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Ciudades, participación y pandemia Opinión

Ciudades, participación y pandemia

Francisco Bosch
Por : Francisco Bosch Académico de la Facultad de Arquitectura Arte y Diseño UDP
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Antes de la llegada del coronavirus a Chile, se estaban ejecutando en todas las regiones del país, múltiples planes y proyectos de infraestructura, vialidad, edificación y espacios públicos. La mayor parte de estos proyectos, se desarrollaban con procesos de consulta y participación ciudadana. Se implementaban reuniones, talleres, encuentros en terreno y otras instancias de información, dialogo y deliberación con sus comunidades. En cada una de estas experiencias, quienes participaban, podían influir en las decisiones de dichas inversiones públicas.

Frente al actual escenario que nos aqueja, los procesos de participación ciudadana se han visto en su gran mayoría interrumpidos, evidentemente por el necesario distanciamiento social y la imposibilidad de sostener reuniones presenciales entre grupos de personas. Desde el punto de vista técnico, sin embargo, la mayoría de estos proyectos han debido seguir avanzando. Esto último, ya que estas inversiones además de ser socialmente necesarias, serán fundamentales en los procesos de reactivación económica que vendrán.

Aunque pueda parecer que no es urgente, es importante señalar que el debilitamiento de los espacios de participación ciudadana, es una perdida muy relevante en el desarrollo de nuestras ciudades. Estas actividades influyen cualitativamente en el mejoramiento de nuestros entornos por varias razones. En primer lugar, permiten enriquecer sustancialmente los proyectos públicos, toda vez que sus comunidades conocen desde la experiencia concreta y cotidiana los lugares donde se emplazan, y con ello sus problemas específicos. Otra razón, es que cuando los proyectos públicos se desarrollan con buenos procesos de participación, las comunidades luego adquieren un mayor compromiso con el uso, el cuidado y la sostenibilidad de estas inversiones. Los procesos de participación ciudadana, además, y sobre todo en territorios de mayor vulnerabilidad, fortalecen las redes comunitarias y con ello las capacidades de resiliencia de estos lugares. Por último, la participación ciudadana es además un mecanismo de democratización y equilibrio de poder, que acerca espacios de decisión pública a la gente.

Ante esto, se requiere hoy con urgencia, una actitud innovadora de parte del estado, instituciones, organizaciones sociales y profesionales vinculados a estas temáticas. Se requiere actuar con creatividad, diseñando estrategias e implementando experiencias que permitan sostener los procesos en curso. Las ciudades y sus habitantes lo requieren.

Entre los desafíos a abordar, el más evidente será implementar mejores espacios de participación virtual, que puedan remplazar por el momento, los espacios presenciales de colaboración ciudadana. Si bien esto no es del todo nuevo, por lo general, las experiencias de participación digital hasta el momento, han sido desarrolladas con una interactividad acotada, más bien como instancias deliberativas para decisiones específicas. En este sentido, la participación a través de medios digitales, debe ahora avanzar en cuanto a las capacidades de generar espacios de diálogo y reflexiones conjuntas, como aquellas que se producen en instancias presenciales.

Un segundo desafío muy relevante, será poder llegar con estas herramientas, a lugares y territorios de mayor vulnerabilidad, que como muchos estudios describen, presentan un menor nivel de acceso y conectividad a dispositivos tecnológicos. Será fundamental diseñar instancias que primero reconozcan y se adapten a los factores locales. Probablemente el uso de medios tecnológicos cotidianos como celulares, whatsapp y redes sociales, debieran facilitar una mayor participación por vías digitales.

Asimismo, se deberá trabajar con un enfoque de inclusividad, promoviendo la participación de grupos que puedan tener una mayor dificultad con el uso de tecnología, como adultos mayores o personas con discapacidad. Es que probablemente, no todo tenga que ver con innovación tecnológica en este proceso, sino también innovación social. Se podrán diseñar, por ejemplo, procesos de participación ciudadana que reconozcan hoy, al hogar como un primer espacio de discusión del barrio y la ciudad, generando dinámicas familiares donde interactúen niños, adultos y adultos mayores en conjunto, integrando así, la visión de todos.

De esta forma, ante la reducción de los espacios de participación ciudadana como resultado de los efectos del corona virus, debemos imaginar y proponer nuevas formas de colaboración tecnológica y social. Propuestas que primero, reviertan el debilitamiento generado hoy por la pandemia, pero que probablemente nos lleven después, al desarrollo de nuevas herramientas que contribuyan a enriquecer la participación ciudadana en el futuro.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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