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El comercio internacional de servicios Opinión

El comercio internacional de servicios

Sergio Arancibia
Por : Sergio Arancibia Doctor en Economía, Licenciado en Comunicación Social, profesor universitario
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En el primer semestre del presente año, las exportaciones de tangibles fueron superiores a las importaciones del mismo tipo, y eso dejó un saldo positivo de la cuenta comercial de 11.035 millones de dólares. 


El comercio internacional de servicios ha pasado a ser, en las últimas décadas, parte relevante de las relaciones económicas internacionales. Durante muchos años se entendió que el comercio internacional era una y la misma cosa que el comercio de bienes físicos, tangibles, es decir, de cosas que tuvieran forma, tamaño, peso, color y ocuparan un lugar en el espacio.  Sin embargo, la globalización y el avance en las tecnologías de las comunicaciones ha dado lugar a un intenso comercio transfronterizo de servicios, que siguen siendo mercancías, pero no son tangibles, y que se les conoce precisamente bajo la denominación genérica de intangibles.  

En la balanza de pagos –por lo menos la de Chile, que se publica bajo la responsabilidad del Banco Central, y en las estadísticas económicas relacionadas con el comercio internacional del país– es posible encontrar información bastante detallada sobre los bienes físicos que se exportan y se importan. Desgraciadamente no se encuentra el mismo detalle en relación con las mercancías intangibles, es decir, servicios. Estas aparecen en forma bastante consolidada o agregada. Pero aun así es posible hacer algunas reflexiones al respecto.

En el primer semestre del presente año, las exportaciones de tangibles fueron superiores a las importaciones del mismo tipo, y eso dejó un saldo positivo de la cuenta comercial de 11.035 millones de dólares. 

Las compras y ventas de servicios, a su vez, dejaron para Chile un saldo negativo de 4.974 millones de dólares. Nuestras compras de servicios –9.956 millones de dólares en el semestre– fueron sustantivamente más altas que nuestras ventas internacionales de servicios, que sumaron 4.982 millones de dólares. De esas cifras se deduce que el esfuerzo que pueda hacer Chile para lograr saldos positivos en su cuenta de tangibles se diluye o se compensa con el saldo negativo en la subcuenta de servicios.

En el período analizado, el saldo negativo en servicios equivale casi a un 50% del saldo positivo en bienes. Más del 50%, a su vez, de los gastos en servicios que presenta el país, tiene que ver con los viajes de chilenos al exterior y con el gasto en transporte marítimo y aéreo de mercancías y de personas ocupando barcos y aviones de bandera extranjera. Además de los ítems mencionados, en la cuenta de servicios se incluyen gastos tales como telecomunicaciones, informática, seguros, servicios financieros, propiedad intelectual, servicios culturales, personales o recreativos, salud y educación, etc.

Con la excepción relativa del turismo, los demás servicios se pueden desarrollar con independencia de los recursos naturales con que cuente el país, cosa que no sucede con el cobre, el litio o la madera. El ingrediente principal que se necesita para avanzar en el campo de los servicios modernos es contar con buenos profesionales con dominio de las tecnologías modernas.

Además, los servicios no pueden ser objeto de aranceles en las fronteras y cada servicio es en alta medida un traje a la medida del usuario final y no una mercancía que se produce en serie. Están, por lo general, sujetos a mecanismos de diferenciación y son susceptibles, además, de ser objetos de políticas de precios. 

Es difícil hoy en día avanzar en la exportación de bienes tangibles, pues, gracias a la red de tratados de libre comercio que tenemos firmados, estamos obligados a abrirle las puertas a toda mercancía proveniente del exterior, sin pago de arancel, y con independencia de su impacto sobre la producción interna. Sin perjuicio de ello, lo relativo a servicios que está presente en los TLC es menos taxativo y menos limitante que lo que se dice en materia de bienes tangibles –por las razones que hemos mencionado–, todo lo cual abre posibilidades como para que los países tengan más grados de libertad para llevar adelante políticas expresas de promoción y venta de servicios en el campo internacional y, en particular, en su campo regional específico, como lo es América Latina para nosotros los chilenos. 

Pero para ello no basta con visualizar que aquello es posible, sino que hay que definir políticas expresas, en el campo de las alianzas público-privadas y, por esa senda, empujar para efectos de que esa vía de desarrollo se abra camino en la realidad concreta. Por el mero imperio de las fuerzas del mercado, no se ve posible avanzar en ese camino, y serán otros, una vez más, los que al final del día se aprovechen de nuestra capacidad de ser eficientes e importantes en la producción de servicios.  

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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