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Enfermedades del trabajo y género Opinión

Enfermedades del trabajo y género

Rodrigo Finkelstein
Por : Rodrigo Finkelstein Docente del Diplomado Herramientas para la Gestión y Promoción de Ambientes Laborales Saludables, Universidad Alberto Hurtado. Autor de libros sobre seguridad, salud y bienestar en el trabajo.
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Este 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. ¿Estamos en condiciones de celebrarlo como país? ¿Qué dicen las estadísticas de la Superintendencia de Seguridad Social?

Según las cifras no hay mucho que celebrar. A partir del año 2020 nos encontramos en un vertiginoso aumento de enfermedades profesionales, aquellas causadas de manera directa por el ejercicio del trabajo que producen incapacidad temporal o permanente. El promedio anual de enfermedades del período 2020 – 2022 ha aumentado en un 450%. En el período anterior 2015 – 2019 se contabilizaba anualmente un promedio aproximado de tan sólo 6.000 enfermedades profesionales. Desde el año 2020 la fecha se contabiliza un promedio anual de 27.244 enfermedades profesionales. En el mes de agosto de 2022, Chile registró el récord histórico de enfermedades profesionales en un mes, con un total de 6.466 enfermedades, más de lo que se registraba anualmente en el período 2015 – 2019. Pero eso no es todo, de estas 6.466 enfermedades profesionales registradas en agosto de 2022, las mujeres concentraron el 70% del total con 4.521 casos. Como podemos apreciar, no sólo estamos frente a una abrupta escalada de enfermedades profesionales, sino, de enfermedades profesionales del sexo femenino.

Según la plataforma Observatorio Seguridad y Salud en el Trabajo de la Superintendencia de Seguridad Social, en el año 2022 se registraron 43.609 enfermedades profesionales, de las cuales, 28.245 fueron contraídas por mujeres y 15.364 por hombres. Es decir, del total de enfermedades en el año 2022, las mujeres concentraron el 64.7% y los hombres el 35.2%. Ahora, si se toma en consideración el total anual de trabajadoras protegidas – 3.000.000 aprox. – y de trabajadores protegidos – 4.150.000 aprox. -, se puede apreciar que las mujeres registran 2.5 veces más enfermedades que los hombres. En otras palabras, las mujeres están 2.5 veces más expuestas que los hombres a contraer enfermedades profesionales. ¿A qué se debe esto?

Si bien la respuesta a esta pregunta merece un análisis detenido y exhaustivo, es posible sugerir algunas explicaciones en base a las cifras entregadas por la Superintendencia de Seguridad Social. Según los datos suministrados por este organismo, existe una correlación positiva entre enfermedades profesionales, riesgos psicosociales y género. Los valores de estas tres variables tienden a incrementarse juntos. Es decir, en aquellos sectores económicos donde hay más mujeres, también se registran más enfermedades profesionales y mayores niveles de riesgo psicosocial.

Veamos primero la correlación enfermedades profesionales y riesgos psicosociales. Al respecto, los sectores que registran mayor cantidad de enfermedades profesionales graves también registran mayores niveles de riesgo psicosocial. Por ejemplo, el sector salud/servicios sociales y administración pública lideran en número de días perdidos anuales por enfermedades profesionales (184.034 y 136.023 días perdidos respectivamente) y al mismo tiempo lideran en porcentaje de centros de trabajo en riesgo psicosocial alto. Para la dimensión “doble presencia”, el sector salud/servicios sociales y administración pública superan a todos los otros rubros con un 59% y un 69,8% de los centros de trabajo en riesgo alto, respectivamente. Para la dimensión “exigencias”, el sector salud/servicios sociales está a la cabeza con un 38,5% de centros de trabajo en riesgo alto. Para la dimensión “apoyo social y calidad del liderazgo”, la administración pública supera a todos los sectores con un 50,8% de centros de trabajo en riesgo alto.
Veamos ahora la correlación entre género y riesgos psicosociales. Según los últimos resultados de las evaluaciones psicosociales publicadas por la Superintendencia, el riesgo psicosocial se distribuye de manera inequitativa entre hombres y mujeres. Las mujeres presentan mayores porcentajes de riesgo alto que los hombres en todas las dimensiones del riesgo psicosocial. Por ejemplo, el 51% de las mujeres presentan niveles de riesgo alto para la dimensión “doble presencia” mientras que los hombres exhiben 42.2% para la misma dimensión. Además, la suma del riesgo medio y alto en mujeres es mayor que la de los hombres para todas las dimensiones. Por ejemplo, el 53% de las mujeres exhiben riesgo medio y alto para la dimensión “exigencias”, mientras que los hombres presentan 44,5% de riesgo medio y alto para la misma dimensión. En cuanto al riesgo bajo, calificado como riesgo óptimo, los hombres concentran mayores porcentajes que las mujeres en todas las dimensiones. Por ejemplo, el 48.2% de los hombres presentan niveles de riesgo bajo u óptimo para la dimensión “trabajo activo y posibilidades de desarrollo” mientras las mujeres concentran el 39,8%.

Estas correlaciones indican que aquellos sectores con mayor participación de mujeres registran más enfermedades profesionales y un mayor porcentaje de centros de trabajo en riesgo psicosocial alto. Esto se cumple para el sector salud/servicios sociales y administración pública, rubros que concentran una participación femenina del 70% y 61% respectivamente, y que son líderes en días perdidos por enfermedades profesionales y porcentajes de centros de trabajo en niveles de riesgo psicosocial alto. Por lo tanto, podríamos aventurar que el vertiginoso avance de las enfermedades profesionales se explica por un explosivo aumento del riesgo psicosocial en Chile, riesgo con mayor prevalencia en mujeres.

¿Qué hacer frente a esta emergencia sanitaria de género? Quizás, se aconsejable comenzar por algo muy sencillo: que las empresas cumplan con el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales y que los organismos del estado fiscalicen y sancionen el incumplimiento y las infracciones a las disposiciones contenidas en dicho protocolo. Porque siendo el Protocolo de Vigilancia una regulación obligatoria y vinculante del Ministerio de Salud, son muy pocas las empresas que lo implementan y que cumplen con el deber de detectar, medir e intervenir el riesgo psicosocial en los centros de trabajo. Según cifras de la Superintendencia de Seguridad Social, tan sólo un 5,7% de los(as) trabajadores(as) protegidos(as) por la ley 16.744 participa en una evaluación del riesgo psicosocial al año. Una cifra insignificante. El incumplimiento de las empresas a implementar el Protocolo de Riesgos Psicosociales y la renuencia de los organismos del estado a fiscalizar y sancionar dicho incumplimiento ha generado una crisis sanitaria de género. Esperemos que las empresas cumplan con la ley y que los organismos del estado ejerzan sus funciones eficazmente para que el próximo 28 de abril podamos celebrar en Chile el día mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo como corresponde.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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