El desarrollo económico de un país se hace imposible remando en contra de la evidencia.
Hace un par de semanas me contactaron del diario El Mercurio para escribir una columna de opinión que hacía un llamado a dejar de lado el dogmatismo económico y a llevar la discusión tributaria en base a la evidencia. Por desgracia, se tardaron solo cuatro días en desatender el llamado y hacer justamente lo contrario: pasar por encima de la evidencia y ensuciar el debate con ideología.
Dada la tremenda importancia que tiene la reforma tributaria para el futuro económico del país, fue muy desalentador leer el editorial que redactó dicho medio el día jueves 7 de marzo. Arremetieron en contra de la idea de aumentar los impuestos y en contra de las medidas para reducir la evasión y la elusión, afirmando que “la historia ha demostrado que en el largo plazo dicha estrategia es una fuente de estancamiento económico”. Cuando esto derechamente no es cierto.
La recomendación generalizada de los técnicos en la materia ha sido exactamente la que trataron de desacreditar sin entregar evidencia. Informes de la OCDE, del Fondo Monetario Internacional (FMI), de la comisión Marfan de expertos tributarios, entre muchos otros, han advertido que Chile necesita aumentar la recaudación, precisamente a través del combate a la evasión y elusión, y a través de alzas tributarias.
El diario, en vez de aquello, sostuvo que la prioridad para el Estado debe ser mejorar la gestión y el control del gasto público. Otra vez, haciendo caso omiso a los expertos y a la evidencia empírica que descarta rotundamente la efectividad de esta alternativa. El Consejo Fiscal Autónomo ha sido muy enfático en advertirnos que el déficit estructural del país está por sobre los 2,3 puntos del PIB. Mientras que el informe de la OCDE, que solicitó el Ministerio de Hacienda muestra que mejorar la gestión del gasto puede generar, a lo más, 0,15 puntos del PIB. Los números hablan por sí solos. No es cierto que con mayor eficiencia en el gasto se pueda aliviar las presiones fiscales que estamos enfrentando. Simplemente porque el déficit actual es 15 veces mayor que el ingreso que podríamos llegar a generar reduciendo la ineficiencia.
Esta forma maliciosa de ensuciar el debate tributario nos trae recuerdos muy oscuros de nuestra historia. Momentos donde no gobernaba la discusión democrática y donde algunos medios de comunicación se hicieron la triste fama de justificar su ideología política a punta de mentiras. El desarrollo económico de un país se hace imposible remando en contra de la evidencia. Aumentar la recaudación fiscal a través de impuestos progresivos y del combate a la elusión y evasión tributaria no es el capricho de un Gobierno de izquierda. Es una urgencia que compromete el crecimiento y la estabilidad económica del país, y que ha sido estudiada y respaldada ampliamente por diversos expertos y organismos internacionales.