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Césped

Por: Pablo A. Garcia-Chevesich


Señor Director:

Ayer pasé la noche en Las Condes y salí a trotar a eso de las 7pm. Que tristeza más grande ver tantas casas con césped; cada cuadra que pasaba era más césped, más personas regando, gente barriendo las hojas de la calle con el agua de la manguera (como si las escobas no existiesen), y para qué decir los jardines con riego automático, en donde la mitad del agua caía en el cemento y no se veía más que un río fluyendo calle abajo hacia los sistemas de evacuación de aguas lluvia. Incluso vi una señora que regaba y dejó la manguera corriendo en su estacionamiento, mientras iba a atender el teléfono que sonaba (para ella es más importante una llamada que el vital elemento). Toda esta agua es potable y es muy claro que las personas en esta y otras comunas de la Capital no tienen idea de la crisis hídrica que vivimos, y que Santiago se dirige en picada a un “día zero” (la historia de Ciudad del Cabo se repite en Santiago, como la crónica de una muerte anunciada). A saber, según estudios recientes, más de dos mil millones de litros de agua se desperdician cada día en el riego del césped de Santiago, en su mayoría en terrenos privados. Al parecer, los programas de educación para el cuidado del agua no están funcionando y el cambio cultural que tanto se necesita tendrá que ser a la fuerza, como se hizo en Sudáfrica, pues no nos va a quedar otra opción.

 

Pablo A. Garcia-Chevesich, Ph. D.

Hidrólogo

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