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Sobre las reformas a la educación y sus nimiedades

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Por: Edgardo La Rosa Hernández


Señor Director:

Días atrás, nos enteramos de manera abrupta que la malla curricular de los niveles de 3° y 4° Medio de los colegios del país, tendrían un cambio bastante importante. Historia dejaría de ser obligatoria, y se convertiría en una asignatura de relativa importancia; vale decir, optativa. Con esto, se implementa una nueva fase en el currículum nacional, que ha generado debates y controversias entre diversos sectores y actores de nuestra sociedad, en que políticos, académicos, historiadores, profesores y mucha gente más, han discutido en contra de la medida, que dicen “afecta la memoria y la formación patriótica de la nación”; o que simplemente, compromete los valiosos aprendizajes de nuestros estudiantes. Pero no obstante ello, en mi opinión, el debate tiene más de mediático que de veracidad; como todos los debates de esta post-modernidad. La verdad es que Historia- como muchas otras disciplinas- hace mucho tiempo, en un sinnúmero de colegios de nuestro país, se ha transformado en una disciplina poco interesante y que poco interesa a nuestros estudiantes, que están más interesados en lo que dicen los futbolistas de la selección, o los reggaetoneros en sus canciones, o sus amigos de la esquina. Porque la verdad sea dicha desde los rincones de este Chile, hoy en día la Historia es una más de entre muchas otras asignaturas que se hayan contenidas entre los muros de una institución que requiere reformas más trascendentales e importantes, como es lo sacar de ellas aquello que mueve a todo el mundo, y que desvía, y muchas veces atrofia, el objetivo puramente pedagógico que debiera tener la enseñanza: “el dinero”. Con esto me refiero al lucro que está instalado desde hace muchos años en la educación, y que más allá de unas cuántas reformas al copago, sigue enmarañado como una metástasis entre los muros de nuestras instituciones, a través de dineros que se mueven y transan a través de sostenedores, fundaciones, subvenciones, ATEs, y otros agentes que han transformado a los colegios -como las asesorías de nuestros honorables diputados y senadores- en una fuente de negocio para muchos “emprendedores” que nada aprendieron sobre el sentido ciudadano y el bien común, en las muchas clases de historia que tuvieron años atrás, hasta 4° Año Medio. Es por ello que, a mi entender, un cambio de asignaturas en el currículum, en que entra una y sale otra, no implica necesariamente una transformación relevante a un sistema que está corrupto por el lucro, porque como bien decía el entrañable Jorge González en sus primeros años: “Es mentira eso del amor al arte, no es tan cierto eso de la vocación, estamos listos tu y yo, para matarnos los dos, por algún miserable porcentaje”. Y es que la educación, así como todas las áreas de nuestra sociedad, requieren una reforma aún más profunda y verdadera, que radica en subsanar todo un sistema que gobierna en reverencia al lucro, y que mientras no se reivindique la educación, como un derecho que no debe ser un bien transable, da lo mismo si sale historia y entra filosofía, o si sale educación física y entra educación ciudadana. Si en “las aulas del congreso y la presidencia” los mismos de siempre salen y entran, bajo intereses de poder y de dinero, que no hacen más que reformar para la “tele” pequeñeces que no cambiarán en nada los cimientos de una sociedad que necesita cambios sustanciales al trabajo, a la salud, a las pensiones, como también a la educación; en que las personas de una vez por todas tengan del Estado, la igualdad, fraternidad, justicia y solidaridad, que se prometió alguna vez en los albores de nuestras Repúblicas”.

Edgardo La Rosa Hernández
Licenciado en Historia, Profesor de Historia, y Magister en Currículum y Proyectos Educativos

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