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Salmonicultura: la necesidad de asegurar un crecimiento sustentable del sector Opinión

Salmonicultura: la necesidad de asegurar un crecimiento sustentable del sector

Joaquín Sierpe Subiabre
Por : Joaquín Sierpe Subiabre Ingeniero Comercial. Pivotes
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Buscar aguas calmas en esta discusión y poner las cifras sobre la mesa es lo que cualquier análisis pragmático debería realizar. Al igual que los antiguos navegantes aprendieron a respetar el poder del estrecho de Magallanes, la industria debe continuar su senda de mejora y aprendizaje.


Cuando Hernando de Magallanes con su flota de naves zarpó hacia lo desconocido, se encontró con la indómita belleza de la Patagonia chilena, un laberinto de fiordos que serían su pasaje hacia el nuevo mundo. Siglos después, esos mismos fiordos son testigos de cómo una de las más grandes industrias chilenas se ha ido desarrollando: la salmonicultura. Tal y como las aguas del extremo austral desafiaron a Magallanes en su momento, esta industria ahora debe buscar una ruta para proyectar su crecimiento hacia el futuro.

El desafío no es menor: la humanidad deberá alimentar a más de 2.330 millones personas adicionales al 2080, lo que obligará a impulsar alternativas proteicas que generen un bajo impacto ecológico. La salmonicultura es una buena opción en este reto: por cada tonelada de proteína producida, emite un 2,91% de los gases de efecto invernadero que la industria bovina y genera 26,67% del fosfato y 15,16% del nitrógeno, respectivamente, los cuales constituyen fuentes importantes de contaminación del agua. Además, utiliza solo un 4,8% del suelo, factor determinante de la deforestación.

Este último punto merece particular atención, ya que los centros de cultivo de salmón nacionales ocupan 4.681 hectáreas, equivalentes a un 3% de la superficie de Puerto Montt, en contraste con los cerca de 6 millones de hectáreas destinadas al pastoreo de ganado. Asimismo, dado que ambas industrias consumen principalmente alimentos vegetales, es importante destacar que se requiere solo 1,6 kg de alimento para que un salmón aumente un kilo de peso, en comparación con los 8 kg necesarios para el ganado bovino. Esto repercute significativamente en la pérdida de hábitats para la biodiversidad, dado que el 90% de la deforestación es causada por la expansión de la agricultura. Por lo tanto, no podemos pasar por alto que la salmonicultura genera un impacto sustancialmente menor en todos los parámetros analizados.

Esto ya está teniendo repercusiones en países importantes para la transición alimenticia. En concreto, este año entró en vigencia la EU Deforestation Regulation, la cual tiene por objetivo que una serie de productos, entre los que se encuentra la carne, demuestren en su ingreso o salida de la Unión Europea que no provienen de tierras deforestadas y que no colaboraron en la deforestación de bosques. En consecuencia, productos como la carne tendrán sistemáticamente mayores barreras para ser comercializados.

Sin embargo, el mero hecho de ser una fuente proteica más ecológica no libra a la salmonicultura de obstáculos en su ruta al crecimiento. Esta industria debe hacerse cargo de fallas que cometieron en sus primeras décadas en el país, tales como la alta tasa de escapes y la contaminación de las costas y fiordos con desechos inorgánicos. Se han logrado avances relevantes en reducir estos eventos, por lo que se debe seguir avanzando en esta dirección si queremos fomentar el desarrollo sostenible de la industria.

Por su parte, el Estado tiene el desafío de consensuar una nueva regulación acuícola que, en paralelo con proteger el medioambiente, genere un marco regulatorio que fomente el crecimiento sostenido de la industria. Al respecto, reformar el sistema de entrega de concesiones de acuicultura, unificar las normas para la siembra máxima por centro, o establecer un sistema de máxima biomasa permitida, en vez de un número máximo de peces al comienzo del ciclo de cultivo, serían medidas que nos acercarían a los estándares de países como Noruega.

Buscar aguas calmas en esta discusión y poner las cifras sobre la mesa es lo que cualquier análisis pragmático debería realizar. Al igual que los antiguos navegantes aprendieron a respetar el poder del estrecho de Magallanes, la industria debe continuar su senda de mejora y aprendizaje para asegurar un crecimiento sostenible. En paralelo, el Estado enfrenta el reto de fomentar el crecimiento de la salmonicultura, pero también de generar una regulación moderna que asegure una coexistencia armoniosa con los ecosistemas que la rodean.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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