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Los costalazos de una profesora

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Por: Aníbal Wilson P.   


Señor Director: 

      Conmemorando el 18-O, en medio de la alegría de los miles y miles de chilenos que celebraban y la violencia de unos pocos delincuentes que destruyeron mucho, un canal de TV entrevistaba a una profesora ya mayor que portaba un cartel señalando su aporte a la educación por más de 45 años, su jubilación y algo más. Lo interesante y destacable de sus respuestas fue la energía y convicción con que ella comunica la esperanza de un Chile mejor, de lo valioso y meritorio que están aportando los jóvenes, las mujeres, a los que debemos agradecer su perseverancia, su tesón en la busca de una mayor justicia social, de la paz y tranquilidad que todos ansiamos.

Y algo bien pintoresco entre sus dichos estuvo en que «a punta de costalazos, porfiadamente vamos avanzando», una tremenda verdad. La sabiduría de esta profesora adulta mayor, que conmovió a la audiencia (la deben repetir) es digna de celebrarse, porque «costalazo» o costalearse, nos conduce al meollo de nuestra contingencia. El «Larousse Ilustrado», en su segunda acepción lo define como:   «Chile. Fig. Sufrir un desengaño o decepción». ¿No es acaso eso, la decepción y el desengaño lo que sufre el país, cada vez que se rechaza, se torpedea o se obstaculiza ( se «costalea») cada paso al necesario cambio, a lo que nos acerque más como hermanos, en vez de seguir aislándonos como enemigos, aferrándonos a mezquinos intereses y privilegios?  Importante es recordar aquí a Ghandi, que decía por allá por los años 50, «El mundo es ya lo suficientemente rico para cubrir de sobra las necesidades de todos, pero nunca será lo suficientemente rico para satisfacer la avaricia de algunos».

Y permítaseme finalizar con una breve combinación entre un ejercicio intelectual-animado y algo un poquitín burdo o descortés.  Asistimos en estos días a otro estallido, uno que sonó y huele sumamente hediondo: un Gas para Chile, o el Gas si se prefiere, una vergüenza.  Y que los valdivianos sufran una vez más con el puente Cau-Cau, que está padeciendo por unos días de priapismo, sigue erecto, no lo pueden bajar. Ingenieros y enfermeras no lo han conseguido. Sean estos apuntes finales una crítica sin mala intención que sólo pretenden descargar y moderar el carácter grave, hasta demasiado cauto y reservado de lo que a veces queremos de verdad comunicar. Pero a la profesora, lo menos que podemos concederle es, con generosidad y agradecimiento, creerle, descartar y eliminar con vigor y buena disposición los «costalazos».

Aníbal Wilson P.

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