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El agua más allá de la Convención: la urgencia de un nuevo Código de Aguas Opinión

El agua más allá de la Convención: la urgencia de un nuevo Código de Aguas

Alena Gutiérrez
Por : Alena Gutiérrez Licenciada en Cs. Jurídicas de la U de Chile - Activista Ambiental y fundadora del Proyecto Semilla
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Aunque la Convención avance de forma decidida en transformar el rango constitucional del agua y su acceso, una tarea fundamental para concretar el mandato ciudadano es transformar de manera profunda el actual Código de Aguas. Si bien el problema de la sequía se encuentra asociado al cambio climático, no deja de ser cierto que la concentración del agua agrava y se convierte en una injusticia, producto de una legislación que cede a perpetuidad el goce de los derechos y no asegura el acceso para el consumo humano ni para la reproducción de las cuencas, a la vez que entrega escasas herramientas de fiscalización.


Hace cuatro años, activistas por el agua en la laguna Aculeo denunciaban por televisión la creciente pérdida del nivel de agua producto del desvío de los afluentes que abastecen a la laguna. En ese momento, las imágenes parecían sacadas de algún pasaje bíblico, con peces muriendo en medio de los últimos trazos de agua. Hoy, cuatro años después, la laguna finalmente se secó, dejando tras de sí un sitio eriazo y árido.

Aunque las imágenes de la laguna grafican de modo dramático el problema del uso del agua, no es el único. Junto a casos emblemáticos como la provincia de Petorca, según los recuentos de la DGA hay 101 comunas a nivel nacional con decretos de escasez hídrica, por lo que difícilmente se trata de un problema aislado. De hecho, la Región Metropolitana actualmente se encuentra asediada por la sequía, con 24 comunas bajo decretos de escasez, afectando especialmente a las provincias de Melipilla, Talagante, del Maipo, Chacabuco y Cordillera, además de las comunas de Pudahuel, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, pertenecientes a la provincia de Santiago. De ese modo, la sequía dibuja un cinturón alrededor de la Región Metropolitana, afectando la vida de las comunidades y amenazando al principal centro urbano del país.

[cita tipo=»destaque»]Para un presente y futuro posible, el agua es fundamental. El proceso constituyente dará pasos imprescindibles para una nueva regulación. Pero aquello será insuficiente si quienes queremos que Chile cambie, no impulsamos un nuevo Código de Aguas, que privilegie la vida y la sustentabilidad de las cuencas, con una DGA efectivamente fiscalizadora y dotada de herramientas. Para que imágenes como las de Aculeo no se multipliquen, debemos comprometernos hoy.[/cita]

Es evidente que el problema de la gestión del agua llegó para quedarse y seguirá expandiéndose, al punto de volverse un elemento central de los debates políticos de nuestro tiempo, entre otras demandas. Durante las movilizaciones sociales de 2019 se hizo patente la urgencia por abordar el problema del agua, denunciando la injusta e ineficiente administración que consagra el Código de Aguas en la famosa consigna “no es sequía, es saqueo”, señalando la actual estructura de propiedad y gestión del agua como un problema central.

En las elecciones para la Convención Constitucional, cerca de 500 candidaturas respaldaron la iniciativa “Suelta el agua” de Greenpeace. De los constituyentes electos, el 70% señaló estar a favor de introducir modificaciones a la actual estructura de propiedad y gestión del agua, además de resultar electos varios activistas medioambientales. Todo lo anterior recalca la importancia que la ciudadanía le otorga al problema y el amplio consenso que existe entre las fuerzas de cambio por encontrar un modo de resolverlo que garantice el acceso para el consumo humano, poniendo en el centro la sustentabilidad de la vida y la posibilidad de un presente y futuro en común.

Aunque la Convención avance de forma decidida en transformar el rango constitucional del agua y su acceso, una tarea fundamental para concretar el mandato ciudadano es transformar de manera profunda el actual Código de Aguas. Si bien el problema de la sequía se encuentra asociado al cambio climático, no deja de ser cierto que la concentración del agua agrava y se convierte en una injusticia, producto de una legislación que cede a perpetuidad el goce de los derechos y no asegura el acceso para el consumo humano ni para la reproducción de las cuencas, a la vez que entrega escasas herramientas de fiscalización.

Para un presente y futuro posible, el agua es fundamental. El proceso constituyente dará pasos imprescindibles para una nueva regulación. Pero aquello será insuficiente si quienes queremos que Chile cambie, no impulsamos un nuevo Código de Aguas, que privilegie la vida y la sustentabilidad de las cuencas, con una DGA efectivamente fiscalizadora y dotada de herramientas. Para que imágenes como las de Aculeo no se multipliquen, debemos comprometernos hoy.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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