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El fracking y la inédita renuncia de Liz Truss MUNDO

El fracking y la inédita renuncia de Liz Truss

Una mayor transversalidad política en el apoyo a decisiones y acciones climáticas, puede influir en el éxito o fracaso de los gobiernos y liderazgos, tal y como lo vimos con Liz Truss. Esperemos que esta sea una señal de avance que nos ayude a asumir lo vital que es elegir representantes que consideren lo climático para el bienestar presente y futuro de sus naciones.


La renuncia de Liz Truss es bien inédita en la política del Reino Unido. Truss se convirtió en la primera ministra que menos ha durado en dicho cargo en toda la historia, luego de superar a George Canning (1827-1828), quien duró 119 días y que terminó su mandato por su deceso a causa de la tuberculosis.

Sin embargo, lo inédito de la renuncia de Truss no sólo obedece a su corto mandato sino también a una serie de circunstancias que rodearon su renuncia. En esta columna, queremos destacar un factor particular: la influencia de un proyecto de ley ambiental en el fin del gobierno de Truss. Efectivamente, la votación del proyecto de ley que prohibía el fracking influyó decisivamente en el desenlace de la primera ministra.

Primero, explicado en simple, el fracking consiste en la fractura de roca para extraer hidrocarburos no convencionales como el gas de esquisto mediante la inyección de agua y aditivos químicos. Esta técnica ha sido muy cuestionada tanto por su potencial efecto en la contaminación de aguas y fugas de metano, como por ser un método de extracción de combustibles fósiles.

Representantes laboristas de la Cámara de los Comunes, presentaron una moción para prohibir efectivamente el fracking. La intención del Partido Laborista de confirmar un avance en los compromisos ambientales de UK igualmente afectaba a los parlamentarios conservadores, quienes en 2019 también se habían comprometido a prohibir el fracking. Sin embargo, el gobierno de Truss, especialmente su secretario de energía, el ultraconservador Jacob Rees-Mogg, estaba por reanudar esta práctica.

Frente a la eventual votación de parlamentarios conservadores en contra de su propio gobierno, Wendy Morton, la Chief Whip del Partido Conservador solicitó disciplina a su bancada conservadora, pidiendo que rechazaran la prohibición de fracking. El proyecto se rechazó, pero generó graves secuelas políticas. Representantes conservadores acusaron a Morton de usar técnicas poco éticas para asegurar los votos, produciendo un caos de tal magnitud que terminó forzando la renuncia de Liz Truss.

En todo esto hay un elemento de gran relevancia que es importante destacar: la creciente y transversal importancia del cuidado ambiental. El hecho de que un gobierno conservador haya caído en último término por el apoyo de parlamentarios de su coalición a la prohibición de una práctica ambiental y climáticamente inaceptable ejemplifica cómo la protección ambiental y la acción climática han tomado un lugar más protagónico en decisiones y discusiones políticas.

Es esperable que este tipo de situaciones sea cada vez más común. Las decisiones de los gobiernos, sean de izquierdas o derechas, están cruzadas por factores climáticos que actualmente requieren inmensa prioridad. Preferible hubiese sido que el proyecto se hubiese aprobado y el fracking se hubiese prohibido. Lamentablemente, la decisión de una autoridad muy cuestionada terminó por darle continuidad a una técnica contaminante y que acelera la crisis climática.

En su artículo 3, el Acuerdo de París reconoce el principio de progresividad, indicando que los esfuerzos de las partes deberán “representar una progresión a lo largo del tiempo”, requisito que evidentemente no cumple el fracking aprobado en UK. Gobernantes están cada vez más expuestos a la toma de decisiones con implicancias climáticas, y que, como en el caso de la votación del fracking en UK, la configuración de apoyos o rechazos a una política específica puede ser políticamente transversal. Una mayor transversalidad política en el apoyo a decisiones y acciones climáticas, puede influir en el éxito o fracaso de los gobiernos y liderazgos, tal y como lo vimos con Liz Truss. Esperemos que esta sea una señal de avance que nos ayude a asumir lo vital que es elegir representantes que consideren lo climático para el bienestar presente y futuro de sus naciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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