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Ser anfitrión de la COP25 no es la acción más importante en contra del Cambio Climático Opinión

Ser anfitrión de la COP25 no es la acción más importante en contra del Cambio Climático

Samuel Leiva y Gary González
Por : Samuel Leiva y Gary González Consultor en Políticas Públicas Ambientales/Economista de Fundación Terram
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Abril ya comienza y el compromiso asumido por el Ministerio de Energía de contar con un cronograma durante el primer trimestre de 2019 no se ha cumplido. No sabemos, por ende, qué nivel de ambición climática tendrá Chile, el país anfitrión de la COP25. Por lo tanto, desde la sociedad civil demandamos al Gobierno que dé a conocer ya el cronograma de descarbonización y, además, instamos al gremio de las generadoras a estar a la altura ética de la urgencia climática que estamos enfrentando, elaborando un cronograma de retiro coherente con el plazo establecido por la información científica, eso significa el cierre de las termoeléctricas de más de 40 años en los próximos tres años y el resto antes del 2030. Esto será el verdadero reflejo de un real paladín en contra de los efectos del cambio climático.


La semana pasada nos enteramos de los problemas que tiene el Gobierno para encontrar un lugar adecuado para albergar físicamente lo que será la cumbre mundial sobre cambio climático COP25. Sin embargo, esto no nos puede hacer olvidar que Chile está en un proceso mucho más importante para nuestro país que liderar dicho evento: la descarbonización de su matriz eléctrica en el más breve plazo. Sin ello, los esfuerzos de convertirse en un paladín del cambio climático pierden toda su importancia. El Ministerio de Energía se autocomprometió a entregar un calendario de cierre programado de las centrales eléctricas a carbón en el mes de marzo de 2019, pero, hasta este momento, no hemos sabido nada de dicho compromiso.

Hace dos años, en el marco de la COP23, Chile rechazó ser parte del “Powering Past Coal Alliance”, alianza de países que buscaba comprometer a las partes en una agenda ambiciosa para la eliminación del carbón como fuente de energía y de esa forma mostrar un compromiso concreto por la disminución de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en el planeta. Actualmente el uso de carbón para la generación eléctrica es responsable de un 90% de las emisiones del parque eléctrico chileno. Por lo mismo y como alternativa, durante el año pasado el Gobierno acordó con las empresas socias de la Asociación de Generadoras de Chile el cese de nuevas plantas a carbón en el país y la creación de un grupo de trabajo denominado Mesa de Descarbonización.

Este grupo tuvo como único objetivo analizar los pro y contras de una propuesta calendarizada de cese programado y gradual de las centrales a carbón existentes, lo que fue muy limitado, debido a que en ella no se discutió, por ejemplo, el establecimiento de normativas ambientales más exigentes, ni el freno a la extracción de carbón en Isla Riesco. Dicha propuesta no se conoce y está a merced de la voluntad de las empresas, porque cada una de estas puede tener su propio calendario sin un límite que haga sentido a la urgente necesidad de reducir las emisiones como lo señala el Informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que dijo que solo tenemos 12 años para impedir los más graves efectos de dicho fenómeno. En otras palabras, es urgente reducir las emisiones globales de GEI en un 50% al 2030.

La matriz eléctrica chilena es altamente dependiente de combustibles fósiles. Un 60% de la capacidad instalada nacional es sobre la base de energías térmicas (gas, carbón y petróleo), mientras que alrededor del 40% de la generación bruta de electricidad proviene de las 27 unidades termoeléctricas a carbón que funcionan en el país.

Engie, empresa de capitales franceses, durante el año pasado anunció –pero no se ha materializado– el cierre de dos termoeléctricas a carbón, las cuales ya cumplieron 57 años y tienen 170 MW de potencia instalada en conjunto. Sin embargo, la misma empresa inaugurará una nueva central termoeléctrica a carbón llamada “Infraestructura Energética Mejillones” y que tiene 375 MW de potencia instalada. Todo lo anterior nos hace preguntarnos: ¿es esto una antesala del compromiso que de parte de las empresas podemos esperar?

Abril ya comienza y el compromiso asumido por el Ministerio de Energía de contar con un cronograma durante el primer trimestre de 2019 no se ha cumplido. No sabemos, por ende, qué nivel de ambición climática tendrá Chile, el país anfitrión de la COP25. Por lo tanto, desde la sociedad civil demandamos al Gobierno que dé a conocer ya el cronograma de descarbonización y, además, instamos al gremio de las generadoras a estar a la altura ética de la urgencia climática que estamos enfrentando, elaborando un cronograma de retiro coherente con el plazo establecido por la información científica, eso significa el cierre de las termoeléctricas de más de 40 años en los próximos tres años y el resto antes del 2030. Esto será el verdadero reflejo de un real paladín en contra de los efectos del cambio climático.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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