión

Jurel y COP25

Osciel Velásquez H.
Por : Osciel Velásquez H. Presidente Sociedad Nacional de Pesca F.G
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La sustentabilidad –o cómo los seres humanos, también el Estado y las empresas, nos relacionamos con nuestro entorno, conservando la diversidad y productividad en el tiempo– está alcanzando una importante visibilidad en estos días, algo que es muy positivo. Sin embargo, es de esperar que esto no sea solo una moda pasajera de cara a la realización en Chile, en diciembre próximo, de la cumbre COP25, instancia en la que representantes de 197 países discutirán sobre el cambio climático.

Esta semana la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca F.G.) logró la acreditación internacional de la pesquería del jurel, lo que pone a los pesqueros chilenos entre los líderes mundiales en materia de sostenibilidad.

El jurel, emblemático por sus volúmenes de captura y por su elevado aporte nutricional, es hoy la pesquería certificada más grande de Latinoamérica, tal como lo señaló Marine Stewardship Council (MSC), institución encargada de otorgar el sello que establece que las especies marinas se capturan sobre la base de un estándar científico de pesca sostenible y amigable con el medio ambiente.

Fue en Our Ocean 2015, conferencia anual en la que Estados y empresas acuerdan medidas concretas para revertir el deterioro de los entornos marinos, que asumimos el compromiso voluntario de iniciar la certificación de nuestras pesquerías y dar un paso decidido en materia de sustentabilidad, sumando este nuevo estándar a otros programas de Sonapesca, como el de reciclaje, que, a la fecha, ha reutilizado 302 toneladas de redes de pesca en desuso que hoy dan vida a sillas, anteojos y tablas de skate; el programa de limpieza de playas y fondo marino; y la firma de Acuerdos de Producción Limpia para avanzar en la emisión “cero residuos” en nuestras naves de pesca.

Hoy, con orgullo, podemos decir que estamos cumpliendo. En 2017 certificamos la pesquería de los crustáceos (camarón nailon, langostino amarillo y colorado) de la zona centro norte y centro sur del país; en 2018 la del krill de nuestras aguas antárticas; y ahora la del jurel, que tiene gran importancia económica: el año pasado se desembarcaron 425 mil toneladas y se exportaron 140 MMUS$, principalmente en congelados y conservas de esta especie, producto nacional que llegó a mercados como Japón, China, Nigeria, Sri Lanka, Singapur, Jamaica, Perú y Argentina, entre otros.

La certificación de la MSC es bastante rigurosa y difícil de lograr, pero también virtuosa, ya que promueve la sustentabilidad del recurso y, por tanto, la recuperación de las especies y cuidado del ecosistema donde se encuentran. También es un aporte para el cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por Naciones Unidas, en este caso, los de conservación y utilización sostenible de los océanos, mares y recursos marinos; y los de promoción de consumo y producción sustentable. Y, a la vez, esta certificación le agrega valor al producto, algo tan anhelado por nuestra economía. Por ello, es necesario trabajar conjuntamente entre el Gobierno, OMG, academia, pesca artesanal, pesca industrial, trabajadores y sociedad civil.

Es evidente que aún queda trabajo por hacer, pero estamos demostrando con hechos que protección y producción sí pueden convivir. Y, de paso, mostrar en la COP25 que en Chile vamos por buen camino, porque estoy seguro que muchas empresas, gremios y miembros de la sociedad civil son activos en esta materia, aunque no lo sepamos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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