Publicidad
Futuro gabinete: representación del Chile real y señales esperanzadoras Opinión Crédito: Agencia UNO

Futuro gabinete: representación del Chile real y señales esperanzadoras

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
Ver Más

Creo que el anuncio del futuro gabinete fue un golpe a la política tradicional y a las elites del país, acostumbradas a una especie de silla musical entre los mismos rostros, provenientes de los mismos colegios y universidades. Desde el 11 de marzo tendremos un equipo mucho más representativo del Chile real, más diverso, con más médicos que economistas, con más mujeres y la mirada del mundo que da el hemisferio derecho –el emocional, el del lenguaje–. Tendremos también un Presidente que tiene claras sus prioridades y un relato mucho más convocante, más épico. Esto, sumado al buen ambiente país que se ha formado en estas semanas, lo que al menos hace tener esperanzas. Algo tan necesario en estos tiempos de incertidumbre que estamos viviendo debido a la pandemia, que ha vuelto a atacar sin tregua a nuestro país.


Partamos por el hecho de que la puesta en escena, para anunciar el gabinete que acompañará a Gabriel Boric desde el 11 de marzo, fue espectacular. Con el Museo Nacional de Historia Natural como telón de fondo –en la popular Quinta Normal, esa que conoce la gente pero no los políticos–, el Presidente electo fue presentando a cada una y cada uno de sus colaboradoras y colaboradores de manera personalizada y afectiva. Vestían de manera colorida, no muy formal –sin corbata los hombres, algo que ya empieza a constituir una grata imagen–, alegres, sonrientes, algunos(as) acompañados(as) de sus hijos. El ambiente era de fiesta. Más que solemne, fue emocional. Un marco perfecto para marcar un quiebre con esos anuncios apretados, fríos, de trajes oscuros y formales de antaño, que partían marcando distancia con las ciudadanas y los ciudadanos.

Pero el punto de inflexión, de ruptura, con eso a lo que estábamos acostumbrados en los últimos 32 años, vendría con los nombres del equipo ministerial. Más mujeres que hombres –qué señal más potente y necesaria–, muchos independientes, gente de regiones, la primera ministra del Interior de la historia, hombres y mujeres jóvenes, incluso algunos(as) desconocidos(as), gente experimentada pero lejos del olimpo. Un gabinete diverso, que rompió con el molde predominante de la elite –algo tan marcado en el Gobierno actual–, que puede ser representado en las universidades de precedencia. Con Piñera, 14 de sus ministros originales estudiaron en la Pontificia Universidad Católica. Con Boric, 12 de ellos estuvieron en la Universidad de Chile. El país real representado, por primera vez, en un gabinete. En buena hora.

Y aunque hubo varias sorpresas, el Presidente electo ratificó a su núcleo duro y grupo de confianza en el futuro gabinete, no dejando a ninguno de ellos en el backstage, o segunda línea. Aunque se especulaba que Jackson cumpliría con el rol estratégico de dirigir el hasta hoy llamado “segundo piso” –que de seguro cambiará de estructura y nombre-, al final asumirá la relación con el Congreso y la Convención. De esta forma, la foto del viernes en el museo quedará como un registro histórico de un grupo de amigos y compañeros de ruta que iniciaron una revolución estudiantil, que terminó convirtiéndose en la precuela del estallido social. De seguro, ninguno de ellas y ellas podrían haber imaginado esto hace 10 años.

Llamaron la atención también algunos nombres que sonaban como fijos y al final no fueron considerados, como el caso del exfiscal Carlos Gajardo, quien tuvo un rol protagónico en la segunda vuelta –aunque ya se habla de que podría ser Fiscal Nacional– y Bárbara Figueroa, la que incluso se reunió en «La Moneda chica» con Boric el mismo día en que concurrió Carlos Montes. Tal vez el Presidente, al descartar este último nombre –escogió a Jannette Jara, que ya antes fue subsecretaria en el Gobierno de Bachelet–, simplemente quiso entregar una de las señales más importantes hacia el PC: optó por la línea menos ortodoxa y rostros que no despertaran muchas críticas, como habría ocurrido con Figueroa o el propio Teillier, quien se retiró de la ceremonia visiblemente molesto.

Y si cada detalle estuvo bien pensando, el discurso de cierre de Gabriel Boric tuvo un tono épico plagado de señales políticas de lo que será su gestión. Habló de Wallmapu y no de La Araucanía, señaló que priorizará los temas de género –las mujeres fueron claves en su elección–, tranquilizó a los mercados al designar a Mario Marcel, pero al mismo tiempo habló de recuperar la economía sin reproducir las “desigualdades estructurales” y de crecimiento sustentable, junto con nombrar a una ministra del PC en Trabajo.

Tuvo gestos hacia la ex Nueva Mayoría –“no empezamos de cero”–, Michelle Bachelet e incluso a la administración de Piñera, con el tema de las vacunas. Incorporó temas que no se han visibilizado en la pandemia, como la salud mental, pero principalmente puso el tono de su futuro Gobierno. Dijo que respetará el programa, pero que los cambios estructurales serán graduales –usó el concepto “paso a paso”–, aunque advirtió que se avecinan tiempos difíciles. Quizás el punto central de su intervención fue el apoyo que le ofreció a la Convención Constitucional. Mal que mal, Boric sabe de antemano que uno de sus legados será el poner la firma a una iniciativa en que él tuvo un rol protagónico en su origen.

Respecto de las señales políticas, el ingreso del PS y el PPD al Gobierno representó de inmediato la amplitud de Apruebo Dignidad hacia lo que era Convergencia Socialista. Esto le permitirá impulsar iniciativas legales con una mayor base de apoyo, pero también le aportará a dar mayor gobernabilidad al incorporar un mayor grado de experiencia política, eso tan necesario en situaciones de crisis o los “momentos difíciles” que advirtió el propio Boric. Si hay alguna colectividad que quedó damnificada, es la DC, que esta vez inicia una navegación en solitario y sumida en la confusión y falta de definiciones. Tuvieron un mes exacto desde que salió electo el nuevo Presidente para tomar decisiones y no tuvieron la capacidad o voluntad de expresar dónde querían estar.

Creo que el anuncio del futuro gabinete fue un golpe a la política tradicional y a las elites del país, acostumbradas a una especie de silla musical entre los mismos rostros, provenientes de los mismos colegios y universidades. Desde el 11 de marzo tendremos un equipo mucho más representativo del Chile real, más diverso, con más médicos que economistas, con más mujeres y la mirada del mundo que da el hemisferio derecho –el emocional, el del lenguaje–. Tendremos también un Presidente que tiene claras sus prioridades y un relato mucho más convocante, más épico. Esto, sumado al buen ambiente país que se ha formado en estas semanas, lo que al menos hace tener esperanzas. Algo tan necesario en estos tiempos de incertidumbre que estamos viviendo debido a la pandemia, que ha vuelto a atacar sin tregua a nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias