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Geografía, intracolonialidad y nueva constitución Opinión

Geografía, intracolonialidad y nueva constitución

Ulises Sepúlveda
Por : Ulises Sepúlveda académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado.
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A mi juicio la nueva constitución es un texto legítimo en origen, positivo y propositivo para el desarrollo presente y futuro de nuestro país, que en virtud de su funcionamiento debe ver evaluado y mejorado. El texto que está esperando por todos los que creen en la democracia y que anhelan construir desde la esperanza un país de justicia, oportunidades, derechos y medio ambientes saludables para todas sus comunidades.


Desde hace mucho tiempo que no me llama la atención la reactividad de la elite nacional a los cambios sociales que se vienen solicitando por parte de la sociedad chilena, es una tradición. De hecho, varios expertos internacionales han señalado que los cambios sociales en Chile apuntan al desarrollo de una sociedad más justa, en cuanto a derechos sociales, políticos y ambientales. En Chile, la elite, que posee los medios de comunicación, se ha lanzado con todo a rechazar la propuesta de una nueva constitución. Nada nuevo en el horizonte.

A mi juicio, la reactividad de la elite chilena viene de un proceso de intracolonización, concepto no muy novedoso, pero que me permite explicar el fenómeno. Viene de colonización, pero a diferencia del original, en vez de provenir desde fuera de nuestras fronteras (el colono) tiene su origen en el interior del propio territorio chileno, siendo desarrollado por una elite que ha creado su propia diferencia. La principal característica de esta elite intracolona es haber creado un apartheid cultural inverso con el resto de la sociedad. Como interesado en la geografía cultural, puedo señalar que es un sistema de valores al cual es muy difícil acceder y que en muy pocas ocasiones se expresa en forma explícita al resto de la sociedad. Este apartheid inverso no opera en la pragmática de las relaciones sociales, pues estas pueden ser funcionales, sin producir lo común. Un trabajador de sectores populares puede ser muy querido por los intracolonos, pero es muy difícil que puedan construir un ethos cultural común, es querido en su folclore, siempre y cuando se sitúe como subalterno y no pretenda que su acervo cultural incomode a los intracolonos.

Lo que define principalmente a la elite intracolona es una mentalidad de hacendal, ya que esta elite “heredó” los pocos recursos de un país bastante pobre en ellos, tierras, minerales y el posterior desarrollo del mercado terciario. Esta mentalidad hacendal no ve como iguales al resto de la sociedad (de hecho, es bastante maltratadora) y ha gozado del privilegio de dirigir sus destinos económicos con una moral monopolista, mercantilista y extractivista. Lo anterior es una generalización -las disculpas del caso a quienes no se sientan representados, o sí, en esta categorización-.

Entre sus logros, se puede señalar que la elite intracolona se ha permitido entregar a nuestra sociedad un horizonte cultural, que actualmente está en crisis pues la cultura de la meritocracia neoliberal está en default, principalmente cuando una generación ve a otra inmolarse por el bienestar, perdiendo la vida y la calidad de vida en el proceso. Han disimulado muy bien el apartheid cultural, señalándose a sí mismos como verdaderos patriotas, chilenos excepcionales, personas de bien, que saben qué es lo que Chile necesita, reconociéndose como los que han conseguido que este país triunfe. Han creado una casta de mayordomos fungibles a sus propósitos: políticos, periodistas, funcionarios, personas que defienden los valores intracolonos, no necesariamente perteneciendo a sus filas, que hoy desfilan por los canales de televisión también en poder intracolonial. No importa de qué partido político los mayordomos participen. Ellos han logrado imponer su agenda económica independiente de los gobiernos de turno. Su último período de intranquilidad real fue el gobierno del presidente Allende, ahí la elite intracolona utilizó a Pinochet como mayordomo, para mantener su propia agenda económica a sangre y fuego –culpando después a Pinochet. Los mayordomos de la elite intracolona son una casta en sí misma, que se encuentra desplegada defendiendo los privilegios de la elite intracolona, pero diciendo que están defendiendo los privilegios del pueblo.

Intracolonialidad, mayordomos y rechazo

En su lógica de disimulo, -en el contexto de la aprobación de la actual constitución- la elite intracolona, mediante sus mayordomos, nos explica cuáles son los problemas que debe tener el resto de la sociedad con la constitución. En este depliegue, nos dice mentiras sobre cosas que podrían darnos miedo: perder nuestra casa, perder cotizaciones, que habría privilegiados como el pueblo mapuche.

Sin embargo, al exponer a los mapuches como privilegiados están disimulando la mantención de sus propios privilegios, los cuales que están directamente relacionados con el agua no comercializable (artículo 142) o los bienes comunes naturales y minerales en los artículos 134 y 145, respectivamente. Sumamos el ataque directo a sus mayordomos, en los artículos 170 y 172, vinculados a la probidad en la nueva constitución. Solo por citar un ejemplo final de lo que a los intracolonos no les interesa que aprobemos son los mecanismos de participación directa, como las iniciativas populares de ley (con el 3% del último padrón electoral) en el artículo 157, tipo de iniciativas que atentan al poder ejercido por los intracolonos mediante sus mayordomos, a los cuales verdaderamente les ha funcionado el chorreo de los privilegios de este intracolonialismo. Así, ellos prestan sus cuerpos para defender al rechazo como la primera línea de la mantención de los privilegios.

¿Cómo podemos dejar la intracolonialidad?: una derecha liberal

Hoy más que nunca se requiere que nuestra elite comprenda que no puede seguir parapetada en su tradición y que si queremos avanzar como sociedad, no se puede continuar rechazando las oportunidades de trasformación que se han dado en la historia reciente. Para dejar la intracolonialidad se requiere de una elite dispuesta a reconocerse en sus privilegios y a abrir un espacio “liberal real” que requiere ser aprendido para dejar de lado los vicios de la construcción de privilegios intracolonos, abandonando la mentalidad de pulpería, para unirse al resto de la sociedad en la construcción de vidas amorosas y felices en un territorio donde haya espacio para todos y todas

En nuestro país se requiere una derecha democrática y una elite intracolona que comience a estar a disposición, donde se deje de cooptar las voces liberales –como sucedió con Evopolí-, que crean en un mercado regulado por el Estado, que crean en que nuestro país es de todos/as y que de todos/as nosotros/as depende su futuro. Hay muchas personas para dar dinamismo a esa derecha, están esperando un proyecto que deje de lado el ideal intracolono, en busqueda de un nuevo horizonte.

A mi juicio la nueva constitución es un texto legítimo en origen, positivo y propositivo para el desarrollo presente y futuro de nuestro país, que en virtud de su funcionamiento debe ver evaluado y mejorado. El texto que está esperando por todos los que creen en la democracia y que anhelan construir desde la esperanza un país de justicia, oportunidades, derechos y medio ambientes saludables para todas sus comunidades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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