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Día internacional del trabajo y crisis de los cuidados: ¿Quiénes sostienen la salud de la población? Opinión

Día internacional del trabajo y crisis de los cuidados: ¿Quiénes sostienen la salud de la población?

Melissa Lezana Zúñiga
Por : Melissa Lezana Zúñiga Kinesióloga Comité de Salud de la Coordinadora Feminista 8M Núcleo Desarrollo Inclusivo de la Universidad de Chile
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De acuerdo a la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT 2015), en Chile las mujeres destinan al día cerca del doble de tiempo que los hombres a las tareas de cuidados, y a su vez, estos últimos dedican en promedio 6,62 horas diarias al trabajo remunerado, mientras que las mujeres destinan en promedio 5,68 horas diarias.


La emergencia sociosanitaria del COVID-19 nos demostró que existe una necesidad urgente en materia de cuidados, la cual ha sido postergada históricamente por el Estado. Esta profunda crisis de cuidados, que se intensifica cada día más, gracias al desmantelamiento de su infraestructura y del sistema nacional de salud que inició en dictadura, ha sido mantenida por las políticas neoliberales llevadas a cabo por los distintos gobiernos de turno.

Quienes sostienen los trabajos de cuidados son las mujeres, por lo que es necesario reivindicar, redistribuir y valorizar esta labor. De acuerdo al estudio “No es amor, es trabajo no pagado” publicado por la Fundación Sol el año 2020, entre las ramas de actividad económica tradicionalmente más feminizadas en Chile, está la Educación, los Servicios Sociales y la Salud. Hacia el 2018, el 75 % de la fuerza de trabajo en salud correspondía a mujeres (INE, 2018), cuyas condiciones laborales han sido históricamente precarias en términos de remuneraciones y jornadas laborales. Un ejemplo de ello es que la mayoría de las trabajadoras se desempeñan bajo contratos a honorarios, una forma de remuneración que las mantiene bajo incertidumbre e inestabilidad laboral.

Durante la pandemia de COVID-19, nos enfrentamos no sólo a la agudización de la crisis del sistema de salud, sino también a la de los cuidados, siendo las más perjudicadas las cuidadoras informales, quienes no reciben ningún tipo de pago por esta labor y además, deben compatibilizar la realización de trabajo remunerado con las responsabilidades de cuidado, lo cual repercute negativamente tanto en la persona que cuida como en aquellas personas que requieren cuidados.

De acuerdo a la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT 2015), en Chile las mujeres destinan al día cerca del doble de tiempo que los hombres a las tareas de cuidados, y a su vez, estos últimos dedican en promedio 6,62 horas diarias al trabajo remunerado, mientras que las mujeres destinan en promedio 5,68 horas diarias. Esta doble carga tiene implicancias negativas en la calidad de vida de las mujeres, pues las lleva a un empobrecimiento y a un deterioro de su salud física, mental y emocional, constituyéndose así una forma de violencia sistemática.

Una vez más, la organización social de los cuidados ha sido una alternativa para enfrentar esta crisis y el abandono del Estado, demostrando que somos nosotras quienes sostenemos la vida. Ante este escenario, urge una alternativa feminista para nuestro sistema de salud, que integre un sistema plurinacional de cuidados que asegure condiciones laborales dignas y se ajuste a las necesidades territoriales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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