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Mujeres mayores: “Un lugar seguro, escucha y mano amiga” Opinión

Mujeres mayores: “Un lugar seguro, escucha y mano amiga”

Valeria Vargas Huenulao
Por : Valeria Vargas Huenulao Periodista de la Universidad de Santiago de Chile Especialista en género y modelo curvy de luckydiamonds_boutique
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Hay que aplaudirnos más, apoyarnos más, ser ese puente para que la otra surja, brille o destaque. Todas podemos hacerlo, más si contamos con amigas. Una acción de apoyo, una señal de sororidad cambia la vida de otra.


Me siento enferma, no tengo voz, y claro es que han dado en las noticias lo fuerte que están los virus en este invierno, no es sorprendente enfermarse. Pero lo diferente es que, en esta ocasión, voy a ver a mi abuela, como siempre un lugar seguro, una escucha y mano amiga. Ella me ve, y me da comida, la sopita de siempre con el plato de fondo, le comento que me tengo que recostar porque me resfrié, ahí es cuando la miro con tanta gratitud y amor, pues va a su pieza a sus 86 años, toma su manta, la de siempre de cuadros rojos y azules, con olor a ella, me tapa y se aleja porque no podemos estar juntas si estoy resfriada. Me dice de lejitos para no resfriarme.

¿Cuán relevante son las mujeres mayores que han acompañado nuestras vidas? Muchas veces infantilizamos a las personas mayores, las excluimos o no las consideramos en materia de política. Pero cuánta sabiduría, inspiración, ejemplo y fortaleza tienen esas mujeres que abren los caminos para las nuevas generaciones. Puede ser tu abuela, tu amiga, tu prima, incluso la mamá de un amigo cercano. ¡Qué fuerte es visibilizar que sus experiencias han sido significativas! Como en mi caso, mis abuelas ambas totalmente diferentes pero inspiradoras en cuando a administración, inteligencia y libertad.

Pero no solo las abuelas, sino también aquellas amigas, vecinas, profesoras, madres de nuestros amigos, y así da para mirar atrás, aquellas mujeres que lucharon por votar en nuestro país, o Eloísa Díaz, la primera mujer médica en estudiar en la educación superior, acompañada de su madre, “una mujer que la apoyó” pese al patriarcado y cuestionamientos de la época. 

Hoy siguen los cuestionamientos a las mujeres libres, a las mujeres consideradas “reclamonas” o mujeres que cuestionan el patriarcado instaurado, incluso esas brechas se ven en las desigualdades salariales, en los cargos de poder, e incluso lo cotidiano de excluirlas o silenciarlas por “conflictivas”.

Pero, bueno, las brechas son parte de la estructura operante y no quita lo fuertes que han sido, quizás tú también marcas historia para otra mujer, al amarte a ti misma, al ser solidaria y empática, al abrir caminos. 

Hace un año mi mirada cambió con una entrevista a una mujer que lideraba un espacio de poder lleno de hombres. Elegante, inteligente y decidida. Así seguro que también les ha pasado. Agradezco a aquellas científicas, aquellas mujeres que dejaron a los hombres que las maltrataban o aquellas que salieron de la norma para concretar algo que quisieron, aquellas que eligieron la crianza o aquellas que desarrollaron sus trayectorias, cada historia tiene su sabiduría.

Asimismo, en una sociedad que no premia el apoyo entre mujeres y que fomenta la competencia; agradecer a las mujeres que nos permiten ser nosotras mismas, es clave. 

Mujeres que tienen más experiencia que nosotras, quién no tuvo a su abuela de ejemplo, a su madre, a su amiga o incluso una profesora, en mi caso la querida Julia. Las mujeres necesitamos desafiar el patriarcado con amistad, con tribu, no estar solas. El peor error de las mujeres, quienes nos enfrentamos a un sinfín de violencia estructural, es pensar que somos competencia, es pensar que la de al lado quiere tu cargo, es pensar que sola llegaré más lejos. Es no darle el apoyo o abrir esa puerta a otra mujer, o justificar el patriarcado y accionar machista interiorizado con “yo lo viví, entonces tú también debes vivirlo”.

En esa línea, las mujeres que cuestionaron la violencia patriarcal ejercidas por sus pares o aquellas que buscan en lo colectivo una respuesta frente al modelo que premia la competencia y, claro, los prejuicios como la mujer que es jefa y “se piensa que quizás qué hizo para lograrlo”.

Hay que aplaudirnos más, apoyarnos más, ser ese puente para que la otra surja, brille o destaque. Todas podemos hacerlo, más si contamos con amigas. Una acción de apoyo, una señal de sororidad cambia la vida de otra.

Por favor, rompamos el esquema patriarcal, avancemos a la sororidad, el apoyo de aquellas que ya lo vivieron. Necesitamos que ambas demos el paso, a mutar nuestra forma de relacionarnos, demostremos al modelo que en red podemos más.

Como dijo Silvia Federici, “la mejor forma de resistencia a la violencia no es enfrentarla sola, es juntarnos, crear formas de vida y reproducción más colectivas”.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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