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El infortunio de la Plaza Italia Opinión

El infortunio de la Plaza Italia

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
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La Plaza Italia es desdichada no solo por ser una rotonda ruidosa y cargada de residuos contaminantes, sino porque además su skyline, para llamarla de algún modo, es un disparate, hay edificios de alturas diversas y dispersas sin sentido alguno de continuidad.


Por razones de vecindad atravieso a menudo la Plaza Italia, que comunica al Parque Bustamante con el Forestal y el Balmaceda, y sigue siendo ella una plaza desdichada. Al animoso Claudio Orrego que ha hecho pintar muchas fachadas grafiteadas, le fueron a grafitear la oficina en el centro, a lo cual respondió él: ‘No nos van a amedrentar’. El grafitismo en general no se amedrenta, eso se ve no solo en Santiago sino en muchas otras ciudades del mundo, aunque lo nuestro es, como nos pasa a veces, desmedido. El grafitero no suele habitar en la zona grafiteada sino en alguna periferia libre de rayados donde los evangélicos se encargan de que haya orden visual.

Han puesto en la Plaza Italia unos muros misteriosos dentro de los cuales se supone que están haciendo unos arreglos, aunque todo apunta a que seguirá habiendo allí una rotonda de autos, que es lo que le fascina a la Evelyn y es que ella, aunque sea alcaldesa, no es vecina, vive en un barrio alto ajardinado y sin rotondas donde a veces toca el piano. Creo que trató ella de hacer una carrera seria de pianista, y me la imagino con su cara entre enojada y tentada de la risa siguiendo los pasos de Claudio Arrau, él fue en Alemania un pianista maravilla que deleitó muchas veces a Hitler y a sus altos mandos, de eso se ha ocupado mucho Víctor Farías.

La Plaza Italia es desdichada no solo por ser una rotonda ruidosa y cargada de residuos contaminantes, sino porque además su skyline, para llamarla de algún modo, es un disparate, hay edificios de alturas diversas y dispersas sin sentido alguno de continuidad, por ejemplo, ese edificio de la Telefónica, una empresa que ya no existe o cambió de nombre, se revendió o se posvendió, y muestra una forma ridícula de celular de los antiguos tipo Nokia, no se lleva bien ni con el pobre Balmaceda envuelto en su capa ante su obelisquillo, ni con los edificios Turri de estilo art déco sobre los cuales los vecinos han hecho instalar unos feos letreros de Wom y otras mercaderías, así abaratan los gastos comunes. No estamos en una ciudad, habitamos un mercado, y los edificios Turri o el edificio de la Telefónica o ex Telefónica son góndolas o pasillos del supermercado urbano. Vicuña Mackenna, que es una de las calles más horrorosas de Santiago, asoma aportando sus edificios feos y machacados por el estallido, y en uno de ellos más hacia el poniente se está instalando un McDonald’s, que es un poco la réplica del gran poder corporativo chatarra a las manifestaciones.

Bueras, una calle de las más bonitas de Santiago, se convirtió durante el estallido en urinario público para esos millones de indignados e indignadas, es que en alguna parte deben evacuar orines las multitudes, recuerdo haber visto por allí verdaderos ríos de meado, también les tocó al Parque Forestal y al Parque Bustamante. Irací, a la que últimamente no le hacen tanto bullying en la tele y la prensa pospinochetista, junto con el incombustible Orrego, han hecho pintar la primera planta de los edificios grafiteados, que en Bueras llevó el grafitismo a uno de sus extremos máximos, y como no se complican mucho con dar el tono de color exacto del edificio, está quedando un efecto bicolor o cassata de lo más coqueto, es una mejora en todo caso. En Bueras se mantiene abierto el Portacafé, de estética no sé si japonesa o europea, es para jóvenes robotizados que combinan belleza, indiferencia y gadgets electrónicos, a veces paso a tomarme un café y a subir un poco el promedio de edad de la clientela, son muy amables en su modo película muda. El Banco Santander en cambio cerró sus oficinas, a ellos les gusta el dinero y no los estallidos.

El infortunio de la Plaza Italia se debe quizá a lo que señalaba el gran Josep Pla al hablar de la Plaza Catalunya de Barcelona, otro espacio urbano que jamás ha dado resultado, por mucho que le metan inversión y adornos, es que según Pla se trata no de una plaza natural como fueron para Santiago la Plaza Brasil o la Plaza de Armas, sino de una junta artificial de barrios diferentes que suelen presentar niveles o alturas también diferentes, son como un vértice finalmente sin destino, donde la gente no quiere quedarse, solo circular, y en el caso de la Plaza Italia, manifestarse, sea por el futbol o por algún acontecimiento político. Por ahora hay gente en situación de calle, animación, fealdad, a lo lejos la cordillera nevada, tan linda ella, un par de negocios de fachadas ordinarias, más grafitis, y resiste allí el heroico Teatro de la Universidad de Chile, siempre que paso saco en la boletería una entrada rebajada para el concierto del viernes y no voy casi nunca, a ver si este viernes que hay Beethoven y Brahms atino y llego a envolverme el corazón de ese sonido tan intenso que es el de una orquesta sinfónica en acción. Os amo.

  • Esta opinión fue publicada originalmente en el Facebook de Juan Guillermo Tejeda. Léala AQUÍ
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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