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El Gobierno del Presidente Gabriel Boric Opinión

El Gobierno del Presidente Gabriel Boric

Ernesto Barros G
Por : Ernesto Barros G Abogado. Twitter: e_barrosg Instagram: e_barrosg
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La Presidencia de Boric tendrá ejes o focos estratégicos en transformaciones estructurales, deberá jugar en una cancha distinta a los gobiernos de mera administración o gestión; se requerirá estrategia y tranco distinto, porque no habrá tiempo ni espacio para ensayos. Al respecto, cabe recordar que, hace 83 años, el entonces Presidente Pedro Aguirre Cerda también enfrentó grandes expectativas y exigencias y lideró uno de los gobiernos más breves y realizadores de la historia (solo 35 meses). No tuvo mayoría en el Congreso y debió negociar, priorizando tareas nacionales en educación e industrialización, enfocándose en bienes públicos esenciales, poniendo el Estado al servicio de las grandes mayorías nacionales. Su ejemplo puede ser buen augurio e inspiración en la hora presente.


Pocos gobiernos en la historia moderna de Chile han iniciado su mandato con tan altos niveles de expectativas y exigencias como el de Gabriel Boric. Algunas de ellas serán tareas que requerirán amplio consenso (normas constitucionales), de acuerdos legislativos y disponibilidad presupuestaria (programa de gobierno) y otras son aquellas exigencias que dependen autónomamente del Presidente electo y son propias del ejercicio de la potestad ejecutiva de la que será titular.

El Gobierno que asume el 11 de marzo tendrá 3 meses y días para recibir el texto constitucional y luego plebiscitarlo con voto obligatorio. Si bien no depende del Gobierno electo, su resultado es esencial para este. Con todo, obtenido el consenso constitucional y victoria en el plebiscito de salida, la implementación de la Nueva Constitución tardará varios años en instalarse, a través de leyes y reglamentos y de las necesarias normas transitorias. 

Si el proceso constituyente determina el destino político del nuevo Gobierno, el bajo crecimiento de la economía heredado para el año 2022 y la baja disponibilidad de recursos, constituyen el límite financiero y fiscal en especial para la implementación del programa de gobierno. La Constitución y el programa, entonces, dependerán en parte relevante de la voluntad de otros actores y de un proceso político que anuncia debate y disputa. Por tanto, potenciar el ejercicio de las potestades ejecutivas del Presidente Boric puede y debiese ser una prioridad política estratégica. Esto permitiría poner energía y talento en todas aquellas prioridades que dependen del Gobierno de Boric y del gran aparato burocrático del Estado de Chile que desde marzo encabezará. 

Viviremos la paradoja de que probablemente el último Presidente de la Constitución de 1980, además de ser el único nacido bajo su vigencia y que ha manifestado su voluntad de derogarla, ejercerá las enormes potestades que esta concede, en este caso, en beneficio de las más amplias mayorías del país que lo eligió en diciembre.

Un criterio estratégico y eje gubernamental debiese estar en lo que el nuevo Gobierno es capaz de resolver, realizar y entregar como bienes y servicios públicos a la ciudadanía desde el momento mismo de instalación. Eso permitiría contestar con rapidez y eficacia la natural pregunta: ¿qué es lo que cambia el 11 de marzo cuando el Presidente Gabriel Boric y con él, el pueblo de Chile, entren a La Moneda?

Los ejes o focos estratégicos de un Gobierno de transformaciones estructurales, que deberá jugar en una cancha distinta a los gobiernos de mera administración o gestión, requerirán estrategia y tranco distinto, ya que no habrá tiempo ni espacio para ensayos.

La simple idea de poner al conjunto del Estado y sus recursos al servicio de un programa de realización efectiva, centrado en personas, comunidades y territorios, otorga orientación y prioridades claras al nuevo Gobierno. Algunas que se visualizan presentarían beneficios inmediatos. Por ejemplo:

1) Poner el programa de gobierno en acción de inmediato en marzo, de cara a la ciudadanía, instalando a los(as) nuevos(as) ministros(as) en las comunidades a las que pertenecen, generando metas medibles y auditables. 

2) Entregar un mandato y orientación directa al Estado y a sus organismos y servicios, los que fueron creados, y son financiados por y para el servicio de todos(as) los(as) habitantes del país. Los servidores públicos (mal llamados funcionarios) están para atender y se deben a sus conciudadanos.

3) Permitir posicionar los ejes estratégicos del programa, sin esperar los naturales y demorosos consensos legislativos y recursos siempre escasos. Se puede y se debe trabajar con lo que se tiene, sin quejarse de que no hay, falta o aún no llega.  

Un ejemplo: la seguridad pública de nuestros barrios, poblaciones, ciudades y pueblos requiere una fuerte voluntad política y gestión administrativa del nuevo Gobierno, en especial de los(as) nuevos(as) ministros(as), para coordinar la política de prevención general de que no se cometan delitos o disminuya su ocurrencia; con la prevención situacional, que disminuya la oportunidad física y material de ocurrencia; con la política de control y persecución criminal, en especial sobre delitos violentos, narcotráfico y bandas criminales. Esa coordinación implica actuar desde la comunidad y espacios territoriales (liderazgo de alcaldes, gobernadores regionales), conjunta y coordinadamente con autoridades nacionales a cargo de policías, fiscalías, sistema judicial y Gendarmería, generando una cadena virtuosa en seguridad pública. Todo con los mismos recursos, facultades y servidores públicos. La urgencia de la política pública de seguridad obliga a trabajar en paralelo las imprescindibles reformas de instituciones claves, con su acción activa y coordinada en la prevención y control de los delitos. Exigente tarea de primera hora.

Como hoy, hace 83 años, el entonces Presidente Pedro Aguirre Cerda también enfrentó grandes expectativas y exigencias y lideró uno de los gobiernos más breves y realizadores de la historia (solo 35 meses). No tenía mayoría en el Congreso y debió negociar prioridades y programa, priorizó tareas nacionales en educación e industrialización, enfocándose en bienes públicos esenciales. Puso el Estado al servicio de las grandes mayorías nacionales. Su ejemplo puede ser buen augurio e inspiración en la hora presente.

Un Estado y sus organismos al servicio de las personas y comunidades, requiere respuesta y acción efectivas. El Estado que gobernará Gabriel Boric es una mixtura generada bajo la Constitución de 1925 y la Constitución de 1980. Conocemos virtudes y defectos. Pues bien, ese Estado, a punto de ser transformado por normas constitucionales, requiere un giro estratégico que lo oriente a su razón de ser y permanencia: servir a todos(as) y cada uno(a) de sus habitantes y sus territorios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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