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Carnívoros en la ciudad o las consecuencias del COVID-19 en fauna silvestre de gran tamaño CULTURA|OPINIÓN

Carnívoros en la ciudad o las consecuencias del COVID-19 en fauna silvestre de gran tamaño

Rodrigo A. Vásquez / The Conversation
Por : Rodrigo A. Vásquez / The Conversation PhD. Instituto de Ecología y Biodiversidad Profesor Titular Universidad de Chile
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En vista de los cambios que experimenta nuestro planeta, con años de muy baja pluviosidad en Chile central, además del crecimiento y mayor urbanización de las ciudades, lo más probable es que en el futuro cercano tengamos un aumento de casos en que animales carnívoros silvestres bajen a las ciudades, por lo cual, sería conveniente revisar y evaluar las actuales reglamentaciones y políticas públicas para que éstas consideren los cambios que se pueden producir en una “nueva convivencia” entre el medio ambiente y la ciudad, centrándose en un mayor esfuerzo para ir en beneficio de la naturaleza y también de la población humana


En los últimos días, varias noticias han sorprendido a los habitantes de Santiago y alrededores. Tres pumas, grandes depredadores, han sido observados, fotografiados, y video-grabados en comunas de la gran ciudad. Y, al parecer, fenómenos similares han ocurrido en otras ciudades del planeta… ¿Es esto habitual o común?

Desde su origen, la población humana fue mayoritariamente nómade y rural, con poblaciones de escaso tamaño y movilizándose de un lugar a otro en grupos pequeños, donde se encontraban con fauna silvestre de diferentes tipos pudiendo compartir espacios con cierta armonía. Posteriormente, con el advenimiento de la crianza de animales y desarrollo de actividades agrícolas y cierta estabilidad en la organización social, empezaron a ser sedentarios, aún en poblaciones de tamaño pequeño, pero siempre en crecimiento, hasta que empezaron las primeras civilizaciones, donde los poblados y ciudades fueron creciendo sostenidamente hasta hoy en día. De hecho, la especie humana (Homo sapiens) es la única viviente (animal o vegetal) que desde su origen, siempre ha estado creciendo en términos de cantidad.

En efecto, durante el año 2007, la población humana de todo el planeta se igualó numéricamente entre aquellos que viven en el campo o sitios silvestres y quienes habitan en ciudades.  Actualmente, 13 años después, la población humana alcanza los 7800 millones en total, y alrededor del 56% de ésta, vive en ciudades. En ese contexto, muy pocos de ellos han visitado parques nacionales y aún menos, han visto grandes depredadores en vida silvestre.

Al parecer, dos factores se han concertado para que en estas últimas semanas, grandes felinos salvajes deambulen por nuestra ciudad. Uno de éstos, muy actual, se vincula a la ausencia humana y de vehículos, producto del COVID-19, además de zonas con restricciones de movilización y toque de queda nacional durante la noche. Por otro lado, la notable escasez de lluvia en Chile central durante el último año, producto de la más baja pluviosidad desde que hay registros, sería el otro factor. Si bien, los pumas son animales carnívoros que comen presas vivas, sus presas son mayoritariamente animales herbívoros como roedores silvestres, es decir, que se alimentan de vegetación nativa, la cual ha crecido escasamente en el último año, ocasionando un efecto en cadena sobre sus consumidores.

Es probable que estas dos circunstancias hayan facilitado que pumas con falta de alimento y comportamientos más exploradores, se acercaran a sitios urbanos. Seguramente estos individuos, motivados fisiológicamente por el hambre, han salido a recorrer lugares previamente desconocidos con el fin de encontrar comida. En relación a los más exploradores, hay que tener en consideración que durante las últimas dos décadas del presente siglo, investigaciones sobre comportamiento animal han detectado que dentro de cada especie animal existe una alta variabilidad comportamental que es estable a lo largo de la vida de cada animal.

Esta variabilidad es reconocida, al igual que en humanos, como diferencias en personalidad, donde existen, dentro de cada especie, individuos más y menos exploradores, más y menos sociables, más y menos agresivos, entre otros rasgos. Por ello, seguramente estos pumas que se han visto en sitios urbanos, son aquellos individuos más aventureros, con actitudes gatilladas, mayormente, por la falta de alimento y facilitadas por la ausencia de humanos en las calles.

Otro aspecto no menos relevante, es que estudios fisiológicos han encontrado que aquellos individuos más exploradores experimentan menos estrés ante un evento sorpresivo e inusual, lo cual les facilitaría su incursión en sitios previamente desconocidos, como puede ser una ciudad o como se ha visto en algunas comunas de la capital de Chile.

En EE.UU es bien sabido que en algunas ciudades se ha visto cada vez con más frecuencia, a pumas buscando alimento, sobretodo considerando que algunos se han acostumbrado a consumir desechos humanos asociados a alimentos no consumidos y asociados a éstos. Si bien, no se conocen casos similares en Sudamérica, es probable que pumas como los que se han observado en los últimos días puedan llegar a acostumbrarse a visitar sitios urbanizados. Esto podría dar respuesta al avistamiento, al parecer, más frecuente en Santiago y otras ciudades, durante los últimos años. Casos similares, con visitas de grandes mamíferos a sitios urbanos, ha sido registrados en los últimos días, como es el caso de ciervos en ciudades del hemisferio norte, como Nara en Japón, y roedores silvestres de gran tamaño, como capibaras, en algunas ciudades sudamericanas, como Buenos Aires.

El puma es una especie que podría visitar sitios urbanos, ya que tiene una amplia distribución geográfica, habitando desde Canadá hasta Tierra del Fuego, en diferentes tipos de hábitats, desde la estepa patagónica hasta todo tipo de bosques y en la alta montaña. Además, es una especie muy flexible en términos de sus horas de actividad, ya que si bien está descrito como un animal con hábitos principalmente nocturnos o crepusculares, ocasionalmente también es activo durante el día. En el caso de los pumas observados en Santiago, estos habrían llegado durante la noche y fueron detectados en horario nocturno o al amanecer.

De los tres individuos observados en Santiago, uno correspondía a una hembra adulta, con lesiones y deshidratada, la cual, presumiblemente había estado escapando de situaciones de riesgo. Y los otros individuos eran dos machos sub-adultos o juveniles, lo cual podría dar a suponer que probablemente no tenían un territorio aún definido, y dada la escasez o ausencia de alimento en sus sitios de origen, extendieron su recorrido hacia sitios urbanos.

En vista de los cambios que experimenta nuestro planeta, con años de muy baja pluviosidad en Chile central, además del crecimiento y mayor urbanización de las ciudades, lo más probable es que en el futuro cercano tengamos un aumento de casos similares en Santiago y en otras ciudades, por lo cual, sería conveniente revisar y evaluar las actuales reglamentaciones y políticas públicas para que éstas consideren los cambios que se pueden producir en una “nueva convivencia” entre el medio ambiente y la ciudad, centrándose en un mayor esfuerzo para ir en beneficio de la naturaleza y también de la población humana.  A modo de ejemplo, sería adecuado explorar otras formas de estructuras urbanas, que incorporen grandes áreas verdes sin manejo extremo y con conexiones o corredores a sitios silvestres fuera de la ciudad.

Además, a nivel humano, claramente habría que mejorar la educación formal, tanto a nivel general como en temas afines a la fauna, desde tenencia responsable de mascotas a vida silvestre, pasando por todos los aspectos que pueden involucrar estrés para la fauna y su potencial deterioro. Lo anterior implica, desde políticas en la educación integral hasta la forma actual de vida y su modelo económico productivo, incluyendo la producción de servicios agrícolas y ganaderos que, por ejemplo, pudieran restringir el crecimiento de las áreas que dichas actividades utilizan, ya que aproximadamente el 35% de las tierras del planeta está cubierta por áreas destinadas a dichas actividades.

Y si consideramos que las altas montañas, los hielos glaciares, los desiertos extremos y las ciudades ocupan aproximadamente el 30% de la tierra (1), solamente queda 25% de las tierras sobre el nivel del mar para fauna y flora silvestre. Por lo tanto, ¿sería adecuado limitar aún más el uso de tierras para ganadería o agricultura? ¿o para el crecimiento de ciudades y favorecer el uso de edificios que aumentan la densidad en lugar de construir casas con patio? Claramente este tipo de preguntas, sin una respuesta certera, clara – o interesada – habrá que tenerlas en cuenta cada día. De otro modo, llegaremos a un planeta tierra donde no querremos vivir.

(1) Hannah Ritchie and Max Roser (2020) – «Land Use». Published online at OurWorldInData.org. Retrievedfrom: ‘https://ourworldindata.org/land-use’ [Online Resource]

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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