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La educación en Chile: lugar de preguntas para el futuro Opinión

La educación en Chile: lugar de preguntas para el futuro

Andrés Parada Olivares y Francisca Beroíza Valenzuela
Por : Andrés Parada Olivares y Francisca Beroíza Valenzuela Andrés Parada Olivares (Doctorado en Educación, UMCE). Francisca Beroíza Valenzuela (Doctorado en Educación, UMCE).
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Sin duda hoy nos adentramos en un cambio epocal. El estallido social de 2019, el plebiscito de 2020, el fracaso de la Convención Constitucional, el actual panorama de incertidumbres socioeconómicas, el delicado estado de salud mental en Chile nos pone frente a un tiempo de iniciativas. En este escenario es un deber, para la investigación educativa, disponer del pensamiento sobre aquello que nos pasó, y por ende, sobre todo lo que deseamos que nos pase. “Hoy se funda un nuevo Chile” fueron las palabras de la entonces presidenta de la comisión constituyente, Elisa Loncón, sentenció en su discurso inaugural aquel domingo 04 de julio de 2021. 

Hoy como nunca antes en la historia de Chile, es necesario que todas y todos podamos pensar en vivir y convivir con dignidad e igualdad de oportunidades. En resonancia con lo antes dicho, será trascendental construir nuevos saberes epistémicos que fomenten una renovada pedagogía, una renovada educación que promueva la nueva construcción de la realidad que anhelamos. Lo antes mencionado será necesario enseñarlo, el nuevo Chile debe aprenderse. Un Chile en que la formación integral y la formación ciudadana de los estudiantes sea prioridad. 

Pretender que dejar de mirar el pasado sea una buena opción, en estos tiempos coyunturales es un error. En el estadio Nacional de Chile yace la frase “Un pueblo sin memoria no tiene futuro”, esta frase se resiste a la soledad y combate el paso del tiempo con la función de exigirnos no olvidar que hubo un momento en dónde el proyecto político de la mayoría fue silenciado por el proyecto político de uno pocos.  Esto que sucedió en el siglo pasado, sigue siendo parte de aquello que remece nuestras realidades hoy en el siglo XXI 

“Y con la conciencia histórica de que somos una posta más larga que nuestras experiencias vitales, podemos decir hoy día con mucha alegría, con mucha esperanza, como hemos repetido en las plazas de nuestro país, en las regiones, en los espacios más recónditos, que si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba compañeros y compañeras”. G. Boric (Comunicación personal, 18 de julio, 2021)

Cabe preguntarse ¿Conocemos cuál es nuestra realidad? ¿Qué es lo que dejamos atrás, desde 2019, y de qué manera la educación se compromete, como institución sociopolítica e histórica?, encarnada en el profesorado, con la reconstrucción de nuevos saberes que cimientan aquello que tanto anhelamos, pero debemos aprender. Este cuestionamiento no pretende ser dogma ni menos un camino recto hacia un norte, sin embargo, la pregunta pretende ser el inicio de una reflexión que permita reconocer aquellas bases científicas que se constituyeron en conocimientos válidos que colaboraron en la legitimación de una de las estructuras sociales más desiguales de la región Latinoamericana. 

También la pregunta posibilita la reflexión, es posible ir sobre uno mismo, y en consecuencia, sobre aquello que lo constituye como un ser racional y social en un espacio construido. Estela Quintar (2014) propone que, “la postura epistémica es fundante porque tiene que ver con la opción ético – política desde la cual me paro a mirar. No es lo mismo observar desde una postura analítica, que desde una postura crítico – hermenéutica”. (p. 134). En ese sentido, la educación debe aportar por una postura crítica hermenéutica en que las realidades sean cuestionadas para el progreso y movilidad de los seres humanos. La educación vive tiempos difíciles, en que las incivilidades son a diario, los 2 años de encierro han puesto en el panorama nacional la problemática de salud mental y control de las emociones y además plantea un escenario de nuevas interrogantes sobre ¿Qué educación queremos para el futuro?  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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