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El negacionismo, peligro para la convivencia y promotor de la ignorancia Opinión

El negacionismo, peligro para la convivencia y promotor de la ignorancia

Pedro Cisterna Gaete
Por : Pedro Cisterna Gaete Abogado. LLM y Candidato a PhD en Derecho, Universidad de Edimburgo. Director Ejecutivo de Nuestra América Verde
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El negacionismo climático, así como pasó con la pandemia, es muy peligroso por varias razones. Primero, porque cuando tomadores de decisión no consideran evidencia científica sobre cambio climático, dejan de ejecutar acciones o de plantear políticas para enfrentarlo, poniendo en riesgo a la población que dicen representar.


El negacionismo se entiende como la acción de omitir hechos que ocurrieron o están ocurriendo, y que busca distorsionar realidades para favorecer posturas o intereses específicos. En la acción política de ciertos grupos, hay diversos ejemplos de negacionismo histórico, climático o sanitario. Estas fuerzas políticas, practican el negacionismo esparciendo fake news, desinformando a la población y deformando hechos científicos, históricos u oficialmente comprobados.

Ejemplos hay varios, Trump y Bolsonaro fueron voces negacionistas de la pandemia, provocando miles de muertes que pudieron haber sido evitadas. Lo mismo hacían con el cambio climático, donde Bolsonaro incrementó excesivamente la deforestación del Amazonas, poniendo en riesgo a la humanidad. Maduro y Ortega son también negacionistas, distorsionando las violaciones a derechos humanos que cometen en sus países. Chile no está exento de esta corriente negacionista, estas semanas ha quedado claro que existen grupos, especialmente de extrema derecha, que han querido instalar un discurso negacionista en distintos ámbitos.

La semana pasada, la Cámara de Diputadas y Diputados votó un proyecto de resolución que reconoce la evidencia científica sobre la incidencia de la acción humana en la generación del cambio climático. El año 2021, esta evidencia fue declarada como inequívoca por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, órgano eminentemente científico, y que entregó certeza absoluta de esta relación causal. Cabe agregar que dicha evidencia es parte de un informe elaborado por científicos de todo el planeta, quienes revisaron más de 14 mil artículos científicos publicados en las revistas más prestigiosas de la academia. Sin embargo, increíblemente, 31 parlamentarios y parlamentarias, principalmente del Partido Republicano, votaron en contra de esta resolución, demostrando un peligroso negacionismo climático. Si bien puede haber diferencias respecto a las estrategias más efectivas para enfrentar el cambio climático, dichas diferencias son injustificables y no pueden existir respecto a la presencia de un fenómeno comprobado por la ciencia.

El negacionismo climático, así como pasó con la pandemia, es muy peligroso por varias razones. Primero, porque cuando tomadores de decisión no consideran evidencia científica sobre cambio climático, dejan de ejecutar acciones o de plantear políticas para enfrentarlo, poniendo en riesgo a la población que dicen representar. Esto implica incrementar niveles de vulnerabilidad de grupos de personas muy expuestas a efectos del cambio climático, afectando directamente la sobrevivencia y calidad de vida de dichas comunidades. Segundo, negar el cambio climático es promover la ignorancia y ceguera de la población sobre un tema en el que se requiere el máximo cuidado, y sobre el cual comunidades deben tomar medidas. Tercero, negar el cambio climático es poner en riesgo la vida y condiciones de las futuras generaciones que habiten nuestro país. Esto es esencialmente contradictorio con la noción de Estado, no ponderando las consecuencias de nuestras decisiones presentes.

Este negacionismo climático no es aislado y deriva de una corriente que, desinformando, ha querido distorsionar realidades presentes, pasadas y futuras. Este negacionismo climático lo promueven los mismos que defienden el negacionismo en materia de violaciones a derechos humanos. Los mismos que califican de estadistas a criminales de lesa humanidad y dictadores. El afán de estos sectores por distorsionar la realidad amenaza los valores democráticos y la convivencia, y afecta la vida de las personas y nuestros entornos. Preocupantes también son los que, siendo testigos de este negacionismo, prefieren hacer vista gorda, tal y como esos 17 parlamentarios que se abstuvieron en la votación sobre la resolución climática de la Cámara.

Hoy, más que nunca, la evidencia y los hechos históricamente comprobados, son fuente directa de una mejor convivencia social y una respuesta más consistente frente a fenómenos climáticos que irán agravándose. Quienes creemos en Estados responsables y conscientes de los desafíos globales que enfrentamos, sean de derechas o izquierdas, debemos no ceder ante el negacionismo y detenerlo con absoluta claridad.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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