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La necesidad de una educación para el desarrollo sustentable Opinión

La necesidad de una educación para el desarrollo sustentable

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Alicia Santis y Maximiliano Molina
Por : Alicia Santis y Maximiliano Molina Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS)
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Una Educación para el Desarrollo Sustentable (EDS) proporciona a niños y niñas de todas las edades los conocimientos, las competencias, actitudes y valores necesarios para superar los desafíos mundiales interrelacionados a los que debemos hacer frente, fundamentalmente en temas como la crisis climática, la degradación medioambiental, la pérdida de biodiversidad, la pobreza y las desigualdades.

En la Primera Cumbre de la Tierra (1972) ya se evidenciaba que, para enfrentar los problemas ambientales de las décadas venideras, los gobiernos y las personas tenían el enorme desafío de poner “límites al crecimiento” y regular la forma en la que se explotaba la biodiversidad. Para enfrentar la Emergencia Climática que ya preveían científicos de todo el mundo, a través de la Declaración de Estocolmo se enunciaron principios para la conservación, mejora del medioambiente, y un plan para la acción medioambiental internacional.

Para ello, se instaba a repensar la relación entre humanos y su medioambiente, y, por tanto, cambiar las formas de producción, gobernanza, relaciones, y ciertamente también, de educar. En esta línea, la Declaración de Belgrado en 1975 estableció lo que se transformaría en la base fundamental de la Educación Ambiental, cuyo énfasis propone modificar las relaciones entre estudiantes y profesores, escuelas y comunidades, sistema educativo y sociedad en general.

La implementación de las EDS exige modificaciones importantes en los centros educativos del siglo XXI y plantea desafíos a diferentes escalas y niveles de ejecución. No se trata solo de intervenir en la infraestructura general de una propuesta educativa o en la forma en la que se presentan unos u otros contenidos curriculares, sino más bien tiene relación con la forma estructural en la que se piensa o se concibe la educación. En esta línea, una educación sustentable no solo es aquella que incorpora prácticas medioambientales como reciclar o poner como prioridad el cuidado del agua, sino que establece principios que deben caracterizar a los procesos educativos en diferentes niveles: desde la institucionalidad, la gestión educativa en los establecimientos, hasta las relaciones el interior del aula.

En Chile, la Política Nacional de educación para el desarrollo sustentable impulsada por el Ministerio de Medio Ambiente el año 2009 pone énfasis en la necesidad de avanzar hacia un enfoque sistémico e interdisciplinario de la educación orientado a potenciar la resolución de problemas, reforzando la capacidad de dialogo, el trabajo en equipo y la valorización del bien común. Sin embargo, no propone una concordancia entre los diferentes niveles y elementos que inciden en el proceso educativo, como la gestión educativa, el currículum, la evaluación de los aprendizajes y las relaciones de las unidades educativas con su entorno.

Por otro lado, si bien la ley 20.370 expresa como uno de sus principios la sustentabilidad y tiene como objetivo fomentar el respeto al medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales “como expresión concreta de la solidaridad con las futuras generaciones”, esta centra su ámbito de acción en las prácticas medioambientales, dejando fuera los elementos sociales y económicos que componen la complejidad de la sustentabilidad.

En esta misma línea, el documento “Cómo llegar a ser una comunidad educativa sustentable” del Ministerio de Educación, establece una serie de elementos que deben considerar las comunidades educativas en concordancia con su proyecto educativo, visión, misión rutinas y prácticas pedagógicas, otorgando autonomía a los establecimientos, los cuales en la práctica muchas veces carecen de información, falta de herramientas metodológicas, infraestructura e incluso limitantes curriculares.

Chile tiene el desafío de adoptar una Educación que permita generar capacidades en las personas y orientar el desarrollo de la sociedad sobre bases ecológicas, de diversidad cultural, equidad y participación ciudadana. Para ello, resulta fundamental que las normativas incorporen el enfoque de la EDS en la gestión educativa de los establecimientos y en el diseño de las experiencias de aprendizaje en las salas de clases.

El fortalecimiento de la democracia es fundamental para el Desarrollo Sustentable, razón por la que se vuelve necesario que los proyectos educativos propicien el desarrollo de espacios de participación y la democratización en la toma de decisiones en todo el espectro educativo: la democracia no puede ser un concepto que se memoriza, más bien debe ser una práctica constante.

Finalmente, para que la educación en Chile sea para el Desarrollo Sustentable, se debe considerar la diversidad de territorios y contextos específicos donde se emplazan las escuelas y colegios, al mismo tiempo que se reconoce el carácter global de los procesos sociales, económicos y culturales. El desafío no es sencillo, pero solo así el país logrará que las y los futuros ciudadanos sean críticos con aquellas políticas y prácticas que apuntan a aumentar al máximo el rendimiento económico sin importar las consecuencias que esto tiene para la naturaleza. Nos necesitamos a todos y todas para mejorar la calidad de vida de quienes habitamos los diversos territorios de este planeta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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