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“Que se jodan” (que nos jodamos) Opinión

“Que se jodan” (que nos jodamos)

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Esa apelación no solo aumenta el abismo entre los procesos liderados por La Lista del Pueblo y luego Republicanos, respectivamente, sino que es también una manera despectiva de anular al rival, de despreciarlo, de decirle “no me interesa que tú estés aquí”, es la ‘anticasa de todos’.


Si el objetivo publicitario usado por los creativos de la franja del “A favor” –las agencias Wolf, de Diego Perry, y Andino, de Sebastián y Cristóbal Zegers– era llamar la atención, por supuesto que lo lograron. Después de unas semanas en pantalla en que, la verdad, había pasado sin pena ni gloria la franja obligatoria, la apelación –bastante agresiva y despectiva– se convirtió en uno de los pocos temas de conversación de esta última etapa del proceso constitucional, segunda parte.

Pero, más allá de lo publicitario –ambos comandos han develado una falta de creatividad penosa, con constantes repeticiones de lugares comunes–, la polémica frase solo vino a demostrar algo que ha sido la tónica de este nuevo proceso: que somos un país profundamente dividido y polarizado, al menos de acuerdo con nuestra clase política.

Por supuesto, con menos entusiasmo y dramatismo que en el primer proceso, la segunda parte del intento de escribir una nueva Constitución tampoco logró ser la casa de todos, ni la del amor y, mucho menos, una que nos una. Porque quienes desplegaron esos argumentos para justificar el Rechazo en 2022, hoy han terminado por representar la peor de las paradojas y señalarnos cuán lejos estaban de ese espíritu de unidad, al lanzar la frase “que se jodan”.

Esa apelación no solo aumenta el abismo entre los procesos liderados por La Lista del Pueblo y luego Republicanos, respectivamente, sino que es también una manera despectiva de anular al rival, de despreciarlo, de decirle “no me interesa que tú estés aquí”, es la anticasa de todos. Es también la versión publicitaria de la confesión de Beatriz Hevia, cuando separó a los chilenos en dos categorías, señalando que el nuevo texto representaba a “los verdaderos chilenos”, es decir, los de ellos, su gente, la derecha. De hecho, Luis Silva reconoció que la propuesta entregada al país se identificaba más con la derecha. Como cuando en el plebiscito del 88 el Sí hablaba de un “país ganador” y los otros. Hoy son los “verdaderos chilenos”, y el resto, “que se joda”.

Pero vamos a lo de fondo. ¿Qué significa que quienes no están de acuerdo con mi posición o piensan distinto “se jodan”? Además del desprecio, es una visión de superioridad, de mirar desde arriba hacia abajo a los otros. La frase expresada en la franja toma como referencia el estallido social. Les habla a quienes lo apoyaron, que salieron a la calle. Los creativos del “A favor” olvidaron los millones de personas que marcharon pacíficamente en los primeros días –solo recordar cuando se copó la Alameda y el propio Piñera dijo en redes que él hubiera estado ahí– para reclamar contra la desigualdad, la colusión, las pensiones miserables, la falta de acceso a la salud, etc.

De seguro –hoy lo constatamos retroactivamente– la expectativa o el anhelo no estaba en cambiar la Constitución, sino en que esos problemas se solucionaran. ¿Pero quién se equivocó en el diagnóstico? Fue la clase política, que –de manera transversal– definió que ese era el dolor de los chilenos. Y, claro, estaban equivocados. Entonces, la franja del “A Favor” le está diciendo a esa gente “que se joda”, a quien sigue viviendo con una pensión paupérrima que apenas le alcanza para comprar la mitad de sus remedios o a esa persona –aunque quieran borrar esto de la memoria colectiva, fue así– que salió a la calle a pedir atención médica y educación de calidad y digna.

Que se joda” el que tendrá que optar “libremente” entre el sistema de salud, aunque no tenga ninguna posibilidad de pagar una isapre.

Que se joda” la gente de los municipios más pobres que quedarán sin fondos, pues perderán los ingresos adicionales que les aportaban las municipalidades con más recursos, porque ahora no podrán cobrar las contribuciones.

Que se jodan” quienes votaron mayoritariamente por convencionales independientes en el primer proceso, castigando duramente a los partidos políticos.

Que se jodan” las personas que eligieron a los convencionales en 2021 –arrasó esa vez la izquierda– y que, más allá de los errores evidentes que cometieron después, expresaron una mirada de la sociedad que no les gusta a los “verdaderos chilenos”.

Que se jodan” las personas de los Pueblos Originarios, que solo tuvieron un representante en el Consejo Constitucional vs. los diecisiete que participaron en la Convención.

Que se jodan” los que no son expertos y que, por tanto, no tuvieron la capacidad profesional, ética y moral para escribir las bases del texto que se votará el 17D, y que después demostraron ser unos militantes más cuando se votó en el Pleno y se aprobaron por 33 votos contra 17 todos los artículos, votando en bloques de acuerdo al partido que los designó.

Que se joda” el 55% de los chilenos que votó por Boric –la votación más alta obtenida por un Presidente– y que, más allá de los errores que ha cometido este Gobierno –que no han sido pocos–, fue el reflejo de una voluntad popular, hace apenas dos años.

Que se jodan” Bachelet y Lagos y todo lo que representan.

“Que se jodan” los 4.860.093 chilenos que votaron a favor de la propuesta de la pasada Convención.

¿Quién se jodería si gana el “A favor” entonces? Por supuesto que el país, porque el texto constitucional representaría solo a un sector de la sociedad y dejaría afuera a los otros. Lo mismo que los otros intentaron con ellos. Y porque, definitivamente, esa no sería la promesa que ellos les hicieron a los chilenos: escribir un marco de acuerdo mínimo en que todos y todas nos sintiéramos más o menos identificados.

Lo peor de todo es que, en cierta forma, todos nos jodimos después de intentar dos veces cambiar la Constitución y quedar en el mismo punto. Definitivamente, somos un país peligrosamente amnésico.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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