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Política comercial: desafíos y oportunidades en la administración Boric Opinión

Política comercial: desafíos y oportunidades en la administración Boric

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Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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En el Informe Mensual de Comercio Exterior de agosto (2021), la Subsecretaría de Relaciones Económica Internacionales (SUBREI) destaca que el intercambio comercial de Chile “… escaló hasta los US$ 117.972 millones en los primeros ocho meses de 2021, logrando un crecimiento del 39% con respecto a igual lapso del 2020 …”.  No es por nada entonces que se señale en diversos medios que el comercio exterior sea fundamental en la actividad económica en Chile. Después de todo, Chile es un país pequeño y la economía necesita de los mercados internacionales. Mas importante, la Administración actual postula acentuar esta integración. El 7 de junio, al momento de la publicación del Informe Mensual de ese mes, el  Subsecretario Rodrigo Yáñez señaló que “… desde SUBREI … buscamos fortalecer el rol del comercio exterior como uno de los pilares fundamentales de nuestra reactivación económica, por lo que estamos trabajando en una intensa agenda de diversificación de mercados, impulsando las negociaciones de nuevos acuerdos comerciales y la profundización de los tratados que ya tenemos en vigor, facilitando la internacionalización de nuestros servicios, bienes, con énfasis en la economía digital. Esperamos que este crecimiento de nuestro intercambio comercial se mantenga en el tiempo …”. 

En estas líneas, quiero postular la necesidad de hacer una pausa y de dialogar acerca de los desafíos y oportunidades que enfrentamos en materia de comercio internacional, en especial en materia agroalimentaria. Actualmente, tenemos acuerdos comerciales con más de 60 economías y, más del 90% del comercio se realiza con países con los cuales tenemos acuerdos comerciales. Por todo ello queremos solicitar al Presidente Electo aclarar sus prioridades en este tema. Como candidato, él destacó que …. la estrategia comercial debería ser “… parte de la arquitectura institucional que sostenga un crecimiento dinámico, en línea con los objetivos de desarrollo que tiene nuestro país …” y se propone avanzar en la integración económico y comercial con América Latina.   Propone también impulsar la integración de las Pymes a cadenas globales y regionales de valor, y trabajar para fortalecer el sistema multilateral de comercio. Y destaca que se “…buscará transversalizar las agendas de lucha y mitigación contra la crisis climática y ecológica global (componente verde) y las agendas de protección y administración del océano (componente azul) …” propiciando “… la actualización y modernización de nuestros tratados comerciales … para enfrentar con mejores herramientas los desafíos globales que amenazan nuestro bienestar”. Es difícil estar en desacuerdo con Gabriel Boric, pues “apunta” en la dirección en la cual se mueve el mundo. A lo largo de todo el programa hay numerosas referencias a temas de desarrollo de la agricultura, recursos hídricos, desarrollo rural y Pymes, protección de recursos naturales y generar nuevas fuentes de empleo. No obstante, el programa no parece “aterrizar” de manera concreta esta visión de una nueva forma de insertarse en la economía global y de desarrollar uno de los pilares fundamentales de la economía chilena. 

El sistema agro-alimentario mundial está pasando por transformaciones sustantivas, la industria de alimentos se moderniza, los mercados se ajustan, y los consumidores demandan productos más amigables con el medio ambiente, así como seguros e higiénicos. La crisis climática pone también nuevas y mayores presiones a nivel global. Chile es un país pequeño y sus recursos naturales están bajo una enorme presión. Así, ésta es a la vez, un gran desafío y oportunidad de hacer un giro en las prioridades y en cómo producimos y exportamos productos agrícolas y alimentos, y en cómo agregamos mayor valor a nuestras exportaciones – valor que hoy día disminuye- y cómo creamos nuevos empleos, a la vez que protegemos y desarrollamos los recursos naturales.   

A futuro, deberemos conversar acerca de reformas estructurales de las instituciones y de la normativa en las que se apoyan y con que opera nuestro comercio. Necesitamos que las actividades de fomento, desarrollo, producción y exportación de los productos agrícolas y alimentos sean coordinadas en una misma Agencia o Ministerio. Además, se deberá profesionalizar esta actividad en la administración pública y crear el Servicio Exterior Comercial, terminando con las cuotas a políticos. Igualmente, se deberá dotar a los Servicios de Inspección (Servicio Agrícola y Ganadero, SAG; Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura, SERNAPESCA y Ministerio de Saludo) de los recursos necesarios que permitan prestar un servicio a la altura de las necesidades actuales. Deberíamos incluso considerar la creación de un Servicio Nacional de Inspección único.     

No obstante, en lo inmediato también debemos desarrollar diversas medidas que den un renovado impulso a las exportaciones, sin que debamos acceder a nuevos recursos, hoy muy escasos. Así, se requieren medidas que permitan lograr de manera efectiva la incorporación de las Pymes -en particular rurales y/o agrícolas- a las cadenas de valor regionales, nacionales e internacionales. El programa “Sello Manos Campesinas” y la “Red de Tiendas Mundo Rural” de Indap, han hecho aportes enormes en esa dirección, pero se requiere medidas adicionales en materia de recursos, capacitación, apertura de mercados, y promoción, y la institucionalidad nacional e internacional adecuadas, que permitan a los pequeños productores soñar con la posibilidad de exportar y -al mismo tiempo- realmente lograrlo, manteniéndose en el tiempo en los mercados.  

La Cancillería debería considerar incorporar también más activamente a las Oficinas Consulares en la promoción de la “Imagen País” de Chile y de las exportaciones. Son miles de personas al año las que visitan las representaciones diplomáticas de Chile, ofreciendo una oportunidad única de llegar a un número muy mayor de regiones y países. Las Oficinas Consulares pueden y deben hacer una contribución mayor a los temas comerciales. No estamos sugiriendo modificar el rol o actividad de las Oficinas Comerciales de ProChile o de las Agregadurías Agrícolas. Por el contrario, se propone sumar a un nuevo actor que permite ampliar significativamente -y sin mayores costos- el apoyo a las exportaciones agroalimentarias, en particular de Pymes. También en el corto plazo, se debe reformular la institucionalidad en que se sustenta el trabajo de las Agregadurías Agrícolas, su integración al desarrollo de la agricultura, de la industria de alimentos y el comercio, y su coordinación con las actividades de ProChile y SUBREI. Para que nuestra agricultura e industria de alimentos sean una verdadera “Potencia Alimentaria” y a la vez sostenibles en Chile, sus políticas de fomento productivo y comercial sectoriales deben ser formuladas e implementadas de manera coordinada y bajo un mismo techo. Inevitablemente deberemos considerar la creación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca, y -bajo su techo- acoger al Servicio Nacional de Inspección. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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