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Desafíos de la seguridad integral Opinión

Desafíos de la seguridad integral

Carlos Mena K.
Por : Carlos Mena K. Ex Embajador de Chile en Brasil.
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Es indispensable generar acuerdos para estar alerta frente a la locura de los rumores. Estar alerta frente a la cultura del miedo, que no está nunca disociada de una cultura del enemigo. Siempre se encontrarán organizaciones, partidos, grupúsculos, personajes, movimientos, con predicadores que no tienen otra razón de ser más que relacionarse a tal o cual amenaza, a un enemigo claramente definido y rápidamente estigmatizado.


Se ha planteado el tema de la seguridad nacional como el principal problema de la agenda pública. Seguridad es un término cargado de valores positivos, análogamente a la paz, por lo cual nadie puede estar en contra de ella.

Sin embargo, hay que comprender que existe una evolución del concepto desde una concepción más bien estrecha, Estado-centrica y militarizada (seguridad nacional), pasando por una focalizada en la identidad nacional y otras identidades (seguridad societal), hasta llegar a un concepto más amplio que incluye la preocupación por los derechos humanos, el desarrollo, los problemas de género, etc., llamado seguridad humana. Estas diferentes formas de seguridad están entretejidas. Por lo tanto, la seguridad interna, sobre todo en democracia, no es solamente un problema policial.

Fortalecer las policías es un objetivo central en la convivencia democrática, pero no es lo único, y no es excluyente para abordar la complejidad de las diversas dimensiones asociadas a este concepto.

La seguridad, como es obvio, está ligada a la inseguridad y, por tanto, a todos los miedos que existen y se difunden en la sociedad. Hay una variedad y cantidad de miedos que se apoderan de la sociedad.

En nuestra sociedad caracterizada por una gran diversificación de los actores y de las demandas, no es posible afrontar la complejidad de las políticas de seguridad de manera unidimensional. En efecto, la inseguridad tiene múltiples causas, pero posee al menos cuatro variables claves que hay que considerar:

1. Esta es una sociedad segregada y desigual en la cual las diferencias entre sectores sociales y regiones y comunas son de enorme magnitud y, por tanto, afectan de distinta manera y forma a la seguridad de los ciudadanos. No es lo mismo la seguridad para un habitante de una comuna del sector alto de Santiago que para otro que vive en una comuna pobre de la periferia, en la cual se concentran el narcotráfico, la violencia, el crimen organizado y otras formas cada vez más violentas de delincuencia. Tampoco es lo mismo lo que ocurre en determinadas regiones del país con respecto a lo que ocurre en Santiago. En consecuencia, el tratamiento de las inseguridades dentro del marco de una política nacional tienen que considerar el contexto y dar cuenta de estas especificidades para abordarlas adecuadamente.

2. Otra variable que es necesario tomar en consideración se refiere a los cambios que han ocurrido respecto a la naturaleza y magnitud de ciertos delitos y los marcos institucionales policiales para enfrentarlos. Esto se refiere especialmente al masivo surgimiento del narcotráfico y el crimen organizado. Los organismos policiales no fueron pensados ni diseñados para enfrentar la magnitud de los desafíos que las amenazas de estos delitos plantean.

Será necesario, por tanto, realizar innovaciones institucionales que posibiliten abordar estos nuevos desafíos. No se trata solamente de cambios organizacionales. Hay que enfrentar la complejidad de innovaciones institucionales. La diferencia es sustancial y está dada porque el cambio organizacional es distinto a la innovación, ya que el primero ocurre dentro de un paradigma determinado. En cambio, la innovación significa un quiebre del paradigma generando algo nuevo, pero sin alterar sustancialmente lo anterior. Esto ocurre con las instituciones policiales que tienen marcos culturales a partir de los cuales los ciudadanos reducen sus incertidumbres. Se debe considerar adecuadamente que las instituciones no son solo reglas formales, procedimientos y normas, son también convenciones sociales, símbolos, ritos, costumbres a partir de los cuales los actores construyen la seguridad

Las innovaciones que se requieren tienen que ver básicamente con cambios en la interacción entre las instituciones policiales, los sistemas de información, y fortalecimiento de los sistemas de inteligencia. Se deberán elaborar planes y programas adecuados a contextos distintos, con recursos humanos y financieros suficientes para implementarlos, para poder disolver los miedos y enfrentar las amenazas.

Por otra parte, este proceso debe ser transparente, informándose periódica y adecuadamente la ciudadanía respecto al cumplimiento de los objetivos y los obstáculos que se han encontrado en los distintos contextos donde estos están planteados.

Adicionalmente, una innovación principal requiere colocar en el núcleo central de todas las decisiones, relativas a la seguridad, la promoción y el respeto irrestricto de los derechos humanos. Los DD.HH. no son un aditamento de la seguridad. Son consustanciales a ella. Es decir, no hay seguridad en democracia si no hay vigencia plena de los derechos humanos. Esto es aún más válido en la cultura de nuestro país, porque durante muchos años se violaron sistemáticamente los derechos humanos. Esta cultura de respeto y valoración de los derechos humanos debe impregnar la formación y las actuaciones de los organismos policiales.

3. No se deben generar falsas ilusiones. El narcotráfico y el crimen organizado están transnacionalizados. No será posible resolverlos integralmente dentro de las fronteras nacionales. Se va a requerir una articulación cuando sea muy efectiva y eficaz con otros países, especialmente los limítrofes, para articular políticas conjuntas que permitan hacer frente a este tipo de delitos cuyos actores están vinculados en redes que sobrepasan con creces las fronteras nacionales.

En conclusión, la seguridad integral, la seguridad humana, debe ser enfrentada por la política y los políticos en forma seria y responsable. No puede ser fruto de las pasiones y del espectáculo.

Es indispensable generar acuerdos para estar alerta frente a la locura de los rumores. Estar alerta frente a la cultura del miedo, que no está nunca disociada de una cultura del enemigo. Siempre se encontrarán organizaciones, partidos, grupúsculos, personajes, movimientos, con predicadores que no tienen otra razón de ser más que relacionarse a tal o cual amenaza, a un enemigo claramente definido y rápidamente estigmatizado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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