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¿En qué momento se jodió Chile?  Opinión

¿En qué momento se jodió Chile? 

Pablo González S.
Por : Pablo González S. Director Académico Centro de Sistemas Públicos (CSP) de Ingeniería Industrial de la U. de Chile y además es Investigador en el Centro de Investigación para la Educación Inclusiva.
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Mi respuesta a la pregunta inicial es no. Chile no se ha jodido aún. Podemos escribir, por ejemplo, nuestra opinión sin temor a ser encarcelados por eso, lo que no es así para más de la mitad de la población del planeta. Pero de seguir por este camino de medidas estúpidas, apelando a votantes particulares, sin visión de país ni de futuro, mal diseñadas y peor implementadas, no habrá nada que pueda evitar la materialización de esa sensación de pesimismo que hoy se ha apoderado de las mayorías. Y en lugar de soñar cómo podemos aportar para salvar el planeta, el verdadero desafío que enfrenta la humanidad hoy día, seguiremos ocupados en salvarnos cada uno a sí mismo.


Muchos tienen esta sensación. Que algo se torció. Que estamos en crisis.

Algunos culpan a los gobiernos de la Concertación, incluso algunos de sus dirigentes han pedido perdón para intentar salvarse. Una simple mirada a las cifras lo desmienten: crecimiento económico, reducción de pobreza, expansión de la infraestructura, escolaridad, esperanza de vida. Estos dos últimos indicadores comparables a Alemania, con una fracción de sus recursos.

Después la historia es distinta. La forma de hacer las cosas no cambió –en política más bien empeoró–; la sociedad y sus demandas, sí. Dos gobiernos de derecha insistieron en gobernar para los intereses de unos pocos, como lo atestiguan la Ley de Pesca, el debilitamiento de la defensa de los consumidores o el intento de volver a las reglas de concesiones anteriores a la licitación por valor presente neto. Un gobierno de izquierda, que venía con retroexcavadora a conducirnos hacia una sociedad más cohesionada y justa, hizo exactamente lo contrario, al darnos un voucher para la educación superior y al desaprovechar la oportunidad de hacer más progresiva la estructura tributaria. Por supuesto, hicieron algunas cosas muy bien, pero se pierden de vista en los errores gruesos, de los cuales sus opositores se cuelgan.

[cita tipo=»destaque»]Veo con horror cómo en los programas de gobierno los errores se profundizan. La insistencia en el modelo que llevó al estallido social, los unos; en los gastos errados, los otros. ¿Es tan difícil entender, para la derecha, que la sociedad demanda y necesita más libertad, no solo en lo económico ni para unos pocos, sino para poder realizar los proyectos de vida que cada uno defina para sí? ¿O para la izquierda, que transferir recursos a grupos de interés no va a permitirnos fortalecer nuestro desarrollo económico y social?[/cita]

Mientras, en pleno período electoral, los defensores del statu quo, que la tienen fácil, pues debiesen solo ceder un poco, pequeños acomodos para no perder lo esencial como lo sugiere sabiamente Lampedusa, prefieren arriesgarlo todo para no ceder nada, y nos amenazan con Venezuela si no los seguimos votando; y los que quieren realizar transformaciones, que la tienen difícil porque deben elegir entre millones de alternativas de cambio, lo echan todo a la basura por falta de la sabiduría para escoger bien.

Veo con horror cómo en los programas de gobierno los errores se profundizan. La insistencia en el modelo que llevó al estallido social, los unos; en los gastos errados, los otros. ¿Es tan difícil entender, para la derecha, que la sociedad demanda y necesita más libertad, no solo en lo económico ni para unos pocos, sino para poder realizar los proyectos de vida que cada uno defina para sí? ¿O para la izquierda, que transferir recursos a grupos de interés no va a permitirnos fortalecer nuestro desarrollo económico y social?

Los grandes usos de recursos definirán nuestro futuro, no los detalles. Corea, al igual que Chile, incrementó en 1% del PIB su gasto en educación superior, pero lo hizo para poner a siete universidades estatales entre las 100 mejores del mundo, vinculándolas aún más fuertemente a su potente desarrollo económico, cultural y social. ¡Como si el error de prometer ampliar la gratuidad se borrase profundizando la compra del mercado condonando el CAE! Cambiar a quien paga por un gasto no promueve el desarrollo, menos aún quién carga con una deuda por un gasto ya hecho y donde solo una fracción menor tiene problemas para pagar. El viceprimer ministro de Singapur identifica como la política clave para su espectacular desarrollo económico y social haber obligado a que todo desarrollo inmobiliario albergue proporciones de cada una de sus etnias equivalentes a su representación en la población del país. Y pese a eso está experimentando problemas de cohesión social. Aquí el mercado decide, pero con cada vez menor libertad real para los que habitarán los nuevos barrios.

Los países del norte de Europa tienen impuestos progresivos, y educación y salud de calidad similar para toda la población. Todos tienen sistemas económicos de mercado, con reglas estables, pero con fuertes sanciones sobre quienes hacen mal uso de su riqueza. El heredero de uno de los más grandes conglomerados empresariales de Corea acaba de purgar dos años tras las rejas. Por supuesto, no en las horrorosas condiciones de las cárceles de Chile, sobre las que ningún programa se pronuncia. Dignidad y respeto debiese ser la clave para tratar a todas las personas dentro de nuestras fronteras: nunca ha sido así. Y mejores políticas sociales y culturales podrían acercarnos a Holanda, donde, por ausencia de crímenes, las cárceles se están reconvirtiendo en hogares para refugiados.

Mi respuesta a la pregunta inicial es no. Chile no se ha jodido aún. Podemos escribir, por ejemplo, nuestra opinión sin temor a ser encarcelados por eso, lo que no es así para más de la mitad de la población del planeta. Pero de seguir por este camino de medidas estúpidas, apelando a votantes particulares, sin visión de país ni de futuro, mal diseñadas y peor implementadas, no habrá nada que pueda evitar la materialización de esa sensación de pesimismo que hoy se ha apoderado de las mayorías. Y en lugar de soñar cómo podemos aportar para salvar el planeta, el verdadero desafío que enfrenta la humanidad hoy día, seguiremos ocupados en salvarnos cada uno a sí mismo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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