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Jugadoras… ¡la cancha es desigual! Opinión

Jugadoras… ¡la cancha es desigual!

Andrea Aracena Opazo
Por : Andrea Aracena Opazo Directora Ars Global
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Hay muchas precariedades, que, como lo expresan las mismas jugadoras, dan cuenta de un abandono total e indolente por parte de la ANFP, de muchos de los clubes y, claramente, evidencian una mirada condescendiente y de menosprecio hacia las jugadoras por el hecho de ser mujeres y, por qué no decirlo, por el hecho de estar jugando a algo que “no les corresponde”.


Las mujeres jugadoras profesionales de fútbol en Chile ganan 10 veces menos que sus pares hombres. Esta cifra apareció en diciembre de 2021 en el informe llamado “Radiografía del fútbol femenino” realizado por el Observatorio de Gestión de Personas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, el que además devela que solo el 4% de las mujeres tendría contrato laboral con el club en el que juega y que el 80% no recibe remuneración por jugar, representar al club, competir y disponer de su tiempo y el de su familia para este “trabajo”.

Estos resultados son vergonzosos para el deporte y atentan no solo contra los derechos laborales sino contra la dignidad de estas personas. El fútbol es uno de los deportes más populares de nuestro país, que moviliza auspicios multimillonarios, lo que se refleja en contratos, primas y sueldos (en algunos casos) estratosféricos para sus jugadores varones. Ni hablar de las condiciones
físicas de equipamiento, lugares de entrenamiento, camarines, etc. Todas estas inequidades impresentables parecen más absurdas aún cuando hace poco no fue la selección de varones sino la de mujeres la que clasificaba al mundial.
Por supuesto, el fútbol femenino es una actividad emergente y podríamos explicarnos estas diferencias como parte de un proceso de mejoramiento continuo. De hecho, este estudio y la evidencia incontestable se convirtieron en argumentos sólidos para la promulgación en 2022 de la Ley 21.436, que exige la celebración de un contrato de trabajo entre las sociedades deportivas
profesionales y las jugadoras que sean parte del Campeonato Femenino de Fútbol que organiza la ANFP.
Siempre es importante reconocer y alegrarse con las acciones del estado cuando estas tienen el propósito de “mover el cerco” y “equiparar la cancha” en materia de igualdad de género. Sin embargo, me parece mandatorio y, sobre todo, oportuno, abordar esta problemática de manera más profunda y eficaz para no quedarse con el “desde”, como dijo el ministro del deporte: “profesionalizar el fútbol femenino, no es solo contratar mujeres”. Y digo oportuno en relación con la situación ocurrida el fin de semana.

Como se habrán enterado, durante el fin de semana pasado se suspendieron 3 partidos por razones irrisorias, que seguramente jamás ocurrirían en el fútbol profesional de hombres. De hecho, si así ocurriera, a estas alturas todas las radios y programas deportivos, los Barticciotto, los Guarello y  los Sepúlveda estarían despotricando por semanas y pidiendo las cabezas de los responsables.
Estos partidos se jugaban en el marco del campeonato del ascenso femenino que ya venía demorado en casi 10 meses y se suspendieron por situaciones como: la falta de una ambulancia, la no llegada de los árbitros, la falta de guarda líneas y problemas en la inscripción de algunas jugadoras. Un total de 45 minutos tuvieron que esperar las jugadoras de Deportes Temuco y Ñublense para que al final les dijeran que el partido estaba suspendido por ausencia de los árbitros.

A esto se suman otras precariedades, que, como lo expresan las mismas jugadoras, dan cuenta de un abandono total e indolente por parte de la ANFP, de muchos de los clubes y, claramente, evidencian una mirada condescendiente y de menosprecio hacia las jugadoras por el hecho de ser mujeres y, por qué no decirlo, por el hecho de estar jugando a algo que “no les corresponde”.

Pareciera ser entonces que esto de ser mujer y jugar al fútbol incluye la aceptación —y ojalá que calladitas— de precariedad perse y que en vez de ser pagadas como cualquier actividad laboral, debieran pagar los costos de no tener contratos, ganar sueldos bajos e incluso de ir a la cancha sin la certeza de que el partido se va a jugar. No sé qué pensaría Ud., trabajador/a, si esas fueran las
condiciones laborales que le ofrece su empleador. No digo que esto no suceda en otros rubros o no le pase, lamentablemente, a otras personas. Sin embargo, la experiencia laboral y deportiva de estas jugadoras es hoy.

¿Habrá que esperar 100 años para equiparar las condiciones laborales de las jugadoras de fútbol en Chile? O, lo que es peor, ¿Habrá que esperar todo este tiempo para indignarnos porque vemos una y otra vez que la cancha no es pareja para las mujeres?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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