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Evópoli: más que una puñalada al corazón de Chile Vamos, un golpe a la política espectáculo Opinión

Evópoli: más que una puñalada al corazón de Chile Vamos, un golpe a la política espectáculo

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Creo que Evópoli no sólo le dio una lección a Chile Vamos -cada vez más cerca del relato extremo de Republicanos-, sino que también a todo el espectro político chileno. Espero que en la izquierda hayan aprendido que cuando no hay méritos suficientes para acusar a un ministro, se debe actuar en consecuencia. Distinto es la interpelación, y por supuesto el juicio político, para criticar a cualquier autoridad. De hecho, los parlamentarios de Evópoli señalaron que Marco Ávila era un muy mal ministro, pero eso no bastaba para una acusación constitucional. Y por supuesto, también habla muy bien del partido de centro de derecha, que no validó el espurio argumento homofóbico.


Definitivamente estamos viviendo en un péndulo que toma cada día más velocidad. Lo que era correcto ayer, hoy es inaceptable, y viceversa. La derecha reivindicando de nuevo el golpe y al dictador. En el Consejo Constituyente, se discute acerca de retroceder en temas valóricos como aborto, divorcio -superados hace décadas- pero nada acerca del derecho a la vivienda. A esta misma altura, en el proceso anterior, un 41% decía en la encuesta Cadem que votaría en contra la Constitución que emergiera de la Convención. Hoy un 56%. ¿Qué tienen en común? Que en ambos casos no se conocía el texto. Una especie de déjà vu.

Y lo que unos les hicieron a los otros cuando estaban en la oposición, hoy los otros le devuelven la mano. Cuando el entonces Presidente Sebastián Piñera llevaba un año y tres meses en el poder, desde Chile Vamos se lamentaban de que la oposición les hacía la vida imposible, llegando incluso a presentarles una acusación constitucional (AC). Hoy el gobierno lleva 4 AC en el cuerpo. El ciclo funesto de la corrupción política de 2015 parece repetirse casi de forma calcada, aunque esta vez, tiene como protagonistas a los mismos que denostaban a los Penta, SQM, Novoa u Orpis. El senador Iván Moreira que pedía “raspados de olla”, hoy dice que lo de “ellos” fue de niños de pecho, comparado con lo que han pillado a “los otros”. Raúl Torrealba preso, Daniel Jadue a punto de ser formalizado.

Y claro, después de un ciclo progresista, ahora vivimos un ciclo conservador extremo. El trastorno bipolar de Chile en todo su esplendor. En el proceso constitucional 2021-2022, más de un 60% de los electos fueron independientes y la Lista del Pueblo se impuso en los votos, pero también dominó la agenda y aplicó la aplanadora. En el proceso actual, la extrema derecha tiene casi mayoría absoluta para redactar una Constitución, previamente acordada por los partidos, sin participación de ningún independiente. Manía y depresión sin intermedios.

En este enrarecido escenario político, con las palabras “fundaciones” y “convenios” como un nuevo cáncer, la derecha, encabezados por una venida a menos Renovación Nacional -duramente desplazada por Republicanos y con una paupérrima votación el 7/M- presentó una acusación constitucional, que la verdad comenzó a anunciar meses antes, usando distintos argumentos.

Primero denunció que existía un texto de educación sexual que encontraban aberrante, propio del ciclo ultraconservador. Aunque luego se dieron cuenta que el texto venía usándose por años, incluido el gobierno del expresidente Piñera. Después descubrieron un examen de salud que se aplicaba en los colegios, que también encontraron aberrante. Pero alguien se percató que el programa venía en ejecución desde hacía más de una década. Hasta que al final, unos parlamentarios de RN -por lo visto la colectividad necesitaba la AC como fuera a lugar- “descubrieron” que las colaciones que se pagaban hoy, eran mucho más bajas a lo que se cancelaban durante la administración anterior. Se dijo entonces, “ah, le están dando menos alimentos a los niños, con eso tenemos la AC”. Pero el problema es que la canasta alimenticia era exactamente igual a la anterior. Entonces, tratando de argumentar que Marco Ávila era un mal ministro, lanzaron la AC igual.

El problema es que a un sector de la derecha, convencido de que el ciclo ultraconservador trae aparejado que el país pasó a ser ultraconservador, se le ocurrió probar con la condición sexual del ministro. Por supuesto que esto no fue explícito -sería un motivo para que la propia autoridad hubiera llevado el tema al TC o incluso a la justicia a sus acusadores-, pero sí lo dejaron claro con los invitados que llevaron para “justificar” el líbelo y por las declaraciones abiertas y directas de algunos de sus parlamentarios que centraron sus críticas a Avila en su homosexualidad. Las declaraciones de la señora del bus naranja (Marcela Aranda) y luego de la diputada María Luisa Cordero dejaron claro el argumento. Fue un tremendo error de cálculo y de interpretación de Renovación Nacional.

Es preocupante que personas como la señora Cordero puedan decir barbaridades, descalificaciones -incluso físicas, en pleno siglo XXI- y groserías a una autoridad, sin pagar ningún costo -recordemos que hace poco se burló de la ceguera de la senadora Campillai- más encima escudándose después en su edad y movilidad reducida. Pero lo relevante es que vimos que no toda la derecha de este país está dispuesta a usar una herramienta contenida en la Constitución actual, sólo con la finalidad de infringir un golpe letal al rival, aunque no existan argumentos para ello. A pesar de que los otros, que hoy están en el poder, lo hayan hecho antes con ellos.

Creo que Evópoli no sólo le dio una lección a Chile Vamos -cada vez más cerca del relato extremo de Republicanos-, sino que también a todo el espectro político chileno. Espero que en la izquierda hayan aprendido que cuando no hay méritos suficientes para acusar a un ministro, se debe actuar en consecuencia. Distinto es la interpelación, y por supuesto el juicio político, para criticar a cualquier autoridad. De hecho, los parlamentarios de Evópoli señalaron que Ávila era un muy mal ministro, pero eso no bastaba para una AC. Y por supuesto, también habla muy bien del partido de centro de derecha, que no validó el espurio argumento homofóbico.

Claro que esta conducta consecuente, y decente, de Evópoli, generó una reacción muy dura por parte de Chile Vamos, especialmente de Renovación Nacional, quienes salieron trasquilados del evento. No sólo le auto propiciaron una derrota política al sector, sino que le dieron oxígeno a un gobierno en apuros, y fallaron en el objetivo buscado: reposicionar a una alicaída RN. El diputado y secretario general de RN, Diego Schalper, llegó a decir que esto era una “puñalada al corazón” de la colectividad de derecha, e incluso desde el partido opositor hubo voces que pidieron separarse de Evópoli. En la UDI, también indicaron que el golpe era letal, además de llevar a Joaquín Lavín León al Tribunal Supremo (lo mismo que hizo con el primer retiro, que les costó la salida a tres parlamentarios del partido). ¿Cuál es entonces el nivel de tolerancia de RN y la UDI con sus socios? Por lo visto, para estar dentro de ese conglomerado no se puede discrepar, aunque se entreguen los argumentos.

Pero, más allá de las peticiones de expulsar a Evópoli de Chile Vamos, por haber discrepado en la AC contra Avila, ¿no será que ese partido buscaba exactamente eso para diferenciarse de sus socios y hacer un giro más al centro?, porque llama la atención el nivel de coincidencia en el relato de Evópoli con Amarillos y Demócratas en este episodio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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