Publicidad
¿Es útil el colchón bancario? Opinión

¿Es útil el colchón bancario?

François Meunier
Por : François Meunier Economista, Profesor de finanzas (ENSAE – Paris)
Ver Más

El Banco Central (BC) siempre ha favorecido la solidez de los bancos y, desde luego, ve con buenos ojos su hiperrentabilidad. Es el clásico dilema de la regulación de estabilidad financiera que, a veces, juega contra una fuerte competencia entre bancos. Lo que dice ahora el BC, con su cautela habitual, es: un poco menos de distribución para los accionistas, un poco más para la seguridad. De hecho, la mayoría de los economistas, por ejemplo, Admati, Hellwig y Portes recientemente, creen que el riesgo de liquidez desaparece con abundante capital. Con 20% de ratio de capital, dicen, la caída de valor de los activos del fallido Silicon Valley Bank hubiera sido pagada por sus accionistas y no por el dinero público.


En su reunión de mayo, el Banco Central (BC) anunció sin previo aviso que los bancos tendrán que fondear una reserva especial, el requerimiento de capital contracíclico o RCC, por un monto de US$1,5bn o 0,5% de sus activos ponderados (el máximo es 2,5%). El RCC es un colchón adicional de capital, un tipo de airbag, que permite al banco absorber un choque inesperado en su rentabilidad o en su liquidez. Para financiar esta reserva, los bancos tienen la opción de aumentar su capital o, más probable, distribuir menos dividendos. Tienen un año de plazo para cumplir.

Los bancos protestan, con el argumento de que tal medida deprimirá el crédito por la fuerte subida de su costo de financiamiento. Las autoridades monetarias y el ministro de Hacienda han indicado que los bancos tienen ‘holgura’. También dicen que la medida no tiene nada que ver con la política monetaria (encargada de controlar la liquidez de la economía y su inflación), sino que es de carácter prudencial, es decir, para preservar la estabilidad financiera. De hecho, escuchamos crujidos muy preocupantes en Estados Unidos con la quiebra de bancos regionales y los mercados se vieron sacudidos por el rescate exprés del banco suizo Credit Suisse, uno de los más grandes del mundo. Es el papel del BC tomar precauciones en tiempos más turbulentos.

Esta medida plantea dos preguntas: 1) ¿utilizar hoy día este colchón tiene un efecto depresivo sobre el crédito y la economía?; y 2) ¿es útil?

La primera respuesta es generalmente negativa. Un aumento del patrimonio o de una reserva considerada como patrimonio no afecta al volumen del crédito, sino simplemente a la forma de su financiamiento: más patrimonio significa menos deuda para financiarlo. Un razonamiento erróneo muy extendido va así: el financiamiento por acción es más caro que por deuda (lo cual es cierto), porque es más arriesgado (también cierto). En consecuencia, aumentar la proporción de fondos aportada por acciones incrementa el costo de financiamiento del banco y, por tanto, el costo del crédito, lo que es perjudicial para la economía. Ahí viene el error. Pasa por alto que, si un banco tiene más recursos propios, disminuye su riesgo de impago y aumenta su solvencia. A pesar de que los recursos propios sean relativamente más caros, el menor riesgo permite disminuir el costo total del financiamiento del banco. Se tiende a compensar el primer efecto.

En Europa, por ejemplo, el BCE recomendó reducir el pago de dividendos en el momento de la crisis de Covid. Un estudio reciente muestra que esto no redujo sino que en realidad aumentó el crédito otorgado por los bancos que siguieron la recomendación.

La única excepción a esta línea de razonamiento es cuando los inversionistas son reacios a poner su dinero en el sector o cuando los dividendos ya no pueden reducirse.

Pero este no es el caso. Aquí viene el argumento de la ‘holgura’. De hecho, los bancos chilenos son muy rentables, incluso sorprendentemente rentables. La rentabilidad para ellos suele medirse por la relación entre el valor de mercado y el patrimonio contable (price-to-book en la jerga bursátil). Esta ratio es de 2,3 para los tres mayores bancos de Chile, lo que significa que un dólar que fue invertido o dejado en el banco por el accionista vale ahora 2,3 veces más. Es de una vez en Estados Unidos y de 0,84 en Europa (véase el cuadro).

También vemos que el rendimiento-dividendo (lo que un dólar invertido en las acciones del banco rinde en dividendo) es significativamente mayor para los bancos chilenos que para los demás. Del mismo modo, distribuyen mucho más de sus ganancias a sus accionistas (la mitad) que los demás (entre el 30 y 40%). Estos se encuentran entre las principales capitalizaciones de mercado en el índice IPSA, lo cual es muy inusual en otros países. Está claro que la competencia en este sector sabe cómo preservar las ganancias y cuidar a los accionistas, lo que implica servicios financieros más costosos para la economía. En cualquier caso, no hay problema para financiar la RCC. Y los accionistas no serán por eso más pobres: tendrán menos dividendos en el bolsillo, pero se quedarán con un banco más rico por lo que no ha repartido.

Segunda pregunta, ¿es útil? El BC es aquí el mejor juez, ya que tiene un acceso privilegiado a la información. Lo que demuestran los ejemplos suizo y estadounidense es que una crisis de liquidez puede convertirse rápidamente en una crisis de solvencia, sobre todo en la era de Internet, en la que se pueden vaciar las cuentas bancarias con un solo clic. Pero el sector bancario chileno ya es muy sólido, porque está muy estrechamente regulado (¡dolorosos recuerdos de la crisis de 1982!). El BC siempre ha favorecido la solidez de los bancos y, desde luego, ve con buenos ojos su hiperrentabilidad. Es el clásico dilema de la regulación de estabilidad financiera que, a veces, juega contra una fuerte competencia entre bancos. Lo que dice ahora el BC, con su cautela habitual, es: un poco menos de distribución para los accionistas, un poco más para la seguridad. De hecho, la mayoría de los economistas, por ejemplo, Admati, Hellwig y Portes recientemente, creen que el riesgo de liquidez desaparece con abundante capital. Con 20% de ratio de capital, dicen, la caída de valor de los activos del fallido Silicon Valley Bank hubiera sido pagada por sus accionistas y no por el dinero público.

Se ha argumentado en este medio que el BC tuvo demasiado mano dura en su gestión del tipo de interés, con el 11,25% para la TPM, la reacción más violenta de todos los bancos centrales de los países de la OCDE. Está dando una importancia probablemente exagerada a las causas internas de la inflación. Pero, en cualquier caso, el colchón es un seguro de más, que no va a afectar la situación económica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias