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Jadue no ha dicho esto Opinión

Jadue no ha dicho esto

Aïcha Liviana Messina
Por : Aïcha Liviana Messina Profesora titular y directora del Instituto de Filosofía de la Universidad Diego Portales
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Jadue no ha dicho esto. Por lo menos, en su cuenta de X (antes Twitter), dice no haberlo hecho: “La alusión a los nazis no es a ellos”, dijo, “sino a la ideología que desmenuza el libro”. 


En la presentación del libro Sionismo, la ideología que extermina, del periodista Pablo Jofré, el alcalde y excandidato presidencial Daniel Jadue sostuvo que existe una contradicción al ser de izquierda y asumirse judío, pues, en sus palabras, “ser judío parte de una concepción que tiene que ver con la concepción supremacista de ser parte de un pueblo elegido; entonces, si ya son parte de un pueblo elegido, no creen en la igualdad de todos los seres humanos ante nada”, dijo. 

Si ser judío se define bajo el lema del pueblo elegido, si esta elección significa una “supremacia”, si ser de izquierda significa considerar que somos todos iguales (por principio y no porque creamos las condiciones de la igualdad), entonces podemos inferir tranquilamente que entre ser judío y ser de izquierda hay una contradicción lógica. No hay que pensar mucho para afirmar que no se puede ser judío y ser de izquierda. De hecho, no hay que pensar y punto. Hay que aplicar lógicas de razonamientos basadas sobre prejuicios, y hacer del razonamiento lógico un arma poderosa para sedimentar estos prejuicios.

Esto Jadue lo ha dicho: “No se puede ser judío y ser de izquierda”. Lo ha dicho y de alguna manera lo ha fundamentado a través de su lógica, una que presupone que ser de izquierda es una posición libre de toda contradicción y que la elección, en una perspectiva judía, ha de leerse como una actitud “supremacista”. En otras palabras, para Jadue el tema de la elección, fundamental en el judaísmo, no remite al problema ético de lo que hace posible y necesario responder en su nombre sino al problema político de la supremacía. No tiene que ver con la constitución de la responsabilidad, sino con la constitución de la superioridad. Desde ese marco de lectura (un clásico), los prejuicios hacia los judíos se tornan fácilmente en odio.

En la misma instancia en la cual Daniel Jadue se hizo fuerte de su lógica de la no-contradicción para excluir a los judíos de lo que sería el lado bueno de la historia (a saber, la izquierda), también agregó que estaba ante “una ideología que yo creo que es lo más nazi que he visto en mi vida”. ¿Habrá dicho entonces Jadue que en la medida en que lo que constituye a los judíos es la idea de elección, ser judío es, por lo mismo, ser vinculado, a una ideología que consistió en afirmar la supremacía de un pueblo? ¿Será que los judíos no han sido víctimas del nazismo, sino que son el nazismo, su sustancia? 

Jadue no ha dicho esto. Por lo menos, en su cuenta de X (antes Twitter), dice no haberlo hecho: “La alusión a los nazis no es a ellos”, dijo, “sino a la ideología que desmenuza el libro”. 

El actual alcalde de Recoleta parece saber lo que significa “judío”, “elección”, “nazismo”, “sionismo”, “izquierda”, pero lo que claramente ignora es que en política lo que hay que pensar no es la violencia en sí, es decir, la violencia presentada como el mal (el nazismo) que podemos tranquilamente ver desde afuera, sino lo que la hace posible, lo que hace que en un momento estemos dentro de ella. Jadue se sitúa moralmente y no políticamente ante la violencia. Es un ángel que sabe reconocer el mal en todos los lugares donde opera, salvo en el despliegue de su propia lógica argumentativa, pura de contradicciones. 

Jadue –según Jadue– no ha dicho que los judíos son “lo más nazi que ha visto en su vida”; habría dicho otra cosa. Pero lo dice desde una lógica que no fue ajena a lo que denuncia, a lo que hace posible la violencia en su dimensión imparable, ciega, a saber, la ideología: una mecánica de razonamiento que no se deja contradecir por nada, por nadie, por ningún matiz, ningún rostro, ningún llamado a pensar de otra forma. Una lógica de razonamiento que no se interrumpe, no choca con nada, no deja espacio a silencio, dudas, por ende, pensamientos. Jadue sitúa a la izquierda en este terreno: el de un despliegue lógico, excluyente. 

Este clima de confusión no es uno que se nos hace propicio a pensar, a enfrentarse a la dificultad de la realidad. Es uno que nos llena de prejuicios, que nos trasforma en justicieros –pero en justicieros sin pensamientos–, sin propuestas políticas, sin propuestas de mundo, en el cual tendríamos cabida cada uno y cada una. En vez de mostrar, como se hizo recientemente, que sí hay judíos de izquierda, habría más bien que preguntar si ser de izquierda cabe en la lógica de Jadue. Esto, por cierto, implicaría correr el riesgo de quedar sin partido político, pero nos acercaría a lo que significa responder en su nombre, a la idea de “elección” fundamental en el judaísmo, idea que no es reservada a los judíos y gracias a la cual la izquierda consiguió pensarse más allá de la lógica totalitaria. 

Jadue no ha dicho esto. Es lo único que Jadue fue capaz de replicar en X a dichos violentos, excluyentes. En un momento en el que necesitamos actores que hablan y no que matan, políticos capaces de reflexionar sobre las instituciones y mediaciones que faltan, Jadue se mantiene en el estilo irónico. Corresponde a cada uno de nosotros y nosotras decidir si este es el estilo de la izquierda: si es tolerable difundir prejuicios bajo cubierta de preocupación igualitaria; si la izquierda está del lado del Bien, de la pureza de los silogismos, tal como lo han sido las propias ideologías que critica (el nazismo, en primer lugar), o si acoge la contradicción, la complicación, esto que hace fracasar la implacabilidad de la ideología, su violencia ciega y bruta, y nos obliga a pensar la política cuestionando los sujetos que somos; si ser de izquierda consiste en denunciar el mal o hacerse cargo de mundos de cohabitación posible. 

Lo que Jadue dice no haber dicho, es el espejo de un vacío de política que puede hacer de cada una y uno de nosotros el monstruo de lo que denuncia.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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