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La reinvención de los técnicos chilenos DEPORTES Crédito: Agencia UNO

La reinvención de los técnicos chilenos

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Hace rato que los pocos logros que ha obtenido el fútbol chileno no están de la mano de técnicos nacionales. Salvo el Mundial del 62 con Fernando Riera, la Libertadores fue con un croata y las Copas Américas bajo la dirección de técnicos argentinos. La Sudamericana con trasandino también. Y todos ellos fueron aportes al crecimiento de nuestra actividad, pero qué ganas de poder ver también a nuestros técnicos celebrando y levantando copas internacionales. Por eso, y aunque sea una primera etapa, este torneo está dejando ver a lo menos a un grupo de directores técnicos chilenos disputando los lugares de privilegio. Es un buen síntoma por ahora. Ojalá se mantenga en el tiempo.


Terminada la primera rueda del torneo, apareció la oportunidad de destacar el trabajo que algunos técnicos nacionales están llevando a cabo.

Entre los cinco primeros, hay cuatro de ellos con sus equipos: Jaime García, César Bravo, Damián Muñoz y Gustavo Huerta. La excepción es Gustavo Quinteros.

Y sin duda es una buena noticia, porque desde hace mucho rato que los estrategas nacionales no tienen un sitial de importancia, entre técnicos argentinos y uruguayos que constantemente están llegando al fútbol chileno. Porque, no cabe duda, es alentador tener otras miradas y visiones a la hora de ofrecer ideas de juego.

El trabajo de Jaime García en Ñublense hace rato es digno de elogios. Un técnico sencillo y directo, con ideas claras y sin grandes aspavientos al momento de expresarlas. Lejos de los tecnicismos y palabras rebuscadas. El fútbol de Ñublense es gran parte de reflejo de lo que siente el que fuera central. Intenso y trabajado. Esfuerzo y pasión al momento de dejar todo en la cancha.

Lo de César Bravo con los hispanos tiene otra arista. Es una forma más pausada y seguridad con el balón. Con mucho protagonismo de jugadores de la cantera, que él conoce muy bien, por haberlos dirigido desde muy pequeños. Eso es un aval a la hora de darles confianza de jugar como titulares.

El Curicó de Damián Muñoz también es un equipo que propone. Le gusta tomar la iniciativa y trata o intenta someter a los rivales con velocidad e intensidad. Muchas veces resulta y en otras oportunidades paga el costo, pero hay un atrevimiento que bien vale destacar.

Gustavo Huerta es de esos entrenadores que, con el paso del tiempo, adquiere sabiduría y templanza. Un estratega inteligente y que conoce de sobra las virtudes y debilidades de su plantel. Es de los técnicos que logra con pocos recursos sacarle máximo provecho a lo que tiene.

Son buenas noticias para un torneo que constantemente se debate en la depresión de los resultados internacionales y los alicaídos presupuestos que no permiten tener figuras de excepción. Son brisas alentadoras, ya que hace mucho rato que los técnicos nacionales no se hacen valer, no solo por su trabajo sino que también por dar a conocer sus ideas de juego o de qué manera conducen un grupo de futbolistas.

Y esto es una crítica constructiva. Los directores técnicos extranjeros que llegan, especialmente desde el otro lado de la cordillera, entienden todo el negocio del fútbol. Abren y comparten sus historias o vivencias, se expresan de manera coloquial y profunda, opinan en paneles o programas. Se dejan ver y mostrar. Los chilenos, en su gran mayoría, se esconden o tienen como excusas que solo hablan en conferencias oficiales. Necesitan tener voz. Necesitan tener un rostro visible para sus hinchas y seguidores. Algunos han ido entendiendo esto y precisamente no se trata de “vender humo” sino que, por el contrario, dar a conocer sus ideas e intenciones.

No se trata esto de nacionalismos sino de entender la industria. Hay materia prima. Hay buenos técnicos en Chile, de eso no hay duda. Pero deben ayudarse, compartir experiencias y vivencias. Darlas a conocer, que los hinchas sepan el porqué de las decisiones técnicas o cómo buscan enfrentar los próximos desafíos.

Hace rato que los pocos logros que ha obtenido el fútbol chileno no están de la mano de técnicos nacionales. Salvo el Mundial del 62 con Fernando Riera, la Libertadores fue con un croata y las Copas Américas bajo la dirección de técnicos argentinos. La Sudamericana con trasandino también. Y todos ellos fueron aportes al crecimiento de nuestra actividad, pero qué ganas de poder ver también a nuestros técnicos celebrando y levantando copas internacionales. Por eso, y aunque sea una primera etapa, este torneo está dejando ver a lo menos a un grupo de directores técnicos chilenos disputando los lugares de privilegio. Es un buen síntoma por ahora. Ojalá se mantenga en el tiempo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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