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Lo que está en juego Opinión

Lo que está en juego


Al margen de cualquier encuesta, vaticinio, predicción intencionada o no que se quiera hacer y transmitir, lo cierto es que Chile tiene la oportunidad de dar una lección a todo el miedo que estos últimos meses a circundado por las cabezas de millones de personas. El Poder, se ha transformado en un paciente en estado crítico. Sus últimas inhalaciones y exhalaciones son cada vez más rápidas y entrecortadas, están movilizando todo lo que pueden movilizar con sus últimos suspiros, como agarrados del último santo que les queda para proteger todos los intereses que durante décadas les proporcionaron un paraíso de prosperidad. Es tal la desesperación, que a mitad de carrera de primera vuelta se habían cambiaron de caballo. Sin embargo, saben que el caballo al cual se cambiaron no es un animal dócil, a muchos eso les produce desagrado, pero están entreverados si siguen al final de la carrera con un caballo chúcaro, o viven el tiempo que les queda sintiendo como una gota fría les corre por la espalda. 

El Poder, 4 años atrás se la jugó por completo por un diablo conocido. Su apuesta parecía segura, pero les fue para el olvido y se convirtió en el peor de sus desaciertos. Llegaron triunfantes a apostar sus fichas en un casino pagador, pero con el pasar del tiempo, les produjo la peor de las rachas y la peor de sus borracheras. Quedaron derrotados casi sin tiempo para reflexionar sobre la derrota, porque ha sido derrota tras derrota. Perdieron el control, el orden social, la agenda legislativa, algo de patrimonio financiero, credibilidad y lo peor que los irrita o lo que más lamentan, perdieron la obediencia de aquellos que marchaban en sus vidas aparentemente sometidos. Salió el elefante blanco escondido debajo de la mesa de los 30 años del supuesto “progreso y orden”, y con su salida desnudó en verdad la fragilidad y la frivolidad con la que vivían un pequeño grupo de personas sometedoras de millones, sobre eso fue inolvidable y mítica la frase “Vamos a tener que compartir nuestros privilegios” como confidenciaba la filtración de la primera dama a una cercana amiga en pleno estallido. La burbuja o el largo sueño que se vivía de la ex Plaza Italia hacía arriba, o en las cómodas terrazas de veraneo de Caburgua, Villarrica, Pucón, Cachahua, Zapallar, Papudo, y un largo etcétera de lugares hermosos reservados para unos pocos (los mismos), se les acabó de golpe, o al menos eso vienen sintiendo los protagonistas de ese grupo social, sino no hubiera existido la estampida de dinero hacia el exterior que ha ocurrido por estos últimos  meses, miles del millones de dólares arrancando de lo que para ellos es y será el peor de los infiernos. 

Dentro de su desesperación hace más de 1 año que venían alimentado – por todos los medios posibles – que tendríamos sólo 2 candidatos, Lavín y Jadue. Para ello, como una máquina de querer construir realidad ocuparon un bufón que salía todas las semanas a vociferar esa realidad “Lavín y Jadue”. Al Poder le convenía de sobre manera que la alternativa opositora fuera comunista y que la alternativa oficialista fuera otro diablo conocido. La historia está ahí, fracasaron en todos sus intentos, pero aquello no impidió que dicha máquina lograra contratos millonarios con el gobierno de turno. En fin, Sichel – la carta oficialista – rápidamente perdió el control y el mundo electorero (entre ellos El Poder) lo observó inconsecuente y cada vez más solo. Quedaba, entonces, recurrir a lo peligroso que es y ha sido para el mundo el peor de los populismos, el populismo sociópata. Trump, Bolsonaro, son ejemplo claro de ello, “… personas que ignoran los derechos y los sentimientos de los demás… no demuestran un discernimiento entre el bien y el mal…” a la vista de esa definición de sociópata está un solo ejemplo, la que fue y ha sido su actuación con la pandemia en sus respectivos países dejando miles de muertos por actitudes negacionistas que rayan en lo criminal. Sería muy difícil, o veo muy difícil que Chile aspire a ser parte del club de los países dirigidos por sociópatas, sería un daño irreversible. 

Chile se juega la posibilidad de destronar con pura “democracia” lo que comenzó decididamente hace 2 años. El domingo no existirá o no tendrá lugar la queja recurrente que al Poder se le despojó a causa de violencia, y eso es lo que verdaderamente se vuelve aterrador para aquellos que aún no se dan por vencidos e intentan seguir con el juego de que todo lo que se acerca a aspirar a algo un poco más justo o equitativo, es achacable a una aspiración ideológica violenta. Por ello, la supuesta “paz” y “orden” que tanto pregona como bastión de campaña este tipo de populismo nunca se conseguirá con más violencia y con más armas. Nuevamente apuestan o hacen una lectura conscientemente errónea y falaz que sólo tiene el objetivo de generar más miedo. Lo que realmente cuenta, es que todas las ideologías han fracasado o no dan con el entendimiento de un nuevo orden social y mundial. Las personas que voten en segunda vuelta me atrevería a decir que en su mayoría lo harán sin olvidar que fueron ellas mismas las que – sabiamente – obligaron al Poder a correr el cerco y exigir nuevas reglas para un convivir distinto. Que fruto de ello, está en plena marcha ese genuino triunfo unitario que se plasmó con un 80% de convicción como en ninguna elección que se tenga memoria ¿Qué más revelador que eso? ¿Cómo pretender que ese 80% en menos de 2 años cambiará de opinión para retroceder sobre lo que soberanamente decidió avanzar? Lo lógico es pensar que Chile se juega la posibilidad de consumar ese anhelo. Es el Poder el que deberá entender que las personas y la sociedad chilena no está para la sociopatía de un movimiento populista, que mientras sean ellos los que más se demoren en ceder y asimilar esa idea, más inestabilidad provocarán. Esta elección no se trata de quitarle nada al Poder (como ellos vienen sosteniendo) sólo es plasmar que las nuevas reglas necesitan ajustarse en función de aspirar a una nueva vida, una que sea verdaderamente decente y digna, y que los que encabecen ese proceso deben ser personas que entiendan la envergadura de lo que ello representa.    

Lo que está en juego, es seguir avanzado el camino hacia en nuevo Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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