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Futuro Parque Nacional Río Olivares y Colorado en el Cajón del Maipo contribuiría a mitigar y adaptarnos al Cambio Climático Opinión

Futuro Parque Nacional Río Olivares y Colorado en el Cajón del Maipo contribuiría a mitigar y adaptarnos al Cambio Climático

Carolina Ruiz
Por : Carolina Ruiz Fundación Plantae
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Como anfitriones de la icónica cumbre mundial de cambio climático (COP25), Chile no puede estar ajeno de las grandes demandas ciudadanas que apuntan a combatir los futuros escenarios de escasez de agua, pérdida de biodiversidad y catástrofes a los cuales nos estamos viendo enfrentados y que empeorarán en el corto y mediano plazo si no hacemos algo ahora. En este escenario, una campaña ciudadana ha levantado la voz para solicitar al gobierno que declaré Parque Nacional el único y último gran territorio público de la zona central de Chile, ubicado en el Cajón del Maipo en la región Metropolitana. Con 142.000 ha, los predios fiscales Colorado y Olivares ofrecen un salvavidas a siete millones de habitantes de la región Metropolitana y le da al gobierno la oportunidad de demostrar su real compromiso con los acuerdos internacionales que ha suscrito, con la ciudadanía y con el medio ambiente, presentando este parque al mundo entero.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las áreas protegidas son reconocidas como potentes herramientas para combatir el cambio climático, argumentando que estas no solo ayudan a conservar la biodiversidad y los ecosistemas, sino que, además, proveen de agua limpia, mantienen las cuencas hidrográficas y el agua en el suelo,  almacenan y capturan carbono; disminuyendo los gases de efecto invernadero, disminuyen el riesgo de desastres naturales, estabilizan las laderas evitando deslizamientos, actúan como bancos de información genética y preservan nuestra cultura y naturaleza

Existen dos maneras concretas en que los países pueden hacer frente al cambio climático; tomando acciones de mitigación y de adaptación. Cuando hablamos de mitigación nos referimos a todas aquellas acciones que apuntan a disminuir y/o limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que la adaptación se basa en reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos frente a los efectos reales o esperados del cambio climático. Entonces, ¿cómo este añorado parque puede aportar en el actual escenario de cambio climático y sus negativas consecuencias?

Respecto a la mitigación, cerca del 30% de los valles del Colorado y del Olivares son zonas de praderas, matorrales y humedales altoandinos que pueden contener grandes cantidades de carbono. Sin embargo, actualmente estos espacios son utilizados para realizar ganadería sin ningún tipo de manejo ni administración que ayude a prevenir y/o evitar la degradación de estos ecosistemas y la pérdida de carbono. La IUCN sugiere como solución, expandir las áreas protegidas en hábitat de praderas, integrando el pastoreo o ganadería de baja carga para ayudar a reconstruir y mantener estos depósitos de carbono. Por otra parte, en el caso particular de los humedales, los cuales abarcan cerca de un 2% del total del área, es importante brindarles especial atención antes de tomar cualquier medida dada su fragilidad y funciones ecológicos específicas.

Respecto a la adaptación, se incluyen la protección, manejo sostenible y restauración de ecosistemas para mantener los bienes y servicios que ayudan a la población a adaptarse a los efectos del cambio climático. Por ejemplo, al disminuir la cantidad de lluvia producto del cambio climático, la protección de las fuentes de agua se vuelve crucial. Con cerca de 300 glaciares cubriendo una superficie de 18.000 ha, el futuro parque Colorado Olivares se convierte en la mayor reserva de agua dulce para los habitantes de la región Metropolitana, tanto para su consumo como para la agricultura. Sin protección, ni una gestión territorial coherente con la situación que estamos viviendo, este importante reservorio podría perderse empeorando la gran crisis hídrica en la región.

A esta importancia estratégica, se suma además la belleza única de estos conmovedores paisajes cordilleranos que poseen cumbres de más de 5.000 e incluso 6.000 metros sobre el nivel del mar, que, a escasa distancia de Santiago, ofrecen la oportunidad para mejorar el acceso a la montaña y así acercar a la ciudadanía a la naturaleza. Por consiguiente, esperaríamos que, con una buena planificación y administración, este espacio sirviera como aula para fomentar la construcción de una sociedad que se relaciona de forma mucho más armónica y respetuosa con la naturaleza.

Lamentablemente, los predios Colorado y Olivares, carecen actualmente de toda gestión pública, y como muchos territorios de montañas, este lugar está acechado por distintas actividades económicas, particularmente por empresas mineras, como Anglo American y Codelco, que ya tienen varias concesiones de exploración y explotación otorgadas dentro del área, un uso que no es ajeno a la realidad de estos valles. En el corazón de este maravilloso territorio, que nos pertenece a todos y todas, existe ya una propiedad privada de 16.000 ha que le fue vendida a cemento Bío-Bío, propietarios de la mina la Perla, que explota cal y que lo seguirá haciendo por otros 30 años más, gracias a que recientemente el Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental, les otorgó los permisos para seguir operando en el lugar, a pesar de estar conscientes que se encuentran insertos en un espacio de gran interés para la conservación ecosistémica, protección del agua y el desarrollo de turismo local. Un precedente que sin duda nos pone en alerta de un potencial escenario al que se podría ver enfrentado este vital territorio si no hacemos algo ahora.

El llamado es a tomar acciones concretas frente a los alarmantes efectos del cambio climático y a exigir al gobierno nuestro derecho de ejercer soberanía. El gobierno tiene solo esta oportunidad de hacer historia y justicia socioambiental en una zona, donde menos del 2% del territorio está protegido y por tanto la convierte en presa fácil de las presiones empresariales y los efectos del cambio climático.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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